NACIONALISMO ESPAÑOL
En España hay nacionalistas como gente gorda o flaca, esbelta o rechoncha. Faltara más. El argumento del nacionalismo español que esgrimen algunas damas y ciertos caballeros es tan inconsistente como su propia vida política. Toca decir algo que epate y lo sueltan como el desgraciado que abandona al perro o al padre anciano cuando se va de vacaciones en verano. Es su vida y no existe más allá.
Si los españoles fueran la mitad de la mitad de nacionalistas que los políticos, periodistas y tertulianos nacidos, y no nacidos, que estos son peores, en Cataluña, nos enfrentaríamos a graves problemas de odios. Anda ya. Un servidor siempre fue aficionado a analizar las reacciones de la gente corriente con la que te cruzas en la calle, con el vecindario, con los compañeros de trabajo y un largo etcétera a la hora de advertir sus emociones cuando el Barcelona gana campeonato tras campeonato y partido tras partido. Da igual en Huelva que en Rentería. El Barça es, más que un club, la enseña del independentismo catalán. Y ese símbolo se lo pasa por debajo del bigote el castellano más culé y, al tiempo, más cidiano.
La fortaleza de la derecha de nuestros días es que no aspira, como antaño, a modelar el alma del pueblo a imagen y semejanza de los segmentos más retrógrados –que existen- de la sociedad. El plus de la derecha actual es que no uniformiza ni militariza a sus prosélitos. Lo mejor de esta derecha es que ha aprendido que el progreso es diálogo sin renunciar a principios éticos. Ocurre a esta derecha lo mismito que a los curas de nuestro siglo y a la iglesia católica en general: que muestra una tolerancia ovacionable con todos aquellos ciudadanos que visitan sus templos como turistas o participan, por cortesía, de las celebraciones litúrgicas sin necesidad de sumarse al rito de los fieles practicantes. Esta derecha no necesita bandera del águila para enarbolar ni tricolor para mostrarse republicana.
El nacionalismo español no se detiene en los niñatos que lucen tirantes rojigualdas o se arman de pistolas y navajas. Gente de esa laya no define sino a grupúsculos de pirados que hacen de su vida una apoteosis de necedad. El nacionalismo español no es patrioterismo de lacayos y de siervos. Por fortuna. Constituye el indicativo de que esta nueva derecha está aprendiendo que la izquierda almacena toda su ideología en la cháchara vacía de políticas demagógicas y que después de esa fachada de tolerancia, hay fanáticos que con tal de romper lo que sea, apoyan el catalanismo secesionista o el macarrismo bilduetarra.
De nacionalista españoles, unos cuantos. De nacionalistas regionales del país, la tira. Alentados por los pujolistas y otros semejantes de la barcenitis y por la izquierda destroyer de las comunidades del resto de España.
Un saludo.
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