CONTACTOS DISCRETOS
Mira que se criticó a Zapatero por sus formas masónicas de tratar asuntos de Estado. Lo de los contactos discretos me parece un cachondeo. Lo propicie el castellano o lo aliente el gallego. Es cierto que el Estado debe tener sus secretos oficiales. Pero de ahí a catalogar como tales las conversaciones entre el presidente del gobierno de España y los presidentes de los dos territorios secesionistas, me parece una barbaridad.
Cuando estaba en la oposición, Rajoy reclamaba luz y taquígrafo a Zapatero. Nosotros estábamos de acuerdo con la exigencia. Y como seguimos en la misma línea, entendemos que el entonces reclamante debe mostrar un mínimo de coherencia con sus postulados de transparencia. En caso contrario, se lucirá como un descarnado demagogo y un redomado cínico.
El acerado análisis de la política de comunicación del PP constituye una característica nefasta de este partido. Rosa Díez puso a ZP de chupa de domine por sus artimañas huidizas y ahora toca el turno a Mariano por la misma razón. Si se reúne con Artur Mas y con Urkullu bajo el signo del secreto, sea limpio y no quiera hacernos creer que la discreción es sinónimo de aquel.
Discreción es una cualidad propia de quien da muestras de sensatez e incluso de ingenio, oportunidad, prudencia y circunspección en sus juicios, en sus discursos y en sus obras. A lo cual nada que objetar. El secreto es un deber de reservar y ocultar cuidadosamente algo, ya por compromiso de palabra, ya por coherencia a la rúbrica, ya por imperativo legal. Por tanto, vender como discreto lo que es un secreto, es asunto de mala educación y poco respeto. Es llamar transparente a lo que opaco es.
Rajoy se esconde como antes lo hizo Zapatero. Mal por parte de éste, peor del lado de aquél dada su inveterada costumbre de meter el dedo en el ojo del vallisoletano. Una cosa es que se evite el exhibicionismo y la notoriedad y cosa distinta que se ovacionen la mudez y el misterio. Si en numerosas ocasiones reprochamos a Zapatero su incapacidad, a Rajoy le censuramos su gran capacidad para llamar amor limpio a lo que no es sino sexo comprado.
Un saludo.
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