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Francisco Velasco. Abogado e historiador

OBLIGACIONES NEGATIVAS

 

 El filósofo Thomas Pogge es uno de los apóstoles del término “obligaciones negativas”. Para el pensador alemán, la bondad no consiste en beneficiar a los demás, que también. La clave radica en no causarles perjuicios. Es la responsabilidad colectiva que nos exige la democracia.

 

Pogge nos habla de obligaciones, que no de deberes. Las primeras son singulares. Los segundos, generales. Un hijo puede tener el deber general de atender a sus desvalidos padres ancianos y pasarse por el arco de su grandeza social y económica la obligación de atenderlos en sus necesidades siquiera afectivas.

 

Ese hijo se rige por el derecho civil de reclamar la herencia y, abyecto en su pozo de ambición, reniega de cultivar, siquiera un rato, el trato emocional a sus causahabientes. O sea, ni los respeta ni los protege ni cumple con ellos. Se trata de una síntesis apresurada de lo que expresaba el Comité sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas en su Observación General 12.

 

El cumplimiento de los derechos humanos se ve muy afectado por las instituciones sociales. La familia es una de ellas, la más importante. Es correcto reconocer los deberes y participar en sus obligaciones. Cuando esto no ocurre, se infringe el derecho de respetar y el deber de no colaborar. Con lo cual, del incumplimiento a la violación, sólo dista un paso.

 

El anciano, el adulto mayor, posee derechos incardinados en la estructura general de los derechos humanos y deben ser íntegramente respetados. Como ciudadanos que son. Como receptores de apoyo familiar necesario para garantizarles una vida saludable, segura, útil y agradable. Como acreedores de un trato digno y no discriminatorio. Como beneficiarios de la comprensión y cariño de sus descendientes directos.

 

Si Fulanito impide a sus padres asistir a una conferencia pública porque su presencia le incomoda, Fulanito no sólo incumple sus deberes y obligaciones, sino que viola los derechos de sus progenitores. Fulanito es, en realidad, un fulano mal nacido. Mucha misa, mucho puño en pecho, mucho sermón y ninguna chicha religiosa o ética. Sus deberes comienzan en el minuto en que afloran sus obligaciones. Tanto las imposibles positivas como las erradicadas negativas.

 

Fulanito no tiene identidad. Los fulanos, menos.

 

Un saludo.

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