EL ROLEX DEL POBRE MÉNDEZ
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Una cuestación. Impulso una petición para improrrogable acto benéfico. El pobre Cándido sólo tiene un Rolex. Un Rolex. No es posible. Inadmisible que el patriarca de los trabajadores españoles, el profeta de la revolución socialista, el nuncio de la dictadura del proletariado, luzca un ridículo reloj de varios miles de euros. Don Cándido debe lucir en su muñeca izquierda un reloj de la categoría, de la marca, del metal y de la precisión exigibles a un conductor de masas desfavorecidas.
Lo mismo nos engañamos. Que el rolex sea un trolex adquirido por media docena de euros en un mercadillo del Bronx. En cuyo caso, o le han “endilgao” un peluco más falso que su ideología personal, o gusta el sindicalista de mostrar apetencias burguesas. Si del reloj nos vamos al hotel y de la firma de marca al hotel exclusivo, habrá que convenir que don Cándido es un mago de las formas sociales. Lo mismo aparece en el bar enriquete degustando unos callos que en el villamagna dando cuenta de un beluga. Igual calza unas chanclas de las de no me pises que enguanta sus pies en unos italianos de modelo único.
El país se desangra entre parados y deudas. España atraviesa una etapa especialmente difícil. Méndez arrima el ascua a la sardina de su reloj, cambia la hora para que la ansiedad y el bochorno no asomen en forma de sudores traicioneros y, calmada la tempestad informativa, retoma la política de la pancarta obrera.
Me da pena. Ya les digo. Un óbolo para Cándido. El consejero delegado de la gran empresa ugetera no puede ir por detrás ni por delante. A la hora exacta. Si no, cómo va a presentarse en las manifestaciones ad maiorem gloriam de su partido. Ir de trapillo como Bardem, vale. Pero si el marido de Pe lleva un Rolex de oro y platino, qué menos que el amigo de Rubalcaba luzca un Rolex submariner. Sub.
El socialismo de Cándido no es ingenuo. En absoluto. Listo y muy listo. Una limosna.
Un saludo.
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