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Francisco Velasco. Abogado e historiador

INMIGRANTES

 

La señora Uriarte no es una persona mala. Válgame dios. Lo que sí es una política con una mala leche inadmisible. Eso de considerar inmigrantes a los españoles adolescentes que viven en el País vasco, es, de entrada, una mentira y, de salida, una canallada. Ni a efectos lingüísticos ni a efectos sociopáticos, se puede decir tamaña barbaridad.

 

Tratar a los españoles como extranjeros dentro de España constituye una indecencia psicopática o una paranoia indecente. A elegir.

 

Uno sabe que la provocación forma parte de la guerra de guerrillas, y no precisamente dialéctica, que pretende echar del territorio patrio al invasor. El victimismo de los hombres y mujeres afectados por el síndrome imaginario del Estocolmo danés resulta tan peregrino e insulso como atribuir al capitalismo la fuente de todos los males de la sociedad.

 

Las actitudes secesionistas  de vascos y catalanes persiguen una respuesta violenta del gobierno de España. Respuesta que no debe producirse por esos conductos. Respuesta, sin embargo, que requiere un componente de compensación del insulto por el argumento fundado. Respuesta que ha de pasar por la necesaria confrontación del litigio ante los tribunales. Respuesta que no se puede demorar hasta la náusea, so pena de que los valientes gudaris de la nada confundan la prudencia de los ciudadanos de España con cobardía. Y por ahí, no.

 

La política polvorienta de templar gaitas y de mirar a otro lado ha provocado unos lodos intransitables. O se pone punto y final, por la vía pacífica pero legal, a estos desprecios inasumibles o mañana mismo las fuerzas nacionalistas de País Vasco y Cataluña aterrizan en Madrid para dejarnos su sello de poder. Al menos, que se recuerde a la señora Uriarte que, a falta de otros méritos, se lea la definición de inmigrante.

 

Ella no lo es. Mientras España sea España.

 

Un saludo.

LA OPORTUNIDAD DE CALLAR

 

 El País quiere ser el periódico influyente de la primera transición. Y Cebrián, el ángel exterminador del franquismo al que sirvió. Pasa la vida y el político metido a empresario no pierde comba en su ambición de director de los informativos del poder. Qué barbaridad.

 

Con la proclamación de Felipe VI, igualico. O hace lo que se le dicte desde el postpolanquismo o que se atenga a las críticas. El periódico censura la austeridad desplegada en las celebraciones. Fastos y gastos. Nada de complejos. Versalles a todo plan. Puestos a denostar, se postula contra el artículo del nuevo monarca y echa las culpas de su inanidad a Rajoy.

 

El País quiere ser monárquico por encima de ABC y republicano más allá de Lara o de Iglesias. A beneficio de inventario. La Constitución resulta válida si arroja ganancias. En caso contrario, se pone en solfa. Se exige al heredero de la Corona facultades imposibles. Para el editorialista del diario, la democracia limpia y la pacífica convivencia sólo serán posibles si don Felipe se reviste de los atributos de la ejemplaridad. Como si el Gobierno de turno fuera la mano ejecutora de la nueva majestad.

 

Los empleados de Janli tiran la piedra y esconden la mano. Cuáles sean los grandes problemas de España ni se mencionan. El primero es la crisis económica que pende, afilada como una guillotina, sobre los cuellos de millones de españoles. El segundo, es la propia España, enfundada en un sudario confeccionado por independentistas de poco estilo y menos clase. El tercero es la suciedad del sistema democrático, acumulada durante años por gentuza que ha delinquido y por gentecilla que ha omitido el deber de perseguir delitos. El cuarto, el hartazgo de la ciudadanía a causa de tanto golfo agarrado a los voladizos del edificio institucional. Hay más, pero su solución pasa por el arreglo de los anteriores.

 

Eso de servir a España suena a hueco. El rey saliente sirvió al país y del país se sirvió. No nos engañemos. Por más que el balance absoluto de su reinado sea positivo y extraordinariamente importante si se analiza desde la relatividad de su comparación con quienes le precedieron en el trono, el pueblo ve lo que tiene en su casa y se cabrea cuando se entera de lo que gozan los de siempre. Nada puede hacer Felipe VI salvo dar ejemplo e intensificar su papel de moderador. A partir de ahí, su autoridad actuaría como motor de regeneración.

 

El editorial de El País refleja la trayectoria de este periódico. No ruega a dios pero martillea al demonio del enfrentamiento. El discurso de Felipe VI ha sido impecable. Salvo para quienes, ladinos y osados, esperaban escuchar aquello del Estado plurinacional o la solicitud de un referéndum sobre el derecho a decidir o sobre la venida de la república o sobre la demolición del palacio constitucional.

 

De ahí la oportunidad de callar o de hablar claro de ese periódico que un día fue epígono de transparencias y hoy se ha convertido en fuente de intrigas.

 

Un saludo.

LA DICTADURA DEMOCRÁTICA

 

            Decía Orwell que no se establece una dictadura para salvaguardar una revolución, sino que se hace la revolución para establecer una dictadura.

 

            La admiración del fallecido Chávez por el modelo revolucionario de Cuba pasaba por el ojo de aguja de la perpetuidad en el poder. Este deseo de mando vitalicio es incompatible con la esencia de la democracia que requiere pluralidad y alternancia. El pensamiento único es la negación de los derechos y la privación de las libertades.

 

            Son muchos quienes consideran que las democracias occidentales de nuestros días encierran dictaduras económicas sostenidas y apoyadas por los poderes fácticos que, en definitiva, son los dueños de los gobiernos marionetas. Hay razones más que fundadas para pensar esto. Razones que, sin embargo, no empañan la noble tarea de disfrutar de unos márgenes de derechos fundamentales que permiten a los ciudadanos disfrutar de ilusiones imposibles de albergar en los gulags antidemocráticos. El pueblo pinta poco pero lo suficiente para derribar ejecutivos y poner en un brete a los defensores de la corrupta continuidad del sistema.

 

El sistema puede verse alterado, sin embargo, cuando en momentos de debilidad institucional y de recesión económica, el río revuelto ampara la eclosión de movimientos capaces de aprovechar el señuelo electoral para convertir la democracia escaparate en un fortín de la dictadura con trastienda. Las democracias que se dicen asamblearias no son sino manifestaciones venenosas de un régimen que proclama la voluntad soberana del pueblo para cortar las lenguas y las manos de ese pueblo confiado. El caramelito del referéndum contiene sustancias tóxicas. Sustancias que crean adicción. Al final,  o pagas o robas o pasas el mono. Demasiado el precio.

 

El derecho a decidir es un cuento chino de dictadores que exhiben su carnet de demócratas. Las consultas sobre el soberanismo son el umbral al soberanismo sin consultas. Los refrendos populares deben tener cabida en la Constitución. En caso contrario, se convierten en armas arrojadizas de los antidemócratas de toda la vida contra los dictadores de las democracias legales.

 

Extrapolado al terreno de la religión o de la fe, la Constitución es el libro sagrado laico de los creyentes de todo signo. Si no existe esa Constitución, los orfebres del terrorismo se hacen los dueños del cortijo.

 

Hay que elegir, entre lo malo y lo pésimo.

 

Un saludo.

