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Francisco Velasco. Abogado e historiador

MOVIMIENTOS ILUSORIOS

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Las referencias periodísticas sobre movimientos internos en los partidos políticos me hacen maldita la gracia. Ya sé que el mensajero se hace eco de lo que ocurre en el entorno mediático y, a fuer de rellenar espacios, reescriben la historia del dedal de madera. Se crea una expectativa de cambio que despierta emociones sinceras que duran lo que un globo de feria cuando se desprende de la mano de un niño.

 

Las listas abiertas, la modificación de la ley electoral y tantas otras propuestas de regeneración son como pompas de jabón. Efímeras en el aire, provocan resbalones cuando se precipitan al suelo. La pluralidad democrática se encauza en los partidos políticos. Por fortuna. La desgracia adviene, sin embargo, cuando esas organizaciones toman tal fuerza que rompen su molde y, conscientes de su poder, abandonan el sentir de las mayorías y se enrocan en la influencia decisiva de sus cúpulas dirigentes. Con lo cual, en vez de cracia, gogia y en vez de demos, aristos.

 

Salta la noticia, mil veces difundida, de que la Izquierda Unida de Valderas quiere retornar a su origen asambleario. Allá por junio, cuando los calores del estío comiencen a sofocar los cuerpos y a explosionar los ya caldeados ánimos de algunos decepcionados por la coalición, algún avisado ordena colocar aparatos de aire acondicionado para temperar los sofocos. Como en Qatar.

 

Pero de qué hablan. Quién va a creer que la dirigencia de IU va a romper el acuerdo chollo firmado con el Psoe de Griñán, el de los EREs. La hoja de ruta que suscribieron no vale el papel en que se acuñó. El incumplimiento de las medidas pactadas estaba más previstas que las ayudas a los bancos manirrotos. La desnaturalización de las izquierdas forma parte del bosque en que se pierden, a conciencia, los mandamases que acceden a una esfera de cargos públicos bien remunerados. Entre el follaje de jara y arbustos varios, las ideologías echan la siesta de los injustos. La coherencia es un valor a extinguir en esta partitocracia que nos ahoga como una neofórmula dictatorial.

 

La política se ha convertido en una profesión bien pagada y mejor servida. Decenas de años subidos a los Ferraris del ordeno y mando crean una dependencia que no se supera con metadona ni con química alguna. La Asamblea dirá en verano lo que quiera. Yo me adelanto, sin hacer gala de augur, y apuesto a que las cosas seguirán como están, muy mal, porque en Izquierda Unida no hay más voluntad que la de Valderas. Y la de quienes, como don Diego, se reparten las instituciones, cobran pingües sueldos, enchufan a sus allegados, se sacuden los recortes, regatean al desempleo y lucen las sayas del uniforme sincorbatista.

 

A vivir, que son dos días. Luego, sus discursos ocultarán sus hechos. Podredumbre. Qué más quisiera yo que IU fuera izquierda, aunque esté desunida.

 

Un saludo.

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