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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ENTRE HORMIGOS Y MALENI

UGT ha hecho uso de su derecho a elegir lideresa. Por el atajo antidemocrático del dedo zumbón. Que no por el camino del congreso.

 

La nueva Secretaria General del sindicato del Psoe parece no tener abuela. En su primera declaración pública, la atractiva señora pone especial énfasis sobre dos aspectos de su persona. En primer lugar, se refiere a su intelecto y resalta el carácter científico de su pensamiento en cuanto, suponemos, sublime precisión de sus diagnósticos como especialista en sanidad. En segundo lugar, alude directamente a su físico. En este sentido, subraya la apariencia juvenil que la adorna y, al mismo tiempo, lanza el mensaje subliminal de que las rubias no son tontas. De ahí que mi cabeza se haya ido por los cerros del símil y Doña Carmen me haya recordado cómo dentro de la izquierda existe multitud de mujeres valiosas, interesantes, preparadísimas, liberales y dueñas de un gran patrimonio moral. Y económico, por supuesto.

 

Doña Carmen Castilla ha comenzado, además, lanzando chinitos a la cara de su correligionaria, la presidente de la Junta. Si Susana nos demanda firmeza y transparencia, nosotros, dice, le reclamamos a ella reciprocidad. Este contenido es susceptible de malinterpretarse. Claro. Parece como si amenazara a la sucesora de Griñán. Si tú me cortas el grifo de las subvenciones, ayudas y prebendas, y si pesquisas mis facturas, servidora va a descubrir el material de ese grifo y sacará a la luz los chismes ocultos de la organización que su homónima preside. Lo mismo, no, pero las sospechas me asaltan.

 

En cualquier caso, la señora Castilla nos advierte sobre su beligerancia. La dama está dispuesta a acabar con todos los fascistas de la derecha reaccionaria. Nada nos traslada sobre su decisión científica de poner fin a la corrupción intestina que se expande por la organización sindical. Ni una mención honorífica a su participación en los hechos execrables del saqueo de caudales públicos. Ni un reproche ni una contrición ni un arrepentimiento.

 

El parche no es de tuertos. De ciegos con irreversible invidencia. Lo único que me anima a seguir creyendo en el cambio es que doña Carmen Castilla es toda una mujer, científica, atractiva, que aparenta treinta y pocos años y que me recuerda una mixtificación entre Hormigos y Maleni, grandes políticas ellas. Hechas a sí misma a base de esfuerzo e inteligencia.

 

El primer paso, restituir lo que procede. Y luego, ya sabe.

 

Un saludo.

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