TERTULIANOS A SUELDO

 

Como el increíble Aroca, a manta. Los tertulianos mercenarios brotan como los batracios en las charcas. Se distinguen por sus colores llamativos y por sus vocingleros discursos pletóricos de consignas y hambrientos de medallas de aprobación.

 

Aroca es un empleado de la Junta de Andalucía y cobra de sus organismos afines y protofamiliares. Todo el mundo tiene derecho a vivir. Unos antes que otros y con más lisonjas que los vecinos. Si el requisito de acceso a la condición es la adhesión inquebrantable al régimen, cumplido está con honores de alabanza. En cuanto a los méritos para entablar discrepancias con la derecha, a mayor volumen de defensa de la patronal pagadora, más chance en su caché periodístico.

 

¿Y qué pasa con la ideología? Pues eso. ¿Y con la verdad? Sin duda, aquello. Aquí todo se compra y todo se vende. La mercantilización de los medios de información alcanza niveles estratosféricos. Los elogios a la política de Susana Díaz se remuneran a precio de conferencias de premio Nobel. Esto no es amor. Ni sexo. Es porno puro y duro. En directo y en prime time. La relación romántica del conversador ha sido absorbida por el aquí te pillo, aquí te mato del bronquista asalariado por la organización que explota al canal. La intención no es la de formar la voluntad del espectador, sino la de deformarla.

 

Cuando la crítica se rinde ante el mítin, la política baja al lumpen de la cacicada. Aroca adolecía de credibilidad. Sus comentarios golpeaban los oídos con la misma fiereza que sus gestos exagerados laceraban la vista de los televidentes. La opinión libre y objetiva, fundamentada, se pierde en los arrabales de chavelas del submundo de la comunicación. Entre Aroca, Carmona y otros compañeros de la cuerda psoecialista, la teledirección del partido se apodera de la atmósfera de la reflexión y a todos nos invade una ola de fatiga insuperable.

 

Lo de Aroca es de premio. Susana tiene que aumentarle la paga. Con lo que grita el hombre y con el ardor guerrero que derrocha. Hasta parece que lo hace gratis y por amor. Dechado de hombre.

 

Un saludo.

EL PULSO

Artur Mas está echando un pulso al pueblo español. No al rey ni al presidente del Gobierno. Al pueblo español. Todo un enfrentamiento físico, sí, físico, con la ciudadanía del país. El hombre no apoya su codo en la mesa de la ley, lo que sí hacemos los españoles de bien. El señor nos mete su codo en el ojo al tiempo que nos lanza amenazas de primate cavernícola. El pulso es un deporte de fuerza entre contendientes aparentemente iguales. En este caso, el desgraciado endeble que se las da de primo de zumosol, se permite el lujo de amilanar al contrincante imaginario, por más que éste no deja de escandalizarse ante su atrevimiento de niño pija mal criado que no precisa ni un sopapo dialéctico para quitárselo de en medio.

 

El todavía presidente de la Generalitat está buscando un conflicto con heridos y mejor si es con muertos. Se trata de victimizar al verdugo y de atribuir la condición de genocida al que se limita a ejercer el derecho de legítima defensa. Lo que pretende es desestabilizar, más si cabe, la situación de España y, de camino, poner en riesgo las pensiones, destruir más empleo y elevar la prima de riesgo a cimas himaláyicas. Se ha abierto la puerta del camino a una parte indecente y o se cierra la cancela o el campo va a arder por los cuatro costados.

 

El pulso de Mas trasciende lo soberanista. Este sujeto va a jugar todas las bazas posibles para salirse con la suya. En su mollera sociópata no cabe la idea de catalanidad española al igual que en su estropeada mentalidad de charrán sigue confundiendo a Castilla con España. Al cabo, tanto él como sus secuaces necesitarán ayuda psiquiátrica para comprender que Oklahoma es tan norteamericana como Kansas o California y que el Piamonte es tan Italia como la Toscana.

 

Al futuro Felipe VI le aguarda una fiesta de campeonato. Los buitres están esperando descubrir la herida por la que sangra el nuevo rey para abatirse sobre él y descarnar su cuerpo constitucional. El punto débil del monarca novato puede ser la creencia de que los líderes están por encima del pueblo y que los milagros son posibles más allá de las leyes dadas. Si Mas piensa que don Felipe está en esa onda, más valdría que escudriñara otros resquicios porque ese agujero está bien cubierto.

 

El pulso soberanista lo gana Felipe. Seguro. Con mayor fiabilidad incluso con la que se impuso su padre el malhadado 23 de febrero del ochenta y uno. Sus pasos han de ser tan firmes en ese sentido que nadie pueda argüir que su reinado comienza con dudas, vacilaciones o sospechas.

 

Pulso de fuerza de ley y de derecho. Los conflictos, con leyes, son menos.

 

Un saludo.

LA MUJER, OBJETO DE DESEO

El voto es el sexo de los políticos. Todo vale por lograr el disputado sufragio de las mujeres. El macho alfa y la hembra omega elegibles se enfrenta a todos sus oponentes en busca del favor de las féminas. La utilización de las electoras como estandarte de progresismo encierra el primitivo instinto de posesión de nuestros ancestros. El animalismo que llevamos dentro no nos deja ver el esperpento de nuestros discursos en favor de las señoras. De la misma manera que se pretenden para el regocijo, la servidumbre o el apareamiento, los políticos se desprenden de ellas una vez satisfacen sus necesidades primarias. Las urnas son el coito mental de los violadores, y de las violadoras, de mentes.

 

Escuché, días atrás, a Beatriz Talegón, una de las musas del psoecialismo cercano a los informalismos de “Podemos”, en un programa de debate, por decir algo, de la cuarta o de la sexta que lo mismo da que da lo mismo. La estupenda, y bien remunerada, política reclamó al viejo Leguina que abandonara las filas del partido común. Atiza. De fuera vendrán que de tu casa te echarán.

 

Reprochaba la juvenil dama al veterano caballero la frase, lapidaria pero cierta, de que “hay jovencitas que se casan por dinero”. Aserto que cuestiona, es verdad, la dignidad de las mujeres en tanto las coloca a todas en el mismo saco. Expresión que, no obstante, se predica de gente sin moral, hombres o mujeres y viceversa, que se venden al mejor postor por un “casorio” de conveniencia, por un “cargo” de relumbrón, por unas “moneas” falsas o por un “escañito” aunque sea de concejal suplente en una aldehuela en el Jerte.

 

La importancia de la mujer en el mundo actual no se computa en base a su capacidad, a su categoría, a su fortaleza y a sus virtudes en general. El peso de la mujer se mide en kilos de votos. Leguina ha podido meter la pata pero Talegón ha abierto la ranura de la urna. En el maremágnum de la izquierda de nuestros días, el Psoe se ha convertido en una jaula de grillos donde el entendimiento es improbable y donde el diálogo con el muro de la cerrazón ideológica es imposible.

 

Leguina conjuga, con ingenio, el presente de indicativo del verbo poder en su primera persona del plural en contraposición al subjuntivo del infinitivo podar. Al final, podemos significa una cosa u otra bien diferente. En la historia democrática, Leguina representa un hito. Talegón, en cambio, es la nada destituida del vacío de su cargo. Sus compañeros la acusan de falta de transparencia de su gestión en Viena de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas. Lo mismo es verdad. En cualquier caso, no podrá alegar que el fin de su mandato se haya debido a ser mujer.

