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Francisco Velasco. Abogado e historiador

SOBRE EL CONGRESO DE LA DERROTA

 Rubalcaba o Chacón. Felipe González ya ha dicho que en el terreno de la elección política, los afectos no intervienen. Mucho te quiero, Chacón, pero el voto para Rubalcaba. Las amistades son peligrosas hasta donde los intereses permitan. Con apenas treinta y dos años, Suresnes elevó a Felipe a la cúspide del Psoe. Desde entonces hasta ahora, ya ha llovido. Si se desembarazó del marxismo y se arrimó a la socialdemocracia “made” in Olof y en Kohl, a qué no se aferrará el sevillano. Anda que no se protegía bien el expresidente. Uno puede ser cobarde, pero  listo, cantidad. Cada niño se busca su padrino y, si cabe, al primo de zumosol.

En los partidos democráticos, el peso de la militancia es tan liviano como la sinceridad de sus ideologías. O sea. Cuando decide el sátrapa, el listillo acoquinado se refugia en los búnkeres mediáticos de los afines. No obstante, a la primera de cambio, se zafarán del influjo extraño e introducirán su propio marchamo. Mucho te quiero, cordero, pero no te doy mi dinero.

Para los partidos, la democracia se viste por la cabeza visible y no por los pies. Los líderes nos hacen ver colores e imágenes radiantes como los rompimientos de gloria del Barroco. Los grandes hacedores políticos imponen el camino a seguir como los Galliano sancionan la moda. De esa forma, se nos hurta el conocimiento de la corrupción, de las perversiones de la jerarquía, del machismo imperante o de la psicología más alienadora.

La falta de motivación de las resoluciones humanas conduce a la desdicha de los interesados por las mismas. Se dictan sentencias presididas, la mayoría de ellas, por el fallo. Producir como churros decisiones, de cualquier origen social, constituye un craso error del sistema. Los paganos son siempre los más desventurados, quienes confunden aprobados con conocimientos y los que no quieren ver que ser suspendido es ser reprobado. Se pasa página y adelante. Que el tarro cognoscitivo ya se llenará el próximo años. Equivocación más indecente.

 

El congreso socialista de febrero se mece en la telaraña frágil donde reposan los elefantes que se resisten al cementerio. Léase la mesnada felipista. La generación joven que encarna doña Carme -dígase Karma- anda obsesionada con alzar otra voz aunque el eco sea el mismo. Buscan inmolar en la pira a las vestales de otrora y a la gerontocracia a lo Llopis. En Andalucía se guarda el sufragio de la victoria de uno o de otra. En nuestra Comunidad, sin embargo, no se preserva el bienestar del pueblo. Sólo se disecan dinosaurios y se guardan en formol ejemplares de aves rapaces.

No importa quién gane. Cinco millones y medio de desempleados seguirán saboreando la hiel de su destino. La única posibilidad que nos queda a los españoles es que la plutocracia chavesista y griñanista toque a su fin. Si triunfa Chacón, para ella. Si el éxito sonríe a Rubalcaba, todo suyo.

A los españoles y a los andaluces, el congreso del Psoe no es el de la regeneración, sino el de la ratificación de una tragedia gobernante. En cualquier caso, me voy a mojar. Debiera salir elegida la catalanista. A pesar de serlo. Si venciera don Alfredo, entregará las elecciones marceñas a Javier Arenas. En bandeja. Y ellos lo saben.
 
Un saludo.

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