VIVIDORA BIBIANA
Un informe de fiscalización del Tribunal de Cuentas nos ilustra sobre los tejemanejes de la ministra Bibiana. Exministra lo será ahora. El informe se refiere al personaje autor del “papá, soy ministra”. Una lotería. Tan improbable como confundir el sorteo con la monja Sor Teo.
Que durante el reinado ministerial de la gaditana se han detectado deficiencias a go go. Cómo es posible con lo modosita que se mostraba y lo garantista que presumía. Esta señora escondía… Igualdad, poca. Discriminación, a espuertas. Transparencia, cero. Publicidad, qué es eso. Contratos públicos, por un tubo. Método, el de urgencia. Beneficios, para empresa determinada. Justificación de las prisas, ninguna. Los disparates contables corrieron paralelos al desatino político y al despilfarro económico. Una bendición, la moza.
En una empresa privada no hubiera pasado de administrativa o de secretaria de negociado. En la Pública, ministra. Y a barrer para casa que la escoba dura dos días. Heredera del zapaterismo más basto, Bibiana es causahabiente de la política tosca servida en carita de ángel. Como el leonés. Entraron en nuestras vidas y elevaron la medianía a la categoría de Nobel. Cazaron la fortuna y se lucraron a costa del papanatismo patrio. Mantenidos por el pueblo, disfrutan de una vida de lujos y dispendios. Introducidos en un círculo social impensable, simulan desenvolverse en él como tiburón en una ducha.
Vive mucho. Trabaja poco tirando a lo justo. Carece de complejo e ignora la responsabilidad. Sus escasos escrúpulos hacen de esta especie un colectivo inacabable. Su descaro dialéctico suple las carencias de su gestión laboral. Si te pillan, se niega y punto. La sensiblería y el oportunismo se visten de ideología para tapar el ansia material.
El Tribunal de Cuentas ha sacado los colores a Bibiana. Ella ha hecho uso del maquillaje blanqueante facial. No sea que los ojos delaten su estado de ánimo y desde fuera se advierta la dureza escondida.
Bibiana, Bibiana.
Un saludo.
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