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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA MEDIDA Y LA PEDIDA

El caso Gürtel apesta. A poco que se ahonde en el sumario, el olor se hace insoportable. Bocanadas y vómitos. Asco.


Uno escribió, meses atrás, el por qué del temor a Bárcenas. Subrayaba la presunción de inocencia del que fuera tesorero del PP, a la par que condenaba sus amenazas, más o menos veladas, a los dirigentes de esa formación. Solicitaba, incluso, medidas contra el senador. Pedidas las medidas. Medida la pedida. Sin embargo, la mano blandimblú del staff directivo popular no se compadecía con la contundencia que empleaban para atacar las corruptelas del partido del Gobierno. Pedida la medida contra uno, medida adoptada contra sí mismo. La objetividad y la justicia requieren igualdad de interpretación y de trato. La corrupción es una lacra tan espantosa como el terrorismo o como el paro en la España de nuestros días. Diagnosticado el mal, cirugía inmediata. Manos peritas que extirpen el cáncer antes de que la metástasis se adueñe fatalmente de la vida.


No caben atajos ni excusas. A saco. Las medidas se referencian en la cantidad de afecto y en la gravedad de la firmeza. En la firmeza y en el afecto. La fortaleza es la virtud ética por excelencia ya que se reviste de firmeza y de generosidad. De esta forma, rechaza la tentación de la intolerancia y el fantasma de la desigualdad. Rajoy debió prever este escándalo. Puede que no se enterara del mismo hasta bien avanzado el “correoso” mal, puede. Mas una vez conocido el material de la correa, no puso en cintura a quienes engordaban, deformes, a ojos vista. No se trataba de un tema de obesidad mórbida. No. El problema no se reducía a volúmenes, sino a tiempo, a trenes de vida.


La lucha contra la corrupción debe ser a muerte. A muerte política. A muerte moral. A muerte penal. La corrupción nos cuesta el potosí de la democracia y la mina diamantina de las libertades. La actuación de Mariano Rajoy es censurable, se mire por donde se mire. No se corrompe sólo el protagonista de la acción, sino también quien mira a lado distinto o se tapa la nariz o deja que los oidos seleccionen según qué mensajes. Rajoy no calibró la medida de sus carencias ni atendió las pedidas de responsabilidades. Introdujo la cabeza bajo el ala de su inopia.


Gürtel es mucho escándalo. Matas, más de lo mismo. Los acusados del partido popular no se han quedado en el umbral de la imputación. Permanece la presunción de inocencia de todos. Lo que ya no está es la confianza en la honradez de unos políticos. Decía Jaime Balmes que la firmeza comienza por el autodominio.


La corrupción es una epidemia maldita para la que no existen vacunas. El grupo está amenazado y sólo la medida moral puede actuar como antídoto. Albert Camus refería que, ante cualquier agresión letal, algunos se dejan morir, otros se precipitan en el pánico y unos cuantos se alían con los agresores. Es la fractura de la sociedad. El síndrome de Estocolmo. El clamor del viva las cadenas. La aceptación del determinismo más humillante. La peste. Eso es la corrupción. Medida y pedida.


Un saludo.

 

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