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Francisco Velasco. Abogado e historiador

MUERTE DE UN MUCHACHO

 

                Qué está pasando. Dónde estamos. Cuál es el camino de la humanidad. Los cimientos de nuestra sociedad se desmoronan. No por viejos. Por débiles. No por antiguos. Por inconsistentes. Cuando las sensiblerías suplen  a las sensibilidades y el escaparate deslumbra al espectador inconsciente de la miseria interna del establecimiento, entonces se explica la tormenta de sentimientos encontrados.

 

                La muerte de un chico polaco de 23 años a causa de un cuadro agudo de desnutrición, clama al cielo. Al cielo pedirán explicaciones el muchacho y los que crean en su existencia. A la tierra. Yo reclamo al poder de la tierra. Yo denuncio al gobierno andaluz. Yo nombro a los difuntos de quienes debieron ayudarle y lo pusieron de patitas en la calle. Yo exijo al Servicio Andaluz de Salud que investigue el alta hospitalaria del joven. Yo acuso al SAS. Al SAS que viene de deSAStre. Al  SAS que confecciona trajes de pino. Al SAS de pandereta que se quita al muerto de en medio. Al SAS de urgencias imposibles. Al SAS de directivos calvos de vergüenza y de ética. Al SAS.

 

                Muerte de un muchacho en una sociedad que se dice de bienestar pero que no puede tapar su úlcera institucional. Alta médica a un casi niño de 23 años y 30 kilos de peso. Alta médica. Harto de médicos sin entrañas y de burócratas automatizados. Harto de asesores de salud mental y coordinadores de sanidad selvática. Harto de consejeros y de vicepresidentes que pelean por una vara de mando con la que golpear a los demás. Harto de altas sin sentido y de bajas sin fundamento. Harto de esta tropa de famélicos morales que hacen desvanecerse al ejército de desnutridos físicos. Harto.

 

                La Junta te exprime, te oprime y te suprime. Te promete servicios grandiosos y te concede la gracia de no quejarte. Te hace creer que la educación de tus hijos será de calidad extra y compruebas que, al cabo, es de suprema miseria. Te vende una asistencia sanitaria de ensueño y, al final, termina con la pesadilla de tu vida. Pagas en oro y te devuelve hojalata.

 

                Un muchacho ha muerto. De hambre. En el seno de una orgía de mamones de la teta pública.  Golpes de pecho.  A los mangones no les queda sino el luto de la foto. Mañana, más. Y así. Muerte de un muchacho. Por hambre. Qué pena.

 

                Un saludo.

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