DOS BILLONCEJOS
Griñán sitúa la deuda andaluza en dos billoncejos de nada. La Cámara de Cuentas -y de cuentos para no dormir- entiende que bastante más de dos billoncejos. Javier Arenas, que de cuatro billoncitos para arriba. Quién da en el clavo. Ya saben el refrán: piensa mal y acertarás.
El problema de la deuda es, claro está, pagarla. Queda por conocer al sabio capaz de conseguirlo sin machacar más la renta disponibles de los andalucitos. La deuda, a diferencia de la luna, no atraviesa por fases menguantes. Crecientes y muy crecientes. Deuda llena y deuda nueva. En la deuda, la ley de la gravedad es directamente proporcional a la avaricia de los gobernantes: a más intrusos en los expedientes de regulación, mayor el desfalco al Patrimonio regional. Hay que alejarse del centro de la corrupción institucional para escapar de la fuerza centrípeta de guerreros, vieras, fernández y otros formidables luchadores de la ideologia del saqueo.
Qué extraño puede parecernos que la deuda de nuestra Comunidad haya aumentado un cuarto de billón de pelas en dos mil once. Nadie se asombre que, por cabeza, corresponda a los andaluces casi trescientas mil pesetas. Una familia de cuatro miembros tendría que aportar siete mil euritos para saldar el gigantesco déficit. Ya digo, nuestras arcas públicas están mltrechas pero como esto siga así el estropicio va a alcanzar niveles de estratosfera.
Eso sí, lo que no se le ocurre a Griñán, lo piensa Aguayo. Y si no hay espacio para la reflexión analítica para estos mozos, se copia y punto. Los bonos patrióticos son una de las añagazas más sucias de algunos gobernantes. Treta similar a la de urdir cualquier trampa para no pagar a proveedores y trasladar adeudos de un año para el siguiente. El que venga, que arree con la más fea. En Cataluña, patria de nacionalistas de pega, estos bonos tienen su qué. Pero en la Andalucía menos nacionalista de las Autonomías españolas, suena a broma. Con todo, el componente demagógico se inserta en la emisión. Los que compran bonos lo hacen en función de su amor por el terruño y no por los altos intereses que la Junta habrá de dispensar. Será posible. Patriotas, pues, los muy ricos. Los pobres, antipatriotas incapaces de malvender el pisito hipotecado para conseguir liquidez a los administradores de nuestra miseria.
Pero hombre, si hay otras formas más elocuentes de patriotismo. Por ejemplo, perseguir el fraude fiscal y vigilar las huidas a paraísos fiscales. O reducir la financiación pública de las televisiones. Incluso eliminar las subvenciones a los dos grandes sindicatos y, por supuesto, a la patronal. Para más abundamiento, prescindir de los gastos suntuarios y de los sueldos siderales de algunos ejecutivillos de opereta. En cualquier caso, aupar la austeridad de los políticos a niveles de ejemplaridad social. Parlamentarios, alcaldes, concejales, diputados provinciales, asesores de sí mismos, delegados de Consejerías, cargos de libre designación y otros arribistas de la política bien “pagá”, con el sueldo a la mitad o, si me apuran, sin dietas de manutención, de viaje, de protocolo y otros pluses añadidos.
En cuatro años de control de las riendas del gasto innecesario, el mordisco a la deuda se va a sentir y va a sentar precedente. El mordisco acabaría con tanta mordida. Igual los cuatro billoncejos de don Javier se minoran hasta lo que considera Griñán. Menudo éxito se apuntaría el Gobierno del Pp si consigue ese objetivo. Dos billoncejos.
Un saludo.
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