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Francisco Velasco. Abogado e historiador

SILENCIO, SE RUEGA

 Será se rueda. Se ruega. Se ruega reflexión. Las voces a un lado. Los ecos, a otro. Tiempo de silencio.

Mañana nos jugamos cuatro años de nuestra vida. Un día por más de mil cuatrocientos. Observen. Lean. Escuchen. Palpen. Sientan. Cuántos familiares tiene en el paro. Cómo le afecta el seco grifo de ingresos. Si el enchufismo le ha perjudicado. En qué medida la corrupción le indigna. Qué centros educativos quiso y no pudo. Analice el grado de satisfacción con la  sanidad. Si ha sido víctima de algún atraco o entiende que la seguridad ciudadana deja mucho que desear.

Silencio, se ruega. Mañana, domingo, los andaluces tenemos derecho a votar y disfrutamos de libertad para que lo hagamos sin miedos. Sin condiciones. Sin violencias. Cierren los ojos y miren hacia atrás. Sin cólera pero con rigor.

Busquen en esa memoria frágil que desnuda nuestros recuerdos ingratos. Retraten en su interior las caras de los que nos han gobernado y de los que aspiran a hacerlo. Si recuerdan algún aspecto de sus respectivos programas, compárenlos. En términos absolutos de lo que han hecho y han dejado de hacer, de lo que prometieron e incumplieron, de lo que malversaron o invirtieron con justicia. En términos relativos con las intenciones de cada candidato.

Se ruega silencio. El pueblo decide por sí mismo. Lo mejor de la política es la democracia. Aunque no votemos, optamos por lo que nos parece más adecuado.

Aunque votemos desde la desinformación, porque pagaremos las consecuencias de nuestro yerro. Aunque entendamos la idoneidad de nuestro sufragio, porque la realidad nos hace trizas nuestras previsiones. Acertemos o nos confundamos, vivimos en democracia.

Silencio. Se ruega. Eso sí. Conciencia. Corazón, también. Cerebro, sin duda. Pero si falta conciencia, malo. No sentimos en nuestros estómagos el ruidillo de nuestro interior que nos avisa de que algo no se ajusta a nuestros principios ni a nuestros comportamientos. Ahí sí se manifiesta la moral. Nuestra moral. Ese principio que rige nuestros comportamientos ndividuales. Esa facultad que muchos de nuestros políticos han despreciado porque prefieren un bolso lleno a una limpieza plena.

Tómense la cosa con calma. Salgan y disfruten. De vez en cuando, dediquen un minuto a la intención de su voto. No es sólo asunto suyo. Ni de los suyos. De todos.

 

Un saludo.

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