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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL GÜRTEL ES UN BOOMERANG

Baltasar Garzón se sienta en el banquillo. No en el de los suplentes porque, hasta la fecha, no ha perdido la titularidad. En el banquillo de los acusados. Por más que ha tratado de eludir la fatídica posición sedente en tan desagradable taburete, casi un cadalso, la maquinaria procesal ha terminado imponiendo sus normas ante las maniobras escapistas del magistrado. La gloria de las estrellas se hace cenizas al contactar con la atmósfera de la realidad. La línea imaginaria del Gürtel ha descrito una curva inopinada y ha retornado a la posición del lanzador que se creía omnisciente y todopoderoso.
 
He dedicado varios artículos en este blog a la actividad pública y funcionarial del señor Garzón. En alguna ocasión, defendí su intervención protagonista en el feo asunto de los GAL. Entendía entonces, y ahora reconozco mi equivocación, que actuaba guiado por una voluntad férrea y bien intencionada de hacer justicia y no justicierismo. Craso error. El transcurrir del tiempo modifica la interpretación y las campanas de la revancha tocaron a muerte del estadista político que pudo ser. Un buen Maquiavelo debe tener la conciencia sucia y prístinas las acciones. No olvidemos que los actos nos hablan de la organización del cerebro y de las angustias del alma.
 
Un grupo de personas ha hecho causa con el señor Garzón. Entre ellas, jueces y fiscales. No podían faltar entre los adeptos la actriz Pilar Bardem y el diputado Llamazares. Todos parecen entender que la Vista es un auto de fe escenificado por la Inquisición Judicial contra el último guerrillero antifranquista. El desconocimiento de las causas revela, además de ignorancia, maldad. El señor Garzón no ha sido imputado en este proceso por su incompetencia en la investigación de los crímenes durante el régimen de Franco. Ni hablar. El juicio oral se ha abierto por la posible comisión de sendos delitos de prevaricación y contra las garantías constitucionales. A tenor de lo que se conoce del sumario, don Baltasar, en su afán de machacar a Correa y Crespo, cabecillas supuestos de la Gürtel, autorizó intervenir el teléfono para informarse de qué hablaban estos señores con sus abogados. Y claro, esa interceptación es ilícita a no ser que concurran circunstancias tasadas por la propia ley. Estas circunstancias no se daban y el señor Garzón no es un ignorante en esta materia.

El ascenso a ciertas alturas de los ochomiles puede obnubilar las mentes hasta el punto de que los escaladores se sienten diosecillos inalcanzables. La efímera permanencia en la cúspide antecede a la dura y terrenal bajada a la humanidad. No pocas veces, el resbalón mortal se produce en la confianza del descenso. Ay, cuando las ilusiones nos hacen alucinar.

Este articulista escribió allá por 2009 un artículo en este mismo blog. Analizaba las consecuencias del caso “Escuchas”. Decía en el mismo que Garzón nos sumía en el estupor. De escándalo en escándalo. Y expresaba textualmente: “el tema de las presuntas escuchas ilegales a abogados defensores en el caso Correa/Gürtel, va a traer cola” (...) Sería lamentable, de creer que el sumario del caso Gürtel es lo bastante garantista, que el don Vito hispano se librase del rosario de imputaciones por mor de una chapuza como la que se atribuye al juez Garzón. Si éste quebrantó las garantías constitucionales, recogidas en el artículo 536 del Código Penal por autorizar escuchas no fundamentadas o insuficientemente motivadas, podemos golpearnos de bruces con el muro de la nulidad de las actuaciones. En cuyo caso, el autor del presunto delito incurriría en la pena de inhabilitación especial para cargo público”.

Un juez, señor Garzón, ha de ser, antes que nada, garante y, después, impulsor de las investigaciones. De alterar esta prelación, se convertiría en arte y parte. A partir de ahí, a tomar por saco el deber de tutelar los derechos de los imputados. Y es que, amigos, no hay peor cuña que la de la misma madera. Dicho de otro modo: donde las dan, las toman. Me lo repito constantemente para mi acción particular. Para que no se me olvide.

Un saludo.

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