ARENAS NO DEBE DEJAR EL ALBERO
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Mucho se ha especulado sobre la continuidad de Javier Arenas al frente del PP andaluz. A estas alturas de la película, el exministro de Aznar debe seguir en el redondel. Se ha ganado una ovación del respetable aunque no haya cortado las orejas y el rabo al difícil morlaco de las elecciones autonómicas. En tierras de califas y de emires, de chavismo y de griñanes, no es posible salir por la puerta grande de la mayoría absoluta si la mitad de la plaza no se acerca al espectáculo. Hasta el rabo, todo es toro. Las encuestas son anuncios estables de una realidad volátil.
Huir a Madrid sería un error. La batahola que se presume en Las Cinco Llagas invita a ser prudente y, sobre todo, a ser constante. Si las bases de IU rechazan todo tipo de pacto con la cúpula del Psoe y, pese a ello, don Diego consuma su “valderada”, las aguas van a bajar rápidas y turbias. Muy turbias. Si Griñán conserva la presidencia de la Junta y el político del Bollullos del Condado mete el hocico en la ubre de la Mesa del Parlamento, la guerra de corrupción alcanzará caracteres épicos. Cambiar la capital del Betis por la ribera del Manzanares es una barbaridad. Especialmente en vísperas de una traición advertida.
Si no lidera el Gobierno regional, Arenas debe mantener las riendas de la Oposición. Acaso nunca como ahora el concurso del PP sea tan necesario en la política autonómica. Su traslado a los palacios de la capital de España debe ser abortado si alguna vez se contempló. Mariano Rajoy y las circunstancias de España no son ajenas a la desventura sufrida en Andalucía. Arenas interpretaba un papel que disonó por los acordes desafinados de una reforma laboral tan imprescindible como intempestiva. Los juegos de roles tienen sus peligros. Se sabe. Sin embargo, Arenas es un original cuya copia no ha aparecido en el mercado de la carne de toro.
Ni uno. Ni una. No veo a dirigente popular alguno capaz de asumir la responsabilidad de Arenas. Por vez primera en la historia de la democracia regional, la derecha ha ganado las elecciones. No le vale para presidir el Gobierno pero sí otorga credibilidad para atender los derrotes del cornúpeta económico. Ni el psoe ni Iu cuentan con toreaores finos. Por el contrario, por las trazas que gastan, más parece que arrojen barro a los ojos del animal o echen cianuro a granel en los bebederos. Pero verónica o natural, ni lo esperen. Y como se descuiden, los pitones del bicho nos llevan por delante a todos. Salvo que Arenas esté a lo suyo. A echar el capote preciso antes de que la embestida sea fatal.
Arenas, Javier, no debe dejar el albero. La arena.
Un saludo.
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