 

Ni culpar a Leguina por ello. Lo mismo es ella la que debe hacer las maletas y buscarse otro cobijo donde desarrollar sus habilidades sociales. Lo mismo.

 

Un saludo.

LA PRESENCIA

 

Decía François de la Rochefoucauld que al igual que el viento apaga las velas y aviva las hogueras, la ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes.

 

La ausencia de D. Juan Carlos del acto de proclamación de su hijo como rey de España me resulta comprensible pero no merece mi defensa. El argumento del protagonismo del nuevo monarca es simplista. Más parece que la excusa se convierte en coartada. El veterano Borbón prefiere resistirse a dejar recuerdo de su inasistencia antes que a impetrar el reconocimiento de su presencia. El viejo grito de "el rey ha muerto, viva el rey", provoca espasmos a quien deja la corona a su pesar.

 

Me viene a la memoria el fantasma de Canterville de Oscar Wilde. Como el Borbón autodestronado ha dejado de suscitar las adhesiones de casi siempre, aparca su conato de depresión regia y huye atemorizado del mal del olvido. El olvido es tan largo, refería Neruda. Don Juan Carlos debe tener en cuenta que sus intereses particulares aplastarán en poco tiempo las bondades de su reinado. Si ama a España y deja a los españoles el legado de su sucesor, debe vincular su dicha de hoy a la serenidad de su mente y no al viento dominante de las circunstancias. Todo lo demás es mentira.

 

El Parlamento es la sede de la soberanía nacional. Ante él deberá realizarse el relevo constitucional en la Jefatura del Estado. Si pretende huir de la quema ceremonial, hágalo y colóquese sobre su testa la tiara de la renuncia ante el monstruo devastador que amenaza al país. Por el contrario, el mayor rasgo de valor personal y de respeto institucional es su declaración de apoyo a la Carta Magna.

 

Politeia es la regla de la mayoría. Un rey no es el que porta el cetro, sino el que sabe mandar desde su autoridad moral. El príncipe Felipe ha de sentir la presencia de su padre. Como expresa el proverbio oriental, “cría a tus hijos y ellos sabrán cuánto deben a sus padres”.

 

La fortaleza de un rey y de un hombre se forja en las dificultades. Don Juan Carlos debe acudir a la cita con la historia. Y dar la cara aunque se la rompan. La sucesión dinástica es un escenario prebélico. El Hola recogerá lo que los editoriales no relaten. Y será mucho. Mucho.

 

Un saludo.

MODA TONTIPOLITIC

Que dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que moda es el "uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos." Bueno, pues como lo de pulpo como animal de compañía. Si lo define el DRAE, pues adelante. Pero no. La moda es mucho más que el vestir y el adornar los cuerpos. La moda se extiende a los comportamientos, a las expresiones, a los gestos, a los tics e incluso a los discursos.

 

El fenómeno Iglesias, el de Pablo, es la versión cutre de la manifestación zapateril. Si el expresidente significaba el antiaznarismo más cursi y empalagoso, el otro representa la edición en libro de bolsillo del catecismo laico de la desnudez argumental. Con un muy similar aire de demagogia galopante y una más que clara afinidad de explotar la sensiblería a lo Corin Tellado en un mundo que se golpea con el drama de la necesidad económica y la tragedia de la corrupción más indecente. Zapatero murió víctima de su incapacidad y a Pablo “podemos” verle, a la de tres, en el entierro de su propio y ficticio personaje.

 

Mientras tanto, la moda tontipolitic acumula prosélitos. En la izquierda, las camisas de pana de Felipe se guardan ordenadamente en el armario de los ochenta. Hoy hace furor la ropa de los hiper más baratos. Luego vendrán los fastos indumentarios al más puro estilo lerrouxista. Uno de los afectados por este zafio movimiento ad lib es Pedro Sánchez, una de las incorporaciones recientes a la carrera despiadada por el poder en el Psoe. El político ya viste y calza al más genuino corte iglesista. Y en concordancia con el hábito del falso monje, su mensaje de captación de votos: avanzar hacia una gran alianza de generaciones. Las civilizaciones fenecen a manos de las generaciones.

 

La alianza de generaciones impone un cambio de cromos. Adiós a las viejas glorias y bienvenida a la cantera. La escuela psoecialista retorna a las prédicas del “novecento” con el fin de gobernar con el hambre del inicio del pasado siglo. La cultura de los ricos alumbra el talante formal de los pobres. La locura es un mal pasajero que termina con la enfermedad de los millones. Guardo en mi velasquinario un concepto dedicado a la moda por una creadora que me deja frio: “en teoría, la moda cambia cada 6 meses, y sin embargo, todo el mundo viste igual". (Agatha Ruiz de la Prada).

 

Pues eso. La moda de izquierdas presenta los mismos retales de siempre. Y si algún coco iglesias chanel quiere adelantarse a los ídolos de la haute couture de los escaños, prepárese a compartir calle en el sambódromo de la estupidez mental. La moda es como una jauría de lobos. En política, el más tonto es el primero en llegar a diputado. La tontipolitic no se enseña en las universidades. Tiene su asiento en las escuelitas de verano de los partidos.

 

Seis meses y, después, demodés. País de falaces.

 

Un saludo.

ESPAÑA EN ALMONEDA

 

 Pobres, acomplejados, miserables, faltos de valentía. España está en almoneda. Y no me refiero a la venta del territorio comprendido por los miles de pueblos abandonados a lo largo de toda la geografía peninsular. Una cosa es el éxodo rural y otra, bien distinta, la huida de la responsabilidad de conservación del patrimonio jurídico. Los inversores extranjeros podrán comprar tierras, inmuebles, empresas españolas, al amparo de la legislación en vigor. Lo que no les está permitido es aprovechar la enfermedad del país, para gobernarlo.

 

La prohibición ha de extenderse a los falsos inversores nacionales. Los manifiestos ataques a la unidad de España reclaman una estrategia urgente. La hoja de ruta pasa por el umbral de la definición de los partidos españoles respecto a la voluntad de mantener la configuración constitucional de nuestro país. Los ciudadanos defensores de la independencia de Cataluña y de País Vasco están en su derecho de alentar este espíritu. Conforme al dictado de las leyes, que no merced a la fuerza de la violencia y del chantaje. En el mismo sentido, los partidarios del modelo territorial de nuestra Carta Magna poseen legitimidad bastante para alinearse con los postulados históricos de la nación española.

 

La democracia es el gobierno de las mayorías basado en el respeto a las minorías. No al revés. El envenenamiento de las ideologías conduce a su descrédito. Si las ideas políticas se imponen sobre las normas nacidas al amparo de éstas, la arbitrariedad camparía a sus anchas y el cambio de las reglas del juego condicionaría la validez de cada partido.

 

He leído un reciente artículo de Pedro Sánchez. El candidato a la secretaría general del Psoe advierte que España no es negociable. El mensaje parece claro pero se queda en lo propagandístico. Sánchez debe despiezar, deconstruir, desguazar, el discurso. Se necesita conocer que los elementos son originales y no simples falsificaciones. Es imprescindible la garantía de calidad del producto. Cómo va a oponerse a sus correligionarios catalanistas o vasquistas. A no ser, claro, que su España innegociable se haya reducido previamente al territorio del que se han desgajado estas dos autonomías.

