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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA HORA DE CATATONIA

 

 Las elecciones autonómicas de Cataluña están provocando catatonia. Acaso el síndrome esquizofrénico sea muy anterior. La rigidez del músculo cardial y la barrera de estupor mental que se observan en los grupos políticos independentistas, les sume en un estado de máxima excitación. Cataluña se está convirtiendo en Catatonia. Hasta dónde y hasta cuándo.

 

Uno analiza la componente catatónica del Partido Soecialista que dirige el triste pero listillo Montilla y se hace cruces, con perdón, al escuchar sus proclamas de dependencia independiente, de nacionalismo extranacional de la internacionalidad más ultranaciente. No se entiende, ya lo creo que no, pero de eso se trata. De elevar a nivel de estupidez de gran calado lo que no es sino una estupidez epidérmica.

 

En cuanto a Convergencia i Unió, qué voy a referirles. Artur Mas y Durá i Lleida se baten en vanguardia del soberanismo trasnochado. Marchan en cabeza de los sondeos. Se distancian de la debacle que se presume del montillismo pero no lo bastante como para reconquistar la Generalitat que les arrebató el tripartito de Saura, Carod y, cómo no, Montilla. El trío calavera se la puede meter doblada otra vez. En tanto la mayoría absoluta no sea una realidad, el burgués Mas y mosén Durá hincarán los apéndices en la roca del Montseny. A cara de perro y con patas de caimán, los uniconvergentes se aprestan a echar el resto. Jordi, el ex banquero político y el político ex banquero, mide los tiempos y cuenta los días para la cita del veintiocho. PP, musita. Camacho, susurra. Incluso Vidal, cuadra. Juego de palabras, guerra de intenciones.

 

La Ezquerra de cine malo italiano medita, junto al soviet putiniano, acerca de su futuro inmediato. Benat se resiste a dejar las prebendas de derechas que un izquierdista más falso que una moneda de latón disfruta a su pesar. Qué sacrificios hace este hombre por los catalanes sin techo. Coche de lujo, chófer servil, asientos de palco, restaurantes de no sé cuántas estrellas y tantas incomodidades del cargo. Por favor. Puigcercós, agotado el crédito de Carod, apela a la épica de la libertad del gulag y de la igualdad de la checa soviética. De los nervios. Están que se la cogen con papel de fumar. Ahora, eso que conste, que si, a fuer de dar la vida por Cataluña, se ven obligados a pactar con la derecha de los Ríus, se humillan y qué se va a hacer.

 

Peor lo tiene Laporta. El barcelonista de chequera fácil es un artista de la demagogia. Iniesta, Xavi y Messi se funden en este hombre con cara de niño pillo y estómago ferruginoso. Independentismo es su bandera de enganche etílico,y odio a España el pendón de su mensaje desventurado. Llama la atención en un estadio semivacío y ante un público aburrido del fútbol cansino de un equipo acabado.

 

Catatonia catalana o Cataluña catatónica. Los resultados electorales sacarán a unos de ese estado febril. A otros les sumirá en una desesperación irreversible. En cualquier caso, Cataluña perderá. Se consuelan con los triunfos del Barça sobre el Madrid a sabiendas de que Aguirre les está dejando muy atrás en la carrera de la economía, del progreso, de la competitividad y del crecimiento. El espectáculo me recuerda la Italia de Vittorio de Sica. ¿Y el duce? Está en Madrid, descansando en la Moncloa y haciendo footing por el Patrimonio Nacional.

 

Un saludo.

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