LA EXTREMA ESTUPIDEZ
Chaves, don Manué, la eterna canción. La canción sin melodía y con letra de consigna. De la generación del escaño perpetuo, Chaves pertenece al cabildo catedralicio de la iglesia de los santos santurrones. Con Guerra, Felipe y otros compañeros más ya metiditos en años. Nadie como ellos entona las vísperas y los laudes. De la política comieron y de la política siguen viviendo. De lujo.
La corrupción acompañó sus andares y la buena vida circunstancia sus sentares. Sentar, que no sentir, porque la sensibilidad queda lejos a estos abuelastros de la patria. Carcomidos por las polillas de la corrupción y por las termitas de sus instituciones. Pero qué vamos a hacer si el partido les cobija como hace el manto de la virgen con los desamparados. Son las cosas del querer que dispone el poder.
Pues resulta que el expresidente y virrey andaluz contemplaba con simpatía las presiones y los escraches que los agresores de carnet y los violentos del puño realizaban, cada dos por tres, a la gente del Partido Popular. Le daba igual que dirigieran las presiones contra un concejal de pueblo que ante la mismísima vicepresidente Soraya en la puerta de su casa particular. Nunca mostró su descontento don Chaves ante tamañas manifestaciones de acoso.
Sin embargo, basta que cambien los vientos de la tensión para que la formidable fuerza del escrache se convierta en una guerra con muertos y heridos. Si el protagonista es el sicario de pago de la izquierda, todo muy bien. En cambio, si quien se permite la licencia es la derecha imberbe, el espectáculo es bochornoso. Las dos varas de medir de la pseudoizquierda española y la hábil política de comunicación de sus medios afines se revelan en toda su dimensión con este caso.
El señor Chaves ya ha intervenido en la Voz para canturrear el estribillo manido del comportamiento antidemocrático de quienes supuestamente acosaron a la presidente Susana y de la existencia de ultras peligrosos en las filas del PP. Tiene olfato el viejo zorro de Sevilla. El gran hacedor de los expedientes de regulación de empleo se echa las manos a la cabeza y medita impulsar unos maitines en la celebración ritual del próximo Pleno del Partido. Hay que erradicar a la derecha, dirá. Si los ciudadanos siguen votando al PP, cómo puñetas seguirán los de siempre disfrutando de las exquisiteces de la gastronomía y de la hostelería hispanas.
La extrema estupidez de las palabras de Chaves esconde un mensaje de muy mala leche ultraica. No se olvide.
Un saludo.
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