Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL PALACIO DE ORO

 Tres mil euros cada día. Quinientas mil pesetas diarias. Es lo que nos cuesta a los onubenses pagar el caprichito sensual de la expresidente de la Diputación, la señora Petronila Guerrero. Un alquiler a precio de antojito. Una llamada a la lujuria de las ambiciones políticas. Así se ha denunciado públicamente y así ha debido ser. Si no, que me digan por qué los nuevos diputados provinciales han puesto fecha de cierre en 2013 en vez de continuar con el atraco a mano desalmada a los bolsillos de los ciudadanos de una provincia con casi ochenta mil desempleados. Y si no, a qué viene que, ahora, el nuevo presidente del organismo supramunicipal, el señor Caraballo, atisbe la posibilidad de desprenderse de esta perla maligna antes de la fecha citada.

El palacio de oro de la señora Petronila va a ser cerrado. La esquizofrenia dirigista de Guerrero toca a su fin. El sustituto de la presidentísima muestra ideas más claras, menos obtusas. Pena que no las manifestara en su momento y frenara las ínfulas cleopatrinas de la nueva senadora del Reino de España. Si pudo oponerse años atrás y, por miedo o por lo que fuere, prefirió instalarse en la seguridad de su cargo áureo, la sociedad se lo demandará.


Uno se conforma con que, tarde y mal, se clausure ese monumento al escándalo institucional. En todo caso, se pondrá de relieve que el aquiler no obedecía a necesidades perentorias de colocación de organismos y de funcionarios como consecuencia de la falta de instalaciones propias. Ni hablar de la peluca. El propio Caraballo asegura, con toda contundencia, que el traslado del personal y del mobiliario no precisará alquiler de inmueble alguno aunque fuere más barato. Ni hablar. Todos ocuparán las vastas, amplias, aireadas, estancias del macroedificio que la Diputación tiene en propiedad en las cercanías del antiguo Psiquiátrico. Por ese camino, podemos hacer migas y diluir las críticas.

Críticas siempre fundamentadas en el horror por el despilfarro a que nunca nos acostumbró doña Petri. En ese sentido, a tal palacio áulico, cual aeropuerto diamantino. Diamante que brilla...por su ausencia y por su inalcanzabilidad. Millones de pesetas tiradas a la basura por parte de los impulsores de un sueño imposible que llenó los bolsillo de más de un empresario listo. Al aeropuerto fantasmagórico del palacio de oro habitado por la dama del puño acerado y de la rosa de pega, ni un euro público más. El que quiera aeropuerto, que lo pague. Con todo, aunque saludamos la decisión, habrá que esperar la coherencia del acto. Ya se sabe: del dicho al hecho, todo un trecho. Si se prescinde del aeropuerto y las grandes infraestructuras provinciales duermen la borrachera del disloque y del dispendio, habrá que poner en la calle al tránsfuga que han colocado como asesor de un ente espirituoso. Y si se le mantiene, que se le abone el salario espectral que corresponde a la intangible función.

El apego al rico y dorado metal sigue atrayendo a las abejas psoecialistas. No crean que las buenas intenciones disfrutan de un amplio recorrido. Servidor desconfía. Y lo hace, como suele, en base a los fundamentos fácticos que sostienen su discurso. Verán. El señor Caraballo, pariente de don Mario Jiménez, el increíble Hulk al servicio de la causa griñanista, no tiene en mente despedir a la tropa de asesores y liberados. A los funcionarios adscritos a las áreas de arqueología o de educación, sí, porque sus actividades se solapan con las de la Junta de Andalucía. Sin embargo, a los adeptos, ni una rozadura ni la menor molestia. Por ahí siguen las cosas. Yo quito dos, financio una campaña de imagen, hago como que enmiendo la plana a Petri y, en un mes, todos con la boca cerrada y dispuestos a votar Psoe en las autonómicas de marzo. De Guindos no se ha caído del árbol que nombra su apellido. Este articulista, tampoco.

Las palabras del señor Caraballo refieren cambios por los que hemos venido clamando. Pero hasta que no toque las llagas de la herida, me voy a creer lo que cayó en El Conquero. La gente de Huelva ya sabe lo que en aquel territorio de la capital hubo. Y no se trata de un insulto. Simplemente una expresión onubensista tan nuestra como el “denené”.

Señor Caraballo: cuando vea que el palacio de oro, el aeropuerto de diamante y los asesores de latón se financian con parné privado, entonces seré el primero en alabar su gestión. Hasta entonces, adiós y muy buenas.

Un saludo.

0 comentarios