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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CAJAS DE FORROS

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Mira que tenían su sentido. Mira que desarrollaron un papel fundamental en la economía. Mira que crearon empleos. Mira que eran de fiar. Mira en qué la han convertido. Las cajas de ahorro se han transformado en cajas de forros. Guaridas y abrigos de vestidos ideológicos. Cubiertas de cuotas tableadas de obediencias y mangoneos. Preservativos de eyaculaciones violentas. Trampas levantadas por organizaciones con ánimo de lucro e intención de fomentarlo.

 

Un colega homónimo, e insisto en lo de la homonimia, me reprocha con bastante estilo el eufemismo de culpa in vigilando que atribuí al Banco de España en su desdichada actitud frente al caso Bankia. Que existen delitos, presuntos, más llamativos, lo sabía pero no suelo decir aquello no puedo probar. Desde falsedad documental a estafa y desde apropiación indebida a fraude fiscal. Desde traspasos de préstamos millonarios a constructores amigos y a blanqueo de capitales. La corrupción se mueve entre los suelos de mármol del imperio cajista como Juanito por su casa. El Fiscal General del Estado del PP, el señor Torres Dulce, ha declarado su beligerancia contra la corrupción. Y yo que me lo creo. Obras son amores, señor Torres.

 

La corrupción es un mal extendido en la sociedad democrática. Los gobiernos central y autonómicos han escrito un nauseabundo manual sobre geografía de la utilización de los medios públicos en beneficio privado. No es que se corra el riesgo que el cáncer se enquiste. Es que ya forma parte de la patología orgánica. Hasta el punto en que, siguiendo a la Real Academia de la Lengua, la corrupción se materializa en diarrea y los síntomas de evacuaciones líquidas frecuentes no se cortan ni a golpe de medicamentos ni a base de tapones. Tal es la dimensión de la enfermedad.

 

Argumenta el señor Fiscal General acerca de la incursión en tipo delictivo del cobro de ciertas cantidades por parte de los directivos irresponsables y golfos que han contribuido al descrédito de instituciones de ahorro que fueron modelos de solidaridad social.  Y yo le digo al señor Torres Dulce que si toda la pólvora se gasta en esa vía de investigación, es preferible darle carpetazo. Para ese viaje, las alforjas, de tan trilladas, pierden consistencia y son un lastre. Lo que se ha de pesquisar es la relación de complicidad de los partidos políticos y de las organizaciones sindicales que integran los consejos de administración con los créditos concedidos. Las averiguaciones de la policía judicial deben centrarse en escudriñar las cuentas, en examinar los balances, en examinar los impagados, en rastrear la causa de los desahucios de los más desvalidos y las condonaciones y olvidos de las deudas de los “amigüitos” del alma. Por ese sendero y en ese terreno.

 

Recomiendo al señor Torres Dulce que husmee especialmente por Huelva. Concluirá que la influencia del Psoe en nuestra provincia no se detiene en el nombramiento de cargos públicos o en la creación de una administración paralela o en la subvención a medios incondicionales a su causa o en el cobro por sanar a muertos. Ni mucho menos. En la Caja que llevaba el hermoso nombre de nuestra ciudad. Explore por ahí. El humo le conducirá inexorablemente al fuego.

 

Que su actividad fiscalizadora no da para más, pues bájese en la próxima. Uno está de autoridades con poder hasta el gorro. Y, sin embargo, huérfano de poderes con autoridad. Así es imposible. Los fangos de la economía no son generados por el Banco de España. Se producen en el interior de las entidades bancarias. Desde dentro. Desde muy dentro.

 

Un saludo.

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