BLESA: PREFERENTE, PRETERIDO
Si alguna estafa ha conmocionado a la sociedad española ha sido la de las preferentes. Junto a ella, la de las cláusulas hipotecarias. Una y otra han elevado a los bancos y a los organismos reguladores a la categoría de chorizos institucionales.
Al juez Elpidio le ha salido caro el haber ordenado enjaular al león de Bankia. Acaso por irregularidades procesales más que por razones de fondo. Sin embargo, Blesa no escapará impune del fangal que él contribuyó a generar. Uno piensa que el exbanquero se aprovechó de la credibilidad de la institución ante sus clientes para consolidar el capital cajista o para ocultar su insolvencia. Ello, a sabiendas de la calificación de las preferentes como bonos basuras. Mientras unos se han lucrado, otros han recibido la visita de la ruina.
Sin embargo, el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores se guarecen de la tormenta bajo el soportal del sistema. En 2012, el Servicio de Reclamaciones del Banco de España registró más de catorce mil reclamaciones y quejas. Y no se enteró. El supervisor ni estaba ni se le esperaba. Todo se reduce a un punto: en la colocación se ha abusado de la confianza de los clientes. En cambio, los poderes públicos, lejos de tutelar a los consumidores y de cumplir con su función fiscalizadora, se han aliado en un infame coito de silencio con el poder de la banca y ha frustrado las esperanzas legítimas de miles de ahorradores.
La solución pasa por los tribunales de justicia. Lo de los arbitrajes es un híbrido que provoca escepticismo añadido. Salir del paso mediante quitas infames o esperas interminables no es solución. Es una nueva trampa en la que se atrapará a la mayoría de los pobres desesperados.
Blesa puede pagar por su actuación. Pero hay muchos Blesas. Muchos. Ninguno debería escapar a la acción ciega de la justicia. Es que los preferentes difícilmente llegan a preteridos.
Un saludo.
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