MARCA CATALANA
A fines del siglo VIII, se denominaba Marca Hispánica al territorio fronterizo comprendido entre el imperio carolingio, Al-andalus y la cordillera pirenaica. Los francos, que no franceses, dividieron administrativamente ese territorio en condados que dependían directamente del rey y abarcaba desde Barcelona hasta Pamplona. La Marca Hispánica nunca fue, pues, Marca Catalana. La hegemonía del condado de Barcelona sobre sus vecinos no se tradujo en la formación de un Estado propio ni en la elevación de fronteras autonómicas. Eso fue entonces y esto es ahora. La Hispania medieval traía causa del carácter propio que se paseaba desde siglos antes.
Uno entiende que los políticos de la discordia abonen el campo de la disrupción constitucional y de la discriminación de los ciudadanos. El mero hecho de hacer prevalecer el privilegio de los territorios sobre los derechos de las personas, describe la mentalidad fascista de aquellos que anteponen la búsqueda de rupturas a la persecución del bienestar general. En este sentido, fascistas se proclaman las declaraciones secesionistas de la derecha (léase Pujol o Mas) o de la izquierda (por todos, Oriol Junqueras). No muy lejano a estas posiciones, la del PSC, entiéndase Navarro y la bancada de “tirolapiedraescondolamano”.
Estoy de acuerdo con Fernández Vara y con otros dirigentes de la cuerda española del partido que fundara Pablo Iglesias cuando defienden la existencia en Cataluña –y en cualquier otra comunidad de la nación- de una marca propia del PSOE: el PSOE de Cataluña, al igual que el PSOE de Andalucía o el PSOE de Extremadura. Las siglas de PSC o PSE son manifestaciones sospechosas de ruptura con el Estado y, lo que es peor, con la Constitución.
Si a Rubalcaba le queda un mínimo de vergüenza política torera, debería convocar a los órganos de su partido para poner coto a esta actitud inadmisible de ambigüedad de sus conmilitones catalanes. Son tan majaderos que piensan que no nos damos cuenta de su rastrera estrategia de nadar en aguas independentistas y guardar la ropa de la indisoluble unidad de España. Por si pierden o por si ganan, lo fundamental es abrazar el éxito a costa de la ideología y evitar el fracaso cueste lo que cueste.
Si el PSC es partidario/partidista del derecho a decidir, es muy libre de hacerlo y de expresarlo con publicidad y sin ambages. El PSOE, sin embargo, no. Que deje la E de España como ya abandonó la O de Obrero, la S de Socialista e incluso la P de Partido, para convertirse en Secta multinacional que proclama la santa hermandad de los trapisondistas, piratas y demás corsarios de bajeles de podredumbre.
Rubalcaba, Valenciano y toda la “harca”, pronúnciese “jarca”, al frente del timón averiado y del rumbo a la deriva del barco psoecialista, aprendan de una vez que la unidad de España no es cuestión de fronteras, sino de solidaridades humanas y de un derecho territorial íntimamente unido a la historia y a las leyes democráticas. Por una vez.
Este articulista ni se muestra a favor ni en contra de la independencia de los pueblos. Lo que sí exijo es el respeto a las leyes que de ese pueblo emanan. De todo ese pueblo. Y no de una porción del mismo. En todo caso, si las normas que nos hemos dado los españoles no gustan al colectivo, empléense los mecanismos establecidos para modificarlas. De hacerlo por la fuerza, señala al golpista dictatorial.
No sé si me han entendido. Los del PSOE, algunos. Los otros no hablan el lenguaje de la democracia. Ni entienden ni quieren entender. Son fachas en el peor sentido del término.
Un saludo.
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