¿EXPÍAN LOS ESPÍAS O LOS ESPIADOS?
Quién no recuerda al general Manglano y al coronel Perote. Muchos dudan de la honorabilidad de uno y del otro. El “pte.” podía ser pendiente o, como servidor, pensaba, presidente. El presidente en pendiente y la pendiente del presidente radicaba entonces en Felipe. Por la forma podría parecerse que España se situaba bajo el dominio del anticiclón del GAL, pero, en realidad, la influencia procedía de la borrasca de Filesa. Siempre el dinero se esconde bajo la primera capa de barniz de las operaciones fraudulentas. Siempre. La causa era Filesa. La excusa, ETA. La consecuencia, el descrédito de un presidente. La coartada, la deriva antidemocrática de ese presidente. Los espías expiaron su pecado. Los ciudadanos espiados expiamos las culpas de nuestros espías. El cielo está emborregado, quién lo desemborregará...
El otrora Centro Nacional de la Defensa nos proporcionó con Felipe un ejemplo de las viñetas, sin gracia, de Mortadelo y Filemón. El posterior CNI nos regaló una muestra, con Aznar, de cómo no se gestiona la conspiración que urdió el atentado de Atocha. El actual centro de espionaje que dirigió -es un decir- el militante socialista Alberto Saiz, se convirtió en la versión más zafia de los personajes de tebeo Pepe Gotera y Otilio. Hoy, destituido el lumbreras precitado, se ha situado en la cumbre del espionaje español a un laureado general, Féliz Sanz, antiguo JEMAD y multicondecorado Teniente General del Ejército español.
Por obra y gracia de Carme Chacón y con la bendición del Papa PSOE Zapatero I, el de las Mercedes, el espía jefe nos tiene en ascuas. A muchos españoles. En ascuas. Por qué será. Veamos.
Las declaraciones de Mayor Oreja sobre la potencial alianza entre el Gobierno del preboste Zapatero y los barandas etarras han causado, más que polémica pasajera, ronchones antiestéticos en el rostro de algunos ministros -y ministras- de este Gobierno de la Crisis. Los Pepiño, las Leires, los y las demás pilotos sin rumbo de esta nave que llamamos España, han saltado a la yugular del ex mandamás de Aznar. Han dicho de todo al europarlamentario vasco. Vasco de derechas. Vasco no nacionalista. Vasco hasta la médula. Vasco. ¿Y Rajoy? Me suena. Rajoy me suena.
Ha sido Erkoreka, don Josu, el que ha sacado los colores a Mariano y quien ha puesto de los nervios a la cúpula zapateril más manipuladora desde los tiempos de Alfonso Guerra. ¿Erkoreka? Sí, Erkoreka, el portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados. Mal deben ir las cosas al PSOE y al partido de don Sabino Arana para que uno de los más jesuíticos doctrinarios de la doctrina de Arzallus e Ibarretxe se atreva a decir cosas de esta enjundia. Muy mal.
Que dice el sucesor de Anasagasti, el inefable ofensor de la figura del rey don Juan Carlos, que si Mayor habla de lucha antiterrorista, “seguro que algún fundamento tendrá”. Toma ya. Rubalcaba, en éxtasis. La titular de Defensa, de relevo afgano. La vice, empadronada en tierras valencianas. Alonso, no Fernando, -que más quisiera-, sino José Antonio, con el aparato parlamentario en off. Cómo van a atacar al PNV. Cuánto dinero costará hacer cambiar las palabras de Josu. Qué consecuencias tendría para Patxi el colaboracionismo traidor de los peneuvistas. Como poco, la Lehendakaritza.
En esta vorágine, ay cómo me acuerdo en estos momentos del Beato Jacobo della Voragine, la ciudadanía se pregunta qué sabe el CNI sobre este tema. Dónde están nuestros espías. Los espías que pagamos los españoles para que la “Inteligencia” del Estado, del Estado español, que no del Gobierno, nos justifique el destino de los impuestos invertidos en ese Centro sito en Madrid.
Que nada sabe, hombre, el CNI sobre negociaciones ni interlocuciones ni reuniones gastronómicas. Pues si no lo sabe, a la calle todos. De nada sirven. Por inútiles, fuera. Si lo saben, que digan qué hay de verdad y cuánto de mendaz. Si callan informes de esta magnitud, son traidores a la patria. Que hable el CNI. Que hable.
Y si todo es falso, que Zapatero se querelle contra Mayor. Mas si es verdad, que el presidente tenga un rasgo de dignidad y se vaya a Castilla-León, tanto da Valladolid que la capital de San Isidoro. Pero que se vaya. Por el bien de España. Por el interés general. Por necesidad. Por asepsia. Por higiene. Por lo que sea. Pero que se vaya. Ayer, mejor que hoy. Muy lejos.
Los españoles no podemos expiar los pecados de nuestros espías y de los jefes de nuestros espías. Que expíen ellos.
Un saludo.
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