PAN NUESTRO DE CADA DÍA
(El presente artículo fue escrito con otro título en este mismo blog. La vida sigue igual).
Somos hijos de nuestro tiempo. Del presente y del pasado. De la educación represora y frustrante pero disciplinada y sólida de antes, y también de la época de relajación y pérdida de valores de nuestros días. Hijos de nuestro tiempo que no es el tiempo de nuestros hijos. Nuestros hijos se debaten, entre asustados y atónitos, en el fangal de la nueva realidad que viven.
-Escuela, no, gracias. Obligaciones de estudiante, menos. Dinero. Quiero dinero. Exijo parné. Mis amigos no ven un libro y tienen coche, ropa de marca y todos los caprichos que les da la gana. Ni uno estudia. Pero trabajan. -¿En qué trabajan, hijo? En lo que sea, en un burguer, en una estiba, en un bar, en un taller, en lo que les salga. Sin seguridad social ni de ningún tipo, hijo. Sin protección, hijo. Sin futuro, hijo. ¿Y qué, padre? Para seguro ya tengo el tuyo y para protección la que me regalas. Quiero dinero, padre. Quiero vivir ahora, padre. Y si no quiero estudiar, porque para qué, pues trabajo en lo que me salga. Que no, hijo, que debes labrarte ahora el porvenir, que el antojo de hoy se convierte mañana en necesidad y, entonces, será demasiado tarde. Estudia, hijo.
Casi el cincuenta por ciento de jóvenes entre 16 y 24 años están en paro. La mitad de los chavales no tienen un trabajo con el que matar su angustia por los libros. Unos hacen una carrera, otros remolonean en los bachilleratos de adultos, los hay que hacen de la pídola una rutina y, en fin, los que de la molicie doméstica levantan su bandera. No hay trabajo ni horizonte. Si se sumergen en la economía del negro, algo pillarán. Capital escaso y efímero además de peligroso. -No hay trabajo, joder. Qué quieres que haga.
-Hijo, que no debemos rendirnos. Que el David venció al Goliat. Que la supervivencia se forja en la lucha. Que la cosa va a cambiar, hijo. Que el desánimo es mal consejero. Calla, padre, que tú estás en el paro desde que cerraron Astilleros y mamá lo va a estar tan pronto la sucursal del banco se convierta en una oficina del INEM. Papá, que no me cuentes milongas. Que este Gobierno no crea, sólo destruye. Que los ministros y los consejeros, los alcaldes y los concejales no miran más allá de su bolsillo y del de sus familias. A los demás, padre, que nos den por allí. Que no, padre, que estudie Carracuca, que mi menda se buscará la vida como le venga. Porque quiero un coche, aunque sea usado, y un carnet para ver al Recre sin tener que colarme, y un par de billetes para irme con mi chavea a tomar dos copazos. Que no estudio más, padre, que para qué. Que el trabajo sólo es para los ricos o para los "enchufaos", padre.
Déjate ya de monsergas y mira a tu lado. Mírate a ti. Mira a mamá. Que cuando se acabe el subsidio, os veo limpiando portales y escaleras. Que no, padre, que no. Que me voy a ganar el pan con el sudor de mi frente, pero no con la mentira de la esperanza. No hay esperanza, padre. Si tú, con 45 años, has perdido tu empleo, no te queda en la vida más que paro. Paro y paro. El Corbacho, maquillando. El Zapatero, orando. Vaya con ellos, padre, a ver si se les pega algo. Aunque no seas honrado, padre. Qué honradez ni qué niño muerto, padre, si no tenemos qué comer. Madre.
Un saludo.
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