 

La inminente proclamación del Príncipe Felipe como Rey de España arrastra lixiviados que no se pueden tratar con disolventes de marca blanca. Los gritos en la calle, las guerras de pancartas y las bufonadas de los radicales centran los ruidos de unos pocos frente a la pasividad de los muchos. El poder reside, sin embargo, en los últimos. Si se hace dejación de esta facultad, los corsarios y los piratas se apoderarán de la plaza pública y, en lugar de la bandera de la concordia y de la convivencia, izarán la negra enseña del dolor y de la muerte en el mástil de la desgracia.

 

España no puede seguir en almoneda. Los especuladores no son simples emisarios de la oligarquía económica. Ni mucho menos. Son los ideólogos del braguetazo los principales interesados en romper la política de la fortaleza constitucional a fin de materializar la vieja y rancia máxima del divide y vencerás. Contra unos y otros, no cabe más oposición que el camino de la legalidad, de la rabiosa legalidad vigente. Eso sí, hay que recorrerlo con la firmeza del campeón del pueblo. Segundos y segundones, fuera.

 

Un saludo.

PAN NUESTRO DE CADA DÍA

(El presente artículo fue escrito con otro título en este mismo blog. La vida sigue igual).


 Somos hijos de nuestro tiempo. Del presente y del pasado. De la educación represora y frustrante pero disciplinada y sólida de antes, y también de la época de relajación y pérdida de valores de nuestros días. Hijos de nuestro tiempo que no es el tiempo de nuestros hijos. Nuestros hijos se debaten, entre asustados y atónitos, en el fangal de la nueva realidad que viven.

 

-Escuela, no, gracias. Obligaciones de estudiante, menos. Dinero. Quiero dinero. Exijo parné. Mis amigos no ven un libro y tienen coche, ropa de marca y todos los caprichos que les da la gana. Ni uno estudia. Pero trabajan. -¿En qué trabajan, hijo? En lo que sea, en un burguer, en una estiba, en un bar, en un taller, en lo que les salga. Sin seguridad social ni de ningún tipo, hijo. Sin protección, hijo. Sin futuro, hijo. ¿Y qué, padre? Para seguro ya tengo el tuyo y para protección la que me regalas. Quiero dinero, padre. Quiero vivir ahora, padre. Y si no quiero estudiar, porque para qué, pues trabajo en lo que me salga. Que no, hijo, que debes labrarte ahora el porvenir, que el antojo de hoy se convierte mañana en necesidad y, entonces, será demasiado tarde. Estudia, hijo.

 Casi el cincuenta por ciento de jóvenes entre 16 y 24 años están en paro. La mitad de los chavales no tienen un trabajo con el que matar su angustia por los libros. Unos hacen una carrera, otros remolonean en los bachilleratos de adultos, los hay que hacen de la pídola una rutina y, en fin, los que de la molicie doméstica levantan su bandera. No hay trabajo ni horizonte. Si se sumergen en la economía del negro, algo pillarán. Capital escaso y efímero además de peligroso. -No hay trabajo, joder. Qué quieres que haga. 

 -Hijo, que no debemos rendirnos. Que el David venció al Goliat. Que la supervivencia se forja en la lucha. Que la cosa va a cambiar, hijo. Que el desánimo es mal consejero. Calla, padre, que tú estás en el paro desde que cerraron Astilleros y mamá lo va a estar tan pronto la sucursal del banco se convierta en una oficina del INEM. Papá, que no me cuentes milongas. Que este Gobierno no crea, sólo destruye. Que los ministros y los consejeros, los alcaldes y los concejales no miran más allá de su bolsillo y del de sus familias. A los demás, padre, que nos den por allí. Que no, padre, que estudie Carracuca, que mi menda se buscará la vida como le venga. Porque quiero un coche, aunque sea usado, y un carnet para ver al Recre sin tener que colarme, y un par de billetes para irme con mi chavea a tomar dos copazos. Que no estudio más, padre, que para qué. Que el trabajo sólo es para los ricos o para los "enchufaos", padre.

 

  Déjate ya de monsergas y mira a tu lado. Mírate a ti. Mira a mamá. Que cuando se acabe el subsidio, os veo limpiando portales y escaleras. Que no, padre, que no. Que me voy a ganar el pan con el sudor de mi frente, pero no con la mentira de la esperanza. No hay esperanza, padre. Si tú, con 45 años, has perdido tu empleo, no te queda en la vida más que paro. Paro y paro. El Corbacho, maquillando. El Zapatero, orando. Vaya con ellos, padre, a ver si se les pega algo. Aunque no seas honrado, padre. Qué honradez ni qué niño muerto, padre, si no tenemos qué comer. Madre.


Un saludo.

VERTIDOS TÓXICOS

Al mar de la democracia. En mi país, España, hay gente amante de experiencias religiosas dentro del más profundo desprecio hacia la espiritualidad. En el colmo de la incoherencia intelectual y en la sublimación de la osadía más salvaje, los grandes gurús de la izquierda nos lanzan a las mayorías silenciosas al precipicio más abrupto. Se trata de que si hay muertes, que sean las del pueblo. Y de constatarse el fallecimiento colectivo, los secuaces redivivos del Hamelin más nefando, se librarían de la caída eterna. Juegan a avanzados pero son la encarnación de lo retrógrado.

 

La inminente proclamación del ciudadano Felipe de Borbón y Grecia como rey de España, es la flauta mágica que tocan los empiristas del mal para arrastrar a la ciudadanía a las fosas de las marianas del referéndum republicanista. Los golpistas sin tanques ni cañones se ciscan en el imperio de la ley para abrir una brecha en la mejor Constitución que nunca disfrutó España y, previo humedecimiento en alcohol, prenderle fuego.

 

Para estos iluminados, el problema del Estado es la Corona. No lo es el paro galopante ni las hipotecas embadurnadas de sangre de desvalidos. Tampoco lo es la corrupción de los partidos ni la fechoría legalizada de los bancos. Ni mucho menos, el estado catatónico de la sanidad y de la educación o el tsunami de la exclusión social. El rey. He ahí la gran lacra de nuestra democracia. Para la izquierda de cartón piedra, todo se reduce a la monarquía. En consecuencia, la solución es la República. Con un matiz, la República de izquierda.

 

A la tercera, va la vencida, se jalean. Lo de no hay dos sin tres, es lema de menesterosos y de tradicionalistas sin futuro. Según la tesis mayestática, con perdón, de estos republicanoides pueriles, basta reformar el Título II y allá donde se refiera Corona, rey, monarquía, herencia y términos afines a la idea clave, sustitúyase por Presidencia, presidente, electivo, etcétera, etcétera. Al cabo, de haberse producido esta modificación en 2011, la derecha de Rajoy hubiese ganado las elecciones generales con la misma distancia. Se hablaría, entonces, del triunfo electoral del PP en la España de la Tercera República. Y, sin embargo, los movimientos callejeros, las protestas, los separatismos, la quema de contenedores y cajeros, serían los mismos. Toda la democracia de estos esperpentos de lógica y madurez políticas pasa por la botadura del navío adecuado. No es la monarquía parlamentaria, se cabrean. Es la república. Cabezas brillantes y corazones perdidos.

