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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA DERECHA NO SOCIAL

 

 Por sus obras los conoceréis. Por sus ideas los identificaremos. La demagogia supone la degeneración de la democracia. Un programa político que persigue el halago o la concesión para alcanzar el poder o mantenerse en el mismo se sitúa en el polo contrario a la verdadera intención fáctica. Que una cosa es predicar y bien distinta el dar trigo.

 

Haber mamado la dictadura durante veinticuatro años de una vida sexagenaria marca a fuego. Al menos con Franco sabíamos a qué atenernos. