ODIAIUR
Hay nombrecitos que duelen y que hieren. Uno de ellos, Amaiur. El que la coalición independentista vasca apadrinada por ETA porte los fonemas “ama” ya escuece. Otra cosa es lo de “odia”. Odiaiur sería más propio a este grupo proetarra o filoetarra que, merced al Psoe y al Tribunal Constitucional, puede llevarse el dinero del Estado del que pretende separarse por las buenas o por las malas. Odiaiur, sí. Cosa distinta es el Amaiur, Maya del Baztan, vivo ejemplo de la heroicidad de un pueblo que se resiste a ser anexionado aunque, al final, sucumbe. Aquellos navarros sí amaban. Los coaligados de Amaiur odian.
La democracia es tan imperfecta pero a la vez tan hermosa que admite en su seno a grupos políticos que persiguen demolerla. La Constitución es tan libre que no pone trabas a las formaciones que alientan su eliminación. Odiaiur ha dispuesto de muchos votos en el País Vasco, tantos como para obtener seis escaños en el Congreso. Hay que rendirse a la evidencia. Lo que uno no debe hacer es conformarse con la injusticia ni con la ilegalidad que suele ser antesala de la primera. España sabe que tiene al enemigo en casa y el respeto a las normas la impele a obrar rectamente. Esa rectitud no debe derivar en atajo para que exista un grupo parlamentario si no alcanza el porcentaje que el reglamento establece. Al pan, pan y a ETA, disolución y entrega de armas.
La lucha soterrada de algunos partidos vascos por la independencia del territorio ha asomado su cabeza de serpiente mortífera y lo que era una aspiración se ha convertido en una exigencia. El PNV ha sabido imprimir a sus acciones el acierto político de ir desgarrando las bases institucionales del Estado hasta debilitarlo lo bastante como para hacer rutinario lo que es un consumado acto de fuerza. Urkullu ha pedido a Rajoy que no discrimine a Odiaiur en lo que se refiere a la tanda de conversaciones que el nuevo presidente del Gobierno va a emprender con las fuerzas políticas democráticas. Democráticas, sí. Antidemocráticas, no. El dirigente peneuvista se ha marcado tres objetivos que se resumen en uno. El primero, separar al País Vasco a la vez que responder a la crisis que él ha contribuido a agravar; el segundo, independizar a Euskadi al tiempo que llama a la paz de los cementerios llenos de víctimas del terrorismo; el tercero, patalear las posaderas de España al ritmo del nuevo status político que reivindica. Una joya el hombre. Y si no hay magdalenas, pues se pide magdalenas.
Odiaiur se regocija de satisfacción. Si Rajoy no cede a lo del grupo en la cámara baja, ya vendrán los salvadores de Otegi a prestarle un diputado y lo que haga falta porque dos que se acuestan en el mismo colchón es que ya eran de la misma condición. Pero apuesten a que la basca vasquista conseguirá la basca española. Dicho en términos menos crípticos: la pandilla de Euskadi logrará que los españoles sufran un estado tal de ansiedad que terminemos vomitando. De ahí lo de Odiaur.
Un saludo.
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