LA ATERRADORA IMAGEN DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA
La competitividad de la economía es la clave. Lo hemos dicho en artículo reciente de este blog. El Banco Central Europeo, por medio de un miembro de su Comité de Dirección, se ha dejado caer con declaraciones contundentes de la hondura de la frase que da título al presente comentario y de la que a continuación recogemos literalmente: "El que niegue que las instituciones del mercado de trabajo español son defectuosas, se está engañando". El que España aporte a la UE casi la mitad de los parados, preocupa con razón. De ahí que voces solventes reclamen una urgente reforma laboral, especialmente en materia de negociación colectiva.
En la práctica, el mercado de trabajo posee una conformación individual que se exterioriza mediante la demanda de trabajadores por parte de la empresa, y una conformación colectiva en la que los grandes sindicatos negocian hasta firmar un convenio colectivo. En esa práctica, no hay mercado de trabajo, pese a su doble conformación, si el trabajador no es libre. ¿Son los sindicatos los guardianes de la libertad o los talibanes de una ideología inaplicable en estas fechas?
Las políticas activas del mercado de trabajo no tienen más fundamento que la lucha contra el paro, a través de la incentivación de la creación de empleo. Sin embargo, nuestro mercado de trabajo presenta deficiencias evidentes cuya corrección no debe demorarse un minuto más. En este sentido, las deficiencias se mantienen. Veamos algunos ejemplos. La política activa de formación ya ocupacional, ya continua, no cumple su objetivo de cualificar a los que están en situación de desempleo y a quienes tienen la fortuna de poder trabajar. No cumple ese objetivo. Se está convirtiendo en un Fondo en el que se solapan las gruesas e impublicables estadisticas del paro. Un segundo ejemplo lo aporta la política activa de medidas de fomento del empleo, a través de incentivos y subvenciones o incluso a través de la creación de empleo por parte del propio sector público. El Plan "E" tiene tres meses de vida y el número de funcionarios es, notoriamente, excesivo. Una tercera política activa sería la de medidas a favor de colectivos desfavorecidos, o sea, a los jóvenes, a las mujeres, a los minusválidos, a los mayores de 45 años; la realidad nos muestra que son testimoniales, aparentes, de escaparate, de imagen virtual. Un cuarto ejemplo nos lo proporciona la política activa de medidas de colocación, es decir, de facilitar un empleo adecuado a los trabajadores y del acceso a la mano de obra a las empresas. Resulta obvio que esta política destaca por su ineficiencia e inoperatividad.
El mercado laboral español se define por la alta temporalidad contractual, hasta el punto que un 35% trabajan de forma eventual, lo que representa casi el triple de la media comunitaria. En este contexto, ¿qué impide a CC.OO y a UGT admitir la reforma laboral que preconizan los empresarios pero también las instituciones comunitarias? ¿Qué impele a ZP, a Caldera y a Corbacho a alinearse férreamente con los dos grandes sindicatos? ¿Qué se esconde tras este enrocamiento? Si la situación es gravísima y se avizora comatosa tras el estío, ¿qué pretende el Gobierno (con perdón) socialista (de nuevo excusas) que preside (es pura insustancia) el señor Zapatero? Les ruego una reflexión: ¿se puede prolongar la vida de un Gobierno artificialmente, haciendo creer a los pacientes que la enfermedad se alivia con simples tiritas? Este hacer creer significa engañar. Los españoles no nos merecemos un Gobierno que mienta tanto. De verdad que no.
Un saludo.
En la práctica, el mercado de trabajo posee una conformación individual que se exterioriza mediante la demanda de trabajadores por parte de la empresa, y una conformación colectiva en la que los grandes sindicatos negocian hasta firmar un convenio colectivo. En esa práctica, no hay mercado de trabajo, pese a su doble conformación, si el trabajador no es libre. ¿Son los sindicatos los guardianes de la libertad o los talibanes de una ideología inaplicable en estas fechas?
Las políticas activas del mercado de trabajo no tienen más fundamento que la lucha contra el paro, a través de la incentivación de la creación de empleo. Sin embargo, nuestro mercado de trabajo presenta deficiencias evidentes cuya corrección no debe demorarse un minuto más. En este sentido, las deficiencias se mantienen. Veamos algunos ejemplos. La política activa de formación ya ocupacional, ya continua, no cumple su objetivo de cualificar a los que están en situación de desempleo y a quienes tienen la fortuna de poder trabajar. No cumple ese objetivo. Se está convirtiendo en un Fondo en el que se solapan las gruesas e impublicables estadisticas del paro. Un segundo ejemplo lo aporta la política activa de medidas de fomento del empleo, a través de incentivos y subvenciones o incluso a través de la creación de empleo por parte del propio sector público. El Plan "E" tiene tres meses de vida y el número de funcionarios es, notoriamente, excesivo. Una tercera política activa sería la de medidas a favor de colectivos desfavorecidos, o sea, a los jóvenes, a las mujeres, a los minusválidos, a los mayores de 45 años; la realidad nos muestra que son testimoniales, aparentes, de escaparate, de imagen virtual. Un cuarto ejemplo nos lo proporciona la política activa de medidas de colocación, es decir, de facilitar un empleo adecuado a los trabajadores y del acceso a la mano de obra a las empresas. Resulta obvio que esta política destaca por su ineficiencia e inoperatividad.
El mercado laboral español se define por la alta temporalidad contractual, hasta el punto que un 35% trabajan de forma eventual, lo que representa casi el triple de la media comunitaria. En este contexto, ¿qué impide a CC.OO y a UGT admitir la reforma laboral que preconizan los empresarios pero también las instituciones comunitarias? ¿Qué impele a ZP, a Caldera y a Corbacho a alinearse férreamente con los dos grandes sindicatos? ¿Qué se esconde tras este enrocamiento? Si la situación es gravísima y se avizora comatosa tras el estío, ¿qué pretende el Gobierno (con perdón) socialista (de nuevo excusas) que preside (es pura insustancia) el señor Zapatero? Les ruego una reflexión: ¿se puede prolongar la vida de un Gobierno artificialmente, haciendo creer a los pacientes que la enfermedad se alivia con simples tiritas? Este hacer creer significa engañar. Los españoles no nos merecemos un Gobierno que mienta tanto. De verdad que no.
Un saludo.
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