 

La neutralidad dudosa de la monarquía dejaría paso a la descarada parcialidad del presidente de la República, nombrado por las organizaciones, de un signo u otro, ganadoras de los comicios. Si el PP se las llevara de calle, Aznar podría ser elevado a la Jefatura del Estado. Si lo consiguiera el PSOE, qué tendría de extraño que Zapatero se posesionase de La Zarzuela o incluso de El Pardo como sede de la Presidencia de la República.

 

Con todo, los republicanos no mostrarían su conformidad plena si la tricolor no ondea en los mástiles de todas las instituciones. Y eso sí, ay de quienes se atrevan a quemarla. Delito imperdonable e imprescriptible, próximo al genocidio. La bicolor constitucional es un trapo muy combustible carente de valor. Pero la de color morado en su tercera parte, la de  los trabajadores, esa es intocable.

 

En cuanto a los antisistema, se acabarían sus preocupaciones. En la España republicana, todos pertenecerán al sistema. Los capitalistas de la una y de la dos serán pasto de las llamas. En su lugar, los comisarios del nuevo régimen establecerán las pautas del paraíso informativo que nos aguarda. En cuanto a las privadas, serán vilipendiadas, en consonancia al rechazo que muestran ante los hospitales y centros de enseñanza de este rango. ¿O no se atreverán a revolverse contra los empresarios que alimentaron sus sueños a cambio de unas audiencias morbosas? Quién lo sabe.

 

Los derechos humanos se observan en las aguas de la transparencia legal y ética. Forman un océano universal. Cada vez que los dos grandes transatlánticos surcan sobre sus aguas, se respetan. Respeto que deja de ser cuando en vez de pasajeros libres, se transportan materiales radiactivos que se dejan caer al fondo hasta enturbiarlo.

 

La democracia es, en palabras de Lenin, una forma de gobierno que cambia de tirano cada cuatro años. En las elecciones republicanas, el cambio no es de jefe de gobierno, también de presidente. Dos por el precio de uno.

 

Me encantan las cohabitaciones.

 

Un saludo.

FAMILIA DE LOS ESCUALOS

 

 De adolescente, tuve la inmensa fortuna de estudiar el Bachillerato, elemental y superior, en un centro docente privado de Huelva. A base de becas que premiaban mi esfuerzo. Mis padres estaban más tiesos que una mojama. Entre los muchos y buenos amigos que guardo de aquella época dorada de mi vida, los más cercanos relatan anécdotas que me sacan la mejor de mis carcajadas.

 

Uno de los profesores, hombre bueno donde los hubiera, nos enriquecía con sus clases de ciencias naturales. El hombre dominaba la materia si bien en algunos temas nos mostraba carencias que provocaban la hilaridad colectiva. Los más ocurrentes entre esos alumnos describían sus palabras con un inmenso hilo de ingenio. –A ver, preguntaba a uno de la llamada “clase verde”, dígame usted algunos miembros de la familia de los escualos. El estudiante, ni idea. Confesada su ignorancia, el maestro respondía con rapidez su propia pregunta con el siguiente latiguillo: tiburón gato, pintarroja, pintarroja, gato, gato y pintarroja. No lo olvide. Es decir, sólo se sabía dos nombres pero los repetía en una cadena incesante como si relacionase una docena de ellos.

 

Viene el recuerdo a cuento de una entrevista televisada a un joven, cuyo nombre omito de manera contumaz, que se ha erigido en el póster electoral de una autocampaña destinada a demostrar cómo los electores podemos ser manipulados desde la caja tonta sin que los agentes del compadreo se sonrojen un poquito. Este muchacho, de elegante dialéctica y eficaz disfraz indumentario, tiene una inteligencia meridiana y acumula en su sabiduría de hombre joven todos los tics que pueden hacer de su persona un líder mediático en esta España de paro, pandereta, fútbol y salsas rosas. Repito. No digo su nombre que, por otra parte, sale en la pantalla pequeña a todas las horas de la horquilla pseudoinformativa.

 

Pues bien. Interrogado por la presentadora pijoprogre de la cadena progrepija, sobre la renta básica, el señor de las tertulias nos ilustró con una respuesta inmediata. La renta básica para todos los españoles se logra a base de auditorías a la deuda, de clavar a impuestos a los ricos, de terminar con los paraísos fiscales, de auditar a los paraísos, de fusilar a los auditores, de aumentar la deuda, de la deuda fiscal, del paraíso de los impuestos y de ricos jodidos. Lo que sabe el mozo. Las ideas que rezuma por su mente.

 

Pues eso. Cuando un tipo es un ignorante descarado, acude al mercado de la consigna casposa, de la ideología somnolienta y de las revoluciones pendientes a tres suspensos por curso, y allí se hace, a precio de saldo, con toda una artillería capaz de epatar a los intelectuales más cualificados del país. De ahí la diáspora de científicos y grandes profesionales españoles a otros países de Europa, de Asia y de América donde el saber sí ocupa lugar.

 

Y para las municipales, autonómicas y generales, más votos al zurrón de los líderes neoestalinistas. Qué alegría. Cuántos escualos. Cuántas víctimas de los tiburones.

 

Un saludo.

NINIS PAPALES

Con motivo de unas declaraciones del Papa Francisco, el argentino Bergoglio, la señora Díaz, a la sazón presidente de la Comunidad Autónoma de Andalucía, ha escrito una carta al Pontífice.

 

Las palabras del Papa han debido escocer a la gobernante sevillana. Que una autoridad moral de la altura del Obispo de Roma refiera, urbi et orbi, la gravísima lacra del paro en nuestra comunidad, ha dolido a la señora. No tanto por la úlcera sangrante en sí, archiconocida, sino por la difusión de la misma a niveles de universo mundo. Es que Francisco ha destapado la putrefacción que nos invade desde un punto de vista económico y político y a nadie gusta que desde fuera, y sobre todo desde la más alta instancia de la odiada Iglesia católica, deje en ridículo a la gobernante regional. Tiene tela que, después de casi cuarenta años de dominio del territorio meridional de España, el PSOE siga preguntándose de quién es la culpa del desastre social y del desempleo juvenil.

 

Con el fin de despejar balones fuera y liberarse de su responsabilidad en este desaguisado, que es mucha, doña Susana eleva a los cielos su compromiso de volcarse en la lucha contra el empleo y acabar con las dramáticas cifras del paro. Como si haber evitado los robos millonarios a las distintas consejerías no hubiesen sido la mejor fórmula de erradicar el bandidaje institucional de numerosos, y cualificados, dirigentes de su formación. La formación que se dice de izquierdas y que vive como la derecha más repulsiva.

 

La misiva a Su Santidad toca las narices a cualquier ciudadano con capacidad de conocimiento y de reconocimiento. La mujer está muy consternada, subraya en un barroco mohín de compungimiento, y a la vez que destaca la importancia del capital humano andaluz, calla sobre la magnitud del capital monetario desaparecido durante años. Tan contrita se muestra que ha pedido a Francisco una charla personal a ver si entre el argentino –pregunten por la Kirchner- y la española –conmilitona de Magdalena, de Chaves y Zarrías- logran poner fin al partido de los ninis contra los nones.

