CESIÓN DE DEUDA
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Una de las formas de transmitir las obligaciones es la de cesión de deuda. Aunque varía el vínculo jurídico, se mantiene la misma relación de derecho, si bien se modifica el cambio de sujeto activo o pasivo.
En la población onubense de Aljaraque, se está produciendo, eso dice la prensa, una cesión de deuda. Los empleados del Ayuntamiento no huelen una nómina. Y lo que es peor, saben que ese olor no va a penetrar por sus pituitarias.
¿Y entonces? Que no hay un euro. Que el Consistorio que preside David Toscano ha heredado una deuda de 24 millones de euros. Que el capitán del Séptimo de Caballería Popular se ha encontrado un pufo de esta magnitud después de cuatro años de mandoneo municipal de las huestes psoecialistas de Martín y de su mano derecha, el señor Sánchez Rufo. Y ahora, a ver quién es el guapo que arregla el desaguisado de estos Custer -little big horn- venidos del arroyo de la dizqueizquierda más demagógica. Así vamos porque estamos de esta manera.
Uno lee la prensa y se cabrea con el descalabro de la bolsa y la escalada cohetera de la prima de riesgo. El cabreo se dirige mentalmente a la falta de decisión ejecutiva del Gobierno de Rajoy. No obstante, maldice todos y cada uno de los días en que el Psoe de Zapatero y demás pajines de desacierto han convertido las arcas de la hacienda estatal en un estercolero donde los buitres y las hienas han fagocitado a discreción. Es el sino de los herederos. Si aceptan regalos, que apechuguen con los parientes cercanísimos que nunca conocieron. Si admiten regalitos, que sepan lo que adviene detrás de ellos.
Debo reconocer y resaltar que el alcalde de Aljaraque ha explicado por activa y por pasiva, desde que el PP reconquistó el voto del pueblo, la gravísima situación de las arcas públicas. En cuatro años, Martín y compañía habían dilapidado los más de ocho millones de euros que engrosaban las cuentas municipales y, para rematar la faena, habían endeudado al Ayuntamiento en veinticuatro milloncejos más. David Toscano cumplió su deber de difusión veraz y multirrepetida. David Toscano no puede, sin embargo, hacer milagros. Nada que rascar en esta pared de cemento armado de la desvergüenza política de su predecesor.
Ahora se hace carne la maldición bíblica del crujir de dientes. Los empleados municipales visitan, casa por casa, a sus convecinos a ver si acceden a abonarles las cantidades correspondientes a los impuestos no pagados. El Ayuntamiento les cede el derecho a cobrar sus deudas. A falta de salario reglado, limosna pactada. Y gracias. En otros pueblos, la idea echará raíces. Al tiempo.
A ver, primo, págame el IBI que si no, mi familia no come. Oye, Nicasio, el impuesto de circulación de vehículos, que no veo un euro desde hace meses. La realidad supera la ficción. Una vez más.
Si encuentran algo mejor, les devuelvo el precio del comentario. Si no, cada uno pague sus costas. Viva.
Un saludo.
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