MONTERO Y MONTORO
Consejera y ministro. Uno no sabe qué hacer con estos especímenes de políticos españoles. El del PP, un ejemplo a no seguir a la hora de estrujar los ingresos de los más débiles. La del PSOE, un modelo insufrible de chulerías.
Resulta que Doña María Jesús Montero, consejera de la Junta de Andalucía destinada, por dedazo de Susana, a las funciones de Hacienda y Administración Pública, se dedica en un foro a decir una cosa y en otro, a proferir la tesis contraria. Si ayer se mostró partidaria indiscutible de la transparencia política, hoy se cubre con el burka del partidismo y prima la lealtad institucional (sic) sobre la claridad absoluta. Todo depende del color que interesa destacar al técnico de luminotecnia del gobierno andaluz.
La señora Montero, la transparente, dice que no facilita ni una cifra del dinero que la Junta adeuda a los ayuntamientos ni de las deudas que éstos han contraído con la Junta. Un sol esta mujer. Deslumbra hasta cegar. Consejos a los demás que ella no sigue.
El visir Diego Valderas ha destacado que la Administración de la Junta debe a los ayuntamientos la tercera parte de lo que éstos tienen pendientes de abonar a la Junta. Lo que no dice el jefe de Izquierda Unida es qué ayuntamientos deben y cuánto han de recibir. Poner a todos en el mismo saco es la peor manera de activar los mecanismos de eficacia y de eficiencia. Por el contrario, si se quiere primar la buena praxis administrativa, distíngase a los serios de los del cachondeo.
De la transparencia a la opacidad media un paso. Es el tránsito de que convenga escudar a un consistorio psoecialista o bien se trate de hacer leña del municipio pepero caído en desgracia. Los agujeros negros de las deudas inciden en la elaboración de presupuestos municipales. Las haciendas locales están a la última pregunta.
De esta forma, la casa sin barrer. Pues nada, centenares de alfombrillas de mercadillo para tapar la polvareda. Lealtad a las instituciones, sí. Después de limpiar los cristales, paredes y suelos. Entonces, sí se respetará al pueblo.
Un saludo.
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