LIBERTAD DE AGRESIÓN
Artículo único de la Constitución Fascista: "Todo facha tiene el deber de apalear a un periodista libre y el derecho a que el apaleado pase unos días en el hospital". Herman Tersch sabía el valor de la palabra. El periodista conocía el índice de audiencia de su programa. El presentador ponderaba el eco de su discurso. Por ello, al quirófano. Junto al cuerpo físico del ex articulista de El País, yace la libertad de expresión. El ataque a Tersch trasciende al individuo y se aposenta en un derecho fundamental.
Uno de los mayores logros negativos de este Gobierno ha sido el de elevar la crispación a rango de cotidianeidad. Eso sí, con alevosía y ocultamiento en el ataque criminal. Guante de seda en mano armada. Media de terciopelo en pie de navaja. Sonrisa abierta en lengua amenazadora. Talante democrático en actitud nazi. Costillas rotas. Boca ensangrentada. Vísceras perforadas. La palabra es sepultada. La asesina mano pende como incansable espada de Damocles. La violencia halla su arraigo en tierra regada por los de la memoria histórica. Despierten odios y acallen concordias. La Transición fértil ha fenecido. Comienza la escalada a la Tercera República. La culpa, de la derecha, chillan los vampiros ávidos de sangre nueva.
Aborto como interrupción voluntaria del embarazo. Solapan la causa en la consecuencia. Emplean la necesidad de la mujer en ariete contra la Iglesia. Escupen crucifijos. Tachan de asesinos a los de la Guerra de Irak. De valores perpetuos a los imputados del GAL. Acusan de Gürtel a unos cuando la corrupción anida en ellos. Dicen desaceleración a la fiera crisis y anuncian como brote verde al cardo borriquero. Se pliegan ante los fuertes y sacuden al débil. Aminatu, mártir. ¿Podría alguien acusar al Gobierno de tortura en el caso de la saharaui? ¿O de cómplice en la tortura? ¿O de cooperador necesario en la deportación? ¿O de secuestradora de un cuerpo o de unos derechos? ¿Podría alguien?
La libertad de agresión ha expulsado a la libertad de expresión. Los violentos han coronado el Mont Ventoux de la cólera. Herman Tersch sufre. Los demócratas padecemos con él. Los fachas de izquierda imponen sus razones. No los argumentos. Las razones de su ferocidad. La maldad de sus razones. Derecho de agresión, no. De expresión. De expresión.
Un saludo.
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