SUSANA, LA BÚLGARA
Griñán, el norcoreano. Susana, la búlgara. La interpretación psoecialista de la democracia no pasaría la primera prueba de solista o de grupo coral en ningún país civilizado. Los ecos de cuarenta años de dictadura se hacen sentir a estas alturas del siglo veintiuno. Con lo que censuraron a Aznar con la designación de Rajoy. Pues ahí tienen a Joe Tony Griñán coronando heredera a Susana Díaz. Con todos los avales apañados. Sin votación. La esencia de esta democracia orgánica es que el pueblo o las bases no emitan sufragio. A dedo y por unanimidad.
Planas y Rodríguez Salas están bebiendo la pócima elaborada por los sumillers de su propio grupo político empresarial. Ahora se quejan del amargo regusto del líquido que, antes, dieron de beber a otros incautos. Si se sienten defraudados, que se fastidien. Casi nadie aprende en cabeza ajena. La única persona que, oficialmente, representa a los militantes del Pesoe es Susana. Así que, para pedir regeneración, pónganse en la cola de Génova, que allí el valor de la demagogia sale gratis. Las repulsas a Griñán se expenden en los chiringuitos montados por Rubalcaba y Lara a las puertas de la sede madrileña del Pp con el regalo de tomates y huevos para arrojar a Mariano. La izquierda frustrada por dentro se desahoga por fuera contra la derecha papanata.
La democracia orgánica española recuerda, cada día más, a la ley de sucesión franquista. Yo te nombro, tú me sucedes y nosotros nos repartimos la herencia. Para que nada cambie y nada se limpie. Susana la búlgara iniciará un nuevo período en Andalucía. No cabe duda de que, en adelante, el fondo de reptiles pasará a llamarse cumbre de buitres y/o cueva de ladrones. El cambio de collar en el mismo gato resume la praxis de los manijeros de San Telmo.
Un saludo.
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