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Francisco Velasco. Abogado e historiador

SEMANA DE PASIÓN

 

 Con Antonio Banderas. Las fotografías de la presidente andaluza con el actor malagueño son elocuentes. Qué risas y qué jolgorio se traen los dos. Más que semana de pasión, parece la feria de Sevilla o la fiesta de carnestolenda a juzgar por el hábito –que en nada hace al monje- del yerno de Tippi Hedren.

 

Atrás ha quedado la feria de las vanidades femeninas de las corralas complicadas y de las utopías fáciles. El olvido es una terapia insuperable cuando de distraer dinero ajeno se trata. Dos mil millones de euros. La policía cree que altos cargos de la cuerda de Doña Cortés y de Doña Susana se han quedado con el pastizal destinado a cursos de formación.

 

Da igual. La salvadora/enterradora de Andalucía sigue la estela de los cirios y expresa su recogimiento ante los cristos y las vírgenes con la misma religiosidad de ida y vuelta con que acomete los decretos de retirada de competencias a la consejería de Fomento. En tanto, el Servicio Andaluz de Empleo mira el cortejo de las golondrinas que ya hacen primavera y el Servicio Andaluz de Salud descansa su administración entre enredos ortopédicos y productividades ficticias.

 

Miércoles Santo. El fútbol agrega garrafones de alcohol barato a la borrachera colectiva que hace un paréntesis en la procesión de turno para incendiar el otro flanco del imaginario violeta de la copa del rey de España. Luego, eufóricos unos y lívidos los otros, a reanudar el desfile de embozados que confunden las imágenes santas con cromos de excelsos rostrillos del balompié patrio. Susana sigue a lo suyo. Hoy con Banderas y mañana con ese otro gran actor de apellido Chaves.

 

El andaluz de a pie, que no currante, se santigua ante tanto desatino. Y del empleo, qué, se dice en voz bajita. Y de la hipoteca que le asfixia. Y de los impuestos que le ahogan. Y de la cirugía pendiente.

 

La semana de pasión se prolonga en Andalucía. Las próximas elecciones europeas marcarán la nueva tendencia. A seguir sufriendo. Susana se las llevará de calle. Y si es un adarve, se tira el muro con el martillo pilón de los valderistas/carteristas. Qué emoción. Qué llanto. Qué sufrimiento.

 

Dos mil millones de euros. Dos mil destituciones. Una dimisión: la de la señora que predicaba transparencia desde su búnker de hierro.

 

Un saludo.

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