 

Díaz reitera su apuesta –con dinero público- por un empujón al empleo de los jóvenes porque es la única forma de hacerlos dignos y de que construyan su proyecto personal y profesional. Podía haber apostado antes del desfalco de sus compañeros de organización. La brecha social de Andalucía no se debe al PP. El agujero negro lo ha cavado el PSOE andaluz. Por tanto, si hay que sumar fuerzas para tapar el hoyo, que empiece por echar de su entorno a la pléyade de mangantes que han convertido Andalucía en la Sicilia española.

 

Hay que tener cara para hablar de futuro delante de un presente que muerde. La ilustre dama quiere involucrar al Papa. Hay gente que, con tal de sacudirse el polvo de sus hombros, recurre a mister Proper como causante de su suciedad. Desde 2012, Moody´s clasifica a Andalucía en la subcategoría de bono basura. Cómo que por qué. Por la razón más enfermiza: la corrupción.

 

Un saludo.

OJITO, MORENÉS, OJITO

 

 La Segunda República Española trató de ser todo lo pragmática que humildes quisieron mostrarse algunos de sus dirigentes. Como quiera que esta última virtud no acompañó a los Azaña y compañía, el valor del pragmatismo quedó en aguas de borrajas. No obstante, se intentó corregir errores del pasado y sanar males endémicos. Uno de estos males fue el del golpismo, el de los pronunciamientos, el de las asonadas, el de los espadones. La mutua antipatía y la recíproca desconfianza que se profesaban los líderes del Gobierno republicano y, en general, el estamento militar, condujeron a la promulgación de la "Ley Azaña". Con ella, se pretendía "capitidisminuir" la abultada nómina de oficiales (alrededor de uno por cada nueve soldados) incentivando el retiro, con el sueldo íntegro, de los que no quisieren jurar fidelidad a la recién advenida República. La respuesta llegó poco después con el fallido golpe sevillano del general Sanjurjo.


 El problema militarista, pandemia ignominiosa que padeció España a partir del siglo XIX, halló su continuidad a todo lo largo del siglo XX. Más atemperado, sí, pero igualmente desastroso. La sombra de Franco se alargó al esperpento del "tejerazo". 


 Preocupa a este articulista que el Estado español se desgaje. Le preocupa y mucho. En esta preocupación se funden el sentimiento de respeto hacia la mayoría nacional (sin desdeñar a la minoría) y la posición racional que se deriva del texto constitucional. Mas en esa fusión, la razón debe imponerse a cualquier veleidad sentimental o sentimentaloide. Cosa distinta es que, conforme a la ley en vigor y de acuerdo a la mayoría democrática, el soberano pueblo español, en libertad, decida modificar la Carta Magna y redactarla en términos distintos a los actuales. Eso es democracia. Lo demás, cuentos nacionalistas bélicos y/o totalitarismos de mala laya y peor conciencia.


 En consecuencia, por mucho que catalanistas de avaricia y falsos abertzales de salón propugnen la independencia, el imperio de la ley señala la indisoluble unidad de España, y al ejército encomienda, entre otras, esta noble misión. Ahora bien: tambores de asonada, ni uno. Ni el más quedo. El poder civil es el poder legal. Que el Gobierno es nefasto, el pueblo español sabrá cambiar el sentido de su voto donde se debe: en las urnas. En España, no caben ya el terror ni la apología del terror. Venga de donde venga. 



 Ahora bien: los nostálgicos de la nada y los buitres de la miseria no pueden engañar a los españoles de bien ni manipular a la opinión pública. Las reivindicaciones de los militares no son avisos de pronunciamiento. En absoluto. Se trata, simplemente, de exigencias laborales, de peticiones profesionales, de pretensiones sociales. El protagonismo histórico de unos cuantos barandas del ejército no nos debe dejar caer en la trampa de meter a todos los militares en el mismo saco. Ni mucho menos. Un ejército profesional eleva su rol y su rango a medida que esos trabajadores, funcionarios como tantos otros, son dignamente tratados por el Estado y en cuanto el Gobierno de turno respeta escrupulosamente sus derechos. Ahí quiero ver a los sindicatos semiverticales y a los sindicalistos más enfervorizados. 



 La clasificación entre militares leales a la República y fieles a la Monarquía es una aculturación. Militares respetuosos al imperio de la Ley. Ley que respeta los derechos de todos los militares. En el obligado plano de igualdad y de proporcionalidad. La norma debe procurar ciudadanos justos para que la no ley no engendre españoles justicieros.

 

Los militares deben mantener el ánimo firme y sereno, sin atender a absurdas provocaciones, y cumplir calladamente con su deber. El cumplimiento de su deber constitucional está por encima de cualquier anhelo o interés particular. Las proclamas secesionistas ahí quedan. Las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad del Estado, a lo suyo, al mando del legítimo poder de nuestra democracia.

 

Un saludo.

LA PRUDENCIA Y LA COBARDÍA

 

La decisión es una cosa; la resolución, otra; la solución tal vez nunca se alcance. 

 

Este articulista ha buceado en sus archivos. Allá por 2009, me refería con cierta acritud al conflicto que ya entonces había estallado en Caja Madrid. Decía entonces, y me reitero hoy, que no se puede confundir prudencia con cobardía. La primera es virtud que nos lleva a actuar de forma justa, adecuada y cautelosa. La cobardía viene a ser la prudencia degenerada al punto de entenderse como la antítesis del valor. Entre prudencia y cobardía se sitúa el tiempo de la decisión. La decisión no es capacidad, ni vicio ni virtud. Es resultado. Pues bien, concluía, la decisión es la materialización de un ser prudente/cobarde. En esa tríada de conocimiento se halla Mariano Rajoy. 


 La ciudadanía espera resultados, soluciones. En esa espera, confía que las decisiones de sus gobernantes respondan al arte de la prudencia y no al vicio de la cobardía o al desvalor de la indecisión. A Rajoy le ha caído encima un traje que le queda ancho, muy ancho. La presidencia del PP es mucha losa para tan poco pilar. Rajoy se muestra como abuelito bonachón que es zarandeado por nietos despiadados e hijos pachones. 


Los problemas internos de su formación se han ido aparcando pero no resolviendo. Caja Madrid levantó en aquellos años un huracán bautizado como Bankia que ha hecho volar las alfombras persas y ha destapado la miseria acumulada bajo ellas. Rajoy no ha sabido ni ha querido saber. Rajoy no ha contestado ni ha querido responder. Abuelito Mariano. No es que sea cobarde, es que es de un prudente tan extremo que se aposenta en el titubeo, en la perplejidad, en la vacilación, en la inseguridad. Se enfrenta a una papeleta y a una elección. 


 La papeleta es mandar al ostracismo a más de uno de los que, hasta la fecha, le han adulado hasta la náusea para revolcarse en fosas mareantes de corrupción. A sus espaldas y a sus expensas. La elección no era nombrar a Rodrigo Rato presidente de Caja Madrid. No. La elección era inclinarse por una forma de gobernar, basada en la legalidad y en la razón, o por otra forma de dirigir la Administración Pública, que reside en el efectismo y en la seducción. La diatriba es Aguirre o Gallardón. La duda es la que separa a las Aguirres de los principios de los Gallardones de las corazonadas, al Arriola de los gatillazos o al Monago de la política con mayúsculas, al club de las promesas incumplidas o al equipo de la España por fortalecer.


