DEL CAPITÁN "CONSIGNAS" A ESPERANZA
La marinería está lista, heil, y presta a sus órdenes. La consigna de la semana es Esperanza. Mucha fe y poca caridad. Esperanza es. La semana comienza dura. El objetivo no es nuevo. Pero hasta ahora se revela inalcanzable. O ella o nosotros. Rajoy es batible. Esperanza, rocosa. Ni se amilana ni cede un paso. La dama de acero -el hierro se oxida- de la política española lleva con firme mano las riendas de la economía madrileña. Ni un Gallardón cualquiera ni una Pajín ha sido, ya conocéis su distinguido aliño indumentario, que diría don Antonio Machado. Pero recibió las flechas que le asignó el destino de Tamayo y guió cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Mientras el turismo nacional apenas subió el uno por ciento, el madrileño se encaramó seis puntos por arriba. Su potente economía se afianza, pese a la crisis, en tanto mantiene a raya el desempleo, gasta con holgura en investigación, se desarrolla a mayor ritmo que Cataluña y destaca por el alto valor añadido de sus servicios. Madrid. Esperanza.
Durante la Guerra Civil, Madrid fue siempre la referencia. Hoy, también referencia electoral. Hay que ir por Madrid. Hay que echar a la presidenta. Esperanza es el objetivo. Encima, se permite el lujo de opinar con fundamento, de zaherir con gracejo y de adivinar los movimientos del capitán "Consignas".
El Ministerio de Economía, para el PP, acaba de pedir al socaire de la solicitud de apoyo que Zapatero demanda a los populares. Para el Pepé, Economía. Ahí va nuestra ayuda. Dejamos la presidencia a Zapatero, pero que el leonés nos asigne el control de la política económica. Si poca ayuda es, también aceptaremos Trabajo. En lugar de Corbacho, colocaremos a un especialista de verdad. Y en vez de Salgado o Solbes, una eminencia en la materia. Con Economía y Trabajo, nos comprometemos a sacar adelante el pastel envenenado de las finanzas patrias, asegura la que fuera Presidenta del Senado. Ahí va la mano de la Oposición. ¿Aceptan?
Más que oposición, lo de Esperanza es una "Opiosición". Nos aturde y nos alborota. Nos zarandea sin cuento. A por ella. Madrid bien vale una misa. Que era París. No, la misa se celebra en Madrid. Nada que hacer el párroco Gómez con la papisa Esperanza. Nada.
Aislar a Esperanza. Una vez sola, abordarla por los cuatro puntos cardinales. También por el orto y el cénit. Hasta procurar su ocaso. La pieza a cazar es ella. Esperanza. Si ella cae, los demás irán detrás, como corderos al degüello. Así, Santos Campano, el presidente de la patronal del comercio, nunca más dirá que en Madrid la crisis se deja sentir menos gracias a la intervención de la Aguirre. Tiene apellido vasco y la reciedumbre, en cuerpo frágil, de las mujeres de aquella tierra. Esta madrileña es un peligro, alerta el capitán "Consignas" mientras arenga furiosamente a los suyos. Leire no se entera bien. Aído, menos. De la Vega calla mientras se come las uñas. ¿Y Zapatero? Zapatero. Maldita sea la Espe, se le escucha farfullar. Maldita sea.
Un saludo.
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