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Francisco Velasco. Abogado e historiador

COHERENCIAS Y ADHERENCIAS

 

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 Muchas cosas aplaudí de la política de Felipe González. Otras tantas desprecié. Entre las que siempre compartí, la idea de una España constitucional en la que la vieja idea socialista del federalismo quedaba aparcada sine die. Pregunten al expresidente andaluz José Rodríguez de la Borbolla sobre la bronca que le echó su amadísimo Alfonso Guerra por pronunciarse sobre este tema. Las adherencias políticas de uno y otro compañeros de gobierno eran, en verdad, la unión física de dos personas que animaban a conquistar el poder y, una vez logrado, se conjuraron para mantenerlo a perpetuidad. La coherencia entre sus ideas y sus acciones brillaron, sin embargo, por su ausencia. Nula conexión entre dicho y hecho.

 

La coherencia y la verdad son procesos lógicos y éticos estrechamente unidos. Filósofos ha que defienden la tesis de que una proposición es verdadera, formalmente verdadera, cuando es coherente o consecuente con las demás proposiciones del conocimiento. Esta teoría no es aplicable en tecnología ni en política ni en ciencias del hecho porque siendo necesaria la coherencia, se revela más que insuficiente. La coherencia del señor Lenin no se expresa en unidades de verdad ideológica. Se mide en magnitudes de dominación. De la revolución bolchevique de 1917 a la realidad rusa de nueve años después, el impulso revolucionario se había quedado en un manual de teóricos y en una excusa de los hombres y mujeres de una izquierda perdida. Coherencia cero y adherencia toda.

 

Qué es la verdad, se preguntó Pilatos ante el nazareno. La verdad es adecuar el entendimiento a la cosa. La verdad es el sistema completo y no sus partes. Nos sirve el postulado para las matemáticas y para la lógica pero no es predicable de la física porque un sistema puede ser coherente pero falso. Lleven la aporía a la historia y a la manipulación actualizada de la política de esa historia. Al final de la calle, la coherencia se transforma en adherencia. Yo me adhiero, tú te adhieres, ...

 

Buda entendía la verdad como realidad. Fuera de ésta, no existe aquélla. La verdad ha de ser sublime en tanto transida de nobleza y de bondad. El sufrimiento es la base de la verdad. Las otras tres verdades pasan por conocer el origen del mismo, su cesación y el camino a seguir para lograr su detención.

 

Los españoles estamos padeciendo las risas de ayer y las mentiras de sus gobernantes. He ahí la verdad incuestionable. Conocemos el origen del dolor y la necesidad perentoria de acabar con él. Nos falta la cuarta gran verdad: la senda que se ha de recorrer para lograrlo. Mientras buscamos la salida del dédalo, los leninistas bufos y los nacionalistas de la caverna se empecinan en agregar nuevos obstáculos al laberinto de infortunio.

 

Así, no saldremos. Felipe puede decir trocherías en arameo. Defender la unidad de España mediante calenturas federalistas es el signo inequívoco de que el médico es un matasanos empedernido. Mucha adherencia al asfalto de la buena vida personal y poca coherencia en la lucha por la buena vida de los demás.

 

Señor González: entre la OTAN y los GAL, su credibilidad anda en números rojos. Como su partido. Como, en definitiva, nuestro país.

 

Un saludo.

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