La resolución está en su mano. Si su liderazgo ya está seriamente tocado, a partir del 25-M, el hundimiento puede ser irreversible. En cualquier caso, su horizonte político se toca con la mano. No hay pecio que se rescate de la sumersión si en su interior no guarda un gran tesoro. Uno prefiere asirse a la rocosidad de los fundamentos por prosaicos que sean, a la "charis" de los embelesos. O sea, antes Esperanza que Alberto, antes Monago que Floriano y antes verdad que embaucamiento. 

 

Las autonómicas están más cerca de lo que algunos quisieran. Las sorpresas de las europeas van a dejar mudos, e inermes, a los malos secuaces del turnismo restaurador de Cánovas y Sagasta. Rajoy dista mucho de parecerse a don Antonio y Rubalcaba tiene de don Práxedes lo que Zapatero de Felipe. O sea, nada. 

 

Isabel II y Alfonso XII no tienen continuidad en Felipe VI. No sé si me entienden.

 

Un saludo.

 

 


LA SEÑORA PRESIDENTE

 

 Algunos critican mi renuencia al uso de los términos jueza o presidenta cuando designo a una mujer. Jueza o presidenta son mujeres que juzgan o que presiden. De ahí que, para subrayar la importancia de las señoras en el plano institucional, utilice los vocablos juez y presidente, precedidos del artículo determinado femenino singular para especificar que desempeñan los cargos con autoridad y potestad para juzgar y de cabeza de un gobierno, respectivamente. De esta manera, excluyo cualquier posibilidad de dar a entender que puede tratarse de la mujer de. En absoluto.

 

Sentado este liviano exordio de asentamiento de títulos, quiero salir en defensa de las mujeres en general, desde las sufridas amas de casa hasta las indesmayables damas que combinan las tareas del hogar con el trabajo en empresas ajenas. En este sentido, mi apuesta por doña Susana Díaz es incuestionable. Lo mismo que las críticas que realizo a la personalidad que ostenta la presidencia de la Junta de Andalucía.

 

Susana Díaz puede atesorar una categoría política formidable. Sin embargo, ese tesoro permanece oculto a espera de que se abra el arca y aparezca la calidad de la joya. Hasta el momento, los quehaceres de la señora Díaz no sobrepasan el límite del esperpento de un escaparate juvenil decorado por las expertas manos de un grupo de diseñadores de vuelta de todo. Ni ha ganado unas elecciones ni se le conoce mérito personal que explique su irresistible ascensión al olimpo del psoecialismo patrio. Salvo, claro está, arrimarse a los árboles semiderribados de los griñanes y compañeros de películas de terror.

 

Quienes esgrimen los datos de las recientes elecciones europeas, son presa fácil de cualquier analista maduro. El PSOE saca muchos puntos al PP. Algo tan cierto como indudable. Lo que se ha de tener en cuenta en esta interpretación son los modos y los poderes. La inmensa mayoría de las diputaciones y de los municipios andaluces están en manos de la gente de Susana. Si a esta entente de primera magnitud se agrega el poderoso manto de San Telmo y las ayudas gratuitas de don Mariano merced a su política de descomposición social, pues nada, a seguir gobernando durante años para desgracia de los millones de desempleados y de pobres de nuestra sacrosanta autonomía regional.

 

Susana Díaz es, hoy por hoy, la gran esperanza del aparato de su partido, el bastón al que se agarran los barones de Ferraz, el soporte mujer juvenil que pone cara de niña buena para tapar la sordidez  facial de algunos de sus más significados compañeros. Susana es el emblema de la fortaleza del congreso frente a cualquier estandarte de la ansiedad de democracia de sus militantes. Al tiempo, Díaz es la eterna sospecha del conocimiento de los fraudes, de la impunidad de muchos de los suyos y la coartada para seguir mangoneando en un país maltrecho por la crisis económica y por la desvergüenza de gran número de sus gobernantes.

 

Si Susana Díaz eligiera liderar el PSOE antes que seguir presidiendo la Junta, poco va a arreglar en Madrid y nada se va a notar su ausencia en Sevilla. Si se la desplaza de su entorno territorial y personal, Susana se convertirá en una pandorga agitada por los vientos dominantes que se reúnen en los madriles y se llevan por delante a los maletillas que quieren hacer carrera en las ventas de la capital.

 

La señora presidente sí tiene quién la adule. Por millares, como pelotas de viejo y nuevo cuño. La emperatriz deberá vestirse de forma adecuada so pena de que los del fuego amigo la dejen desnuda en un quítame allá esa gabela. Al tiempo.

 

Un saludo.

 

 

 







DESENCUENTROS

El País Vasco y Cataluña se pueden convertir en pesadillas para España. Los fantasmas del pasado reaparecen. No esperan a la noche para asustar. Se asoman sin disimulo al comedor de los dueños. Los estatutos se hacen chicos y la Constitución no es el crucifijo antisatánico.

 

Bildu y Ezquerra comparecen con toda impunidad, escoltados por peneuvistas y convergentes. El señor de las urnas tiene un miedo cerval a levantar la voz. Ni siquiera reúne fuerzas para hacerse respetar. Permite el avance de los espíritus de la ruptura democrática y no mueve un músculo para mostrar el libro de la ley. Rajoy se reviste de la más mantecosa mentalidad de Zapatero, el de la ventisca.

 

El derecho de autodeterminación adquiere firmeza a medida que los guardianes del tesoro de la unidad española se esconden entre el maquis de su decrepitud gubernamental. El derecho a decidir golpea con fuerza creciente las murallas del Jericó hispano. La trompetería electoral provocará el desplome fulminante de no pocos bastiones de la defensa de la nación. Se está dando alas a los secesionistas y se atreven a sobrevolar los cielos del Estado. Detrá de Bildu, Sortu y abrazando a todos, ETA. En Cataluña, Junqueras aprovecha la crisis de identidad patria para hacerse fuerte entre las almenas de la torre de su babel ideológico.

 

Parecerá contradictorio, pero los porrazos de las izquierdas hipernacionalistas ponen de los nervios a las derechas burguesas de Urkullu y de Mas. Los sorpassos de los primeros dejan en evidencia a los muñidores del separatismo moderado. Como si la división de un Estado multisecular pudiera ser el resultado sereno de un entendimiento de decenios. Vamos. Estos sorpassos son zarpazos a la integridad territorial. La sangre corre al final de la carrera alocada.

 

Las propuestas de federalismo de algunos iluminados muestran a las claras la falta de ideas y el exceso de ambiciones por el continuismo de los de siempre. Algunos debates han caducado y reabrirlos suelta un fétido olor a rancio. Entre tanto, Rajoy calla. En boca cerrada del presidente, las moscas infectan los labios. A partir de ellos, la patología está servida y el cuerpo, proclive a la recepción de la mortal enfermedad.

 

Desencuentros con uno mismo, lago de agua dulce para los amantes de lo ajeno, invasores del común y saltadores de caminos constitucionales.

 

Rajoy calla. Duerme. Nos mece en el balancín de su insoportable cancioncilla. Qué pena.

 

Un saludo.

 











MÁRTIRES DE HOY

 

 

Lo que hay que aguantar. En la “democrática” Sudán, convertirse al cristianismo comporta la condena a muerte. Código proporcional a las mentes obtusas de algunos dirigentes de religión islámica. Tiene tela.

