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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EMPARENTAR CON EL FRANQUISMO

 

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 Aunque no tanto como por Julián, su padre, sí tengo en alta consideración intelectual a Javier Marías. Republicanos de pro, padre e hijo se vieron apartados de la España cainita que se rompió en dos antes del estallido de la guerra maldita del treintayséis.

 

Dicen que los años no pasan en balde. Y tanto. Nos pasan facturas carísimas. Sobre todo si las pasiones en forma de rencores o de olvidos cobardes imponen su talla al acervo cultural y educativo. Javier Marías es un hombre de izquierdas. Acaso no tanto por defender postulados de libertad cuanto por desprenderse de cualquier roce dictatorial. Y si la dictadura señala el rótulo de franquista, la pasión hace rehenes a las neuronas de la objetividad.

 

Es verdad que Rajoy ha llevado a cabo recortes culturales y educativos en la asignación presupuestaria de su gobierno. Es verdad. De la misma manera que ha metido la tijera en sanidad e incluso en defensa y fomento. No cabe duda de todo esto. Un observador imparcial no utiliza la sinécdoque movido por la coyuntura política, salvo que el contador de experiencias relate las vivencias propias en vez de describir lo que el entorno le ofrece. En ese hoyo ha cavado Javier Marías. Mala cosa. Cuando uno descalifica la política del gobernante, fundamenta su crítica en macizos rocosos y no en picos abruptos. Corre el riesgo de despeñarse por uno de estos últimos por falta de agarre de sus botas a la superficie escarpada y deslizante. Y sobre todo, descuida su capacidad de discernimiento democrático que conduce, salvo en Andalucía, a los cambios electorales.

 

Javier Marías alinea los recortes económicos en materia de cultura con la censura y la reprobación de la propia cultura. Así hay que entender que, según el gran escritor, busque emparentar al Partido Popular con el franquismo. Tonterías, las justas. Si provienen de una cabeza tan excelente como la suya, habrá que pensar que la sensibilidad de “Todas las almas” discurre con mayor fluidez por la versión cinematográfica de su obra que por el texto original de la misma.

 

Esa forma de pensar y de decir me disuade de leer "Mala índole" o de releer "Corazón tan blanco". Algunos autores se pierden en el laberinto de sus sentimientos. En cuyo caso, más que enriquecer, introducen a sus lectores en el caos emocional y en la pobreza expresiva. Sobre todo si su talento, despierto y desplegado, no alcanza la categoría de un Kafka universal.

 

Sigo con gran adhesión su cita de Cervantes. Paciencia y a barajar. Ya vendrán tiempos mejores y las cartas nos resultarán más favorables. Esta alusión al genio cervantino debería servir al grandísimo académico, hijo noble de tan extraordinario padre, para no llevarse al huerto de las desdichas periodísticas las informaciones sesgadas de un tribulete sin tebeo. Ni realiza una labor social ni tiene la gracia del dibujo.

 

Un saludo.

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