 

Ahora vendrán los abogados de la mártir alegando defectos de forma y carencias procesales para tratar de rebajar la pena. Muy bien. Pero el problema reside en el fondo del asunto. Los estados democráticos del mundo silencian lo que es una barbaridad que no se reduce al caso de esta señora. La Sharía como fuente principal de derecho es una barbaridad tan grande como si la Biblia fuera la Constitución de un país civilizado.

 

Las guerras de religión han sacudido las entrañas de la humanidad desde sus albores. La necedad no se supera con los siglos. El fanatismo agrupa en su seno las decisiones que los tontos toman mientras los inteligentes deliberan. Decía el impío Voltaire -antes de morirse en el consuelo del catolicismo- que el fanatismo es a la superstición lo que el delirio es a la fiebre, lo que la rabia es a la cólera. Aquí se mata por amor a un dios de la misma manera que se quita la vida ajena por un paquete de cacahuetes.

 

En nombre de dios se cometen las mayores tropelías. Algunos se alegran, todavía, de estas acciones vituperables porque quienes creen, dicen, sobre todo si creen en Cristo, tienen que sufrir las consecuencias de su ignorancia. En Sudán se condena a muerte a una conversa y en Occidente se eleva a los altares del paganismo a los que desprecian la fe del cristiano. Burro el africano. Jumento el europeo.

 

Los desgraciados que atribuyen a la religión las causas de los males de la sociedad, no son más que sacerdotes, y sacerdotisas, de la peor religión de todas, la de la intolerancia laicista y la del laicismo intolerante, la que reverencia a la filantropía y practica la soledad del misántropo, la que predica respeto y ejerce la dictadura del pensamiento único.

 

Todos somos mártires en manos de los fascistas y de los totalitarios. Todos. Unos más que otros.

 

Un saludo.

VISITE GIBRALTAR, ESPAÑOL

 

 La coma. El signo de puntuación. Lo que cambia el sentido y lo que pervierte la historia. El lema publicitario no es la invitación cortés a visitar el Gibraltar español. No. El señuelo se dirige al español para que se dirija a Gibraltar. Al peñón británico en tierras de España.

 

El gobierno gibraltareño busca ganar tierras al mar y a la frontera española por ser más chulo que un ocho. Del mismo modo que tiene muy clarito que no hay soberanía sin dinero ni sin mercantiles ni sin chanchullos de tráfico. Esto se soluciona en parte a través del blanqueo que proporciona el turismo hispano. Comprar productos en Gibraltar constituye una excursión de éxito a causa del marco exótico que es esa roca florida en medio de un desierto económico.

 

Y tan claro lo tienen los llanitos, que se mofan de la indigencia de los vecinos de La Línea y del acomplejamiento endémico de los sucesivos Ejecutivos de nuestro país. Ofrecer dinero a la Balompédica Linense a cambio de lucir publicidad de Gibraltar en sus camisetas deportivas es todo un síntoma de la realidad vergonzante que vivimos. El pez chico se come al grande y a continuación vomita sus vísceras en señal de que mata por gusto y no por necesidad. Mientras tanto, el tiburón amaestrado presume de su tamaño y de sus agonizantes fauces.

 

Picardo pone en jaque a Susana y a Mariano sin que nadie acierte a combatir sus maquiavélicas armas de desprecio hacia lo español. Gibraltar se está convirtiendo, de facto, en el eje metropolitano de la zona. La condición de colonia de muchos territorios españoles necesita tratamiento psiquiátrico. El servilismo en nuestros días revela una enfermedad insufrible. Si el ayuntamiento de La Línea no gestiona y la Junta se pasa el día haciendo calceta ideológica de desempleo, el gobierno central debe pasar a la acción. Es improrrogable un plan de fomento del Campo de Gibraltar. La única forma de competir con los bandidos es hacerles frente con las leyes en una mano y con la fuerza de  la economía en la otra. El patriotismo trasciende la noción de sentimiento vacuo. A dios rogando y con el mazo dando.

 

La depresión que vive aquella zona de España nos debe hacer reflexionar. Preocupa que un trozo de tierra extranjera tenga la fuerza de un Estado que persigue el respeto. Ellos hacen su papel. Los españoles, el nuestro.  Sin embargo, nosotros actuamos como lacayos del señorito británico. Total porque el señorito se coloca “up” y los siervos se conforman con el “down”.

 

Pues visitemos el Gibraltar que dicen que fue español. Pero cuánto mejor sería potenciar la zona de en medio, que esa sí que es española.  Y muy española. Por ahora, que con tanto templagaitas, mañana se pasa al otro bando.

 

Un saludo.

EXÉGETAS DE TRES AL CUARTO

 

 Las elecciones europeas ofrecen tantas interpretaciones como resultados se han obtenido. Todo el mundo gana. Nadie pierde. Salvo los huérfanos del escaño soñado que les abra un quinquenio de vida feliz.

 

Los partidos políticos convierten a sus dirigentes en  mentirosos compulsivos. El currículum profesional de muchos de ellos se hace añicos cuando de argumentar su causa personal se trata. Sosa Wagner, eurodiputado electo por el partido de Rosa Díez, ha atribuido el desmoronamiento electoral de PP y de PSOE a los casos clamorosos de corrupción. El catedrático de derecho administrativo se queda tan pancho con su análisis de mantequilla. El factor corrupción es importante pero no definidor. Qué tontería. A poco que se mire alrededor de un  gobierno, nos encontramos que las causas de su debacle son de mayor calado. El mar profundo es el manejo de los organismo públicos los cuales, a la postre, constituyen el "noli me tangere", el no me tientes pero tiéntame que me tiro de cabeza al fango.

 

Observen si no a Andalucía. Si alguien conoce un territorio más herido por la corrupción, que levante la mano. No lo hay. Difícilmente lo habrá. Después de más de treinta y cinco años de poder absoluto en la región, los gobiernos psoecialistas han tocado todo los palos del mangoneo institucional, derivando a lo público con similar fortuna que a lo privado. Con un matiz y con un método. El matiz: que trasladan a la ciudadanía una red de dependencia clientelar que les sujeta y les coarta. A mayor nivel de desempleo, más votos a la izquierda de los ayuntamientos y de las diputaciones en manos del partido. El método: que desde el día siguiente a los comicios, la máquina de captación de votos comienza a funcionar a todo tren. Las obreras trabajan para los zánganos y la nueva reina garantiza una miel que la colmena azul no produce.

 

La decisión del pueblo soberano ha conducido al fracaso del bipartidismo.  Derrota momentánea que pondrá a cavilar a más de un Arriola de aldea. Derrota que obliga a cambiarse las pilas con toda urgencia. Las inserciones coyunturales de la extrema izquierda traerán quebraderos de cabeza. Pero para eso están los políticos, para despejar incógnitas y, sobre todo, para resolver los problemas de la gente común.

 

Las próximas municipales asoman su cabezota por la esquina. O los dueños de los cortijos se enmiendan, o no habrá mayorales que resistan las embestidas de la manada de toros bravos. Eso sí, agárrense bien a las riendas que vienen curvas muy peligrosas.

 

Los intérpretes de canciones macarras no dejan de ser vulgares. Mediocres. De tres al cuarto.

 

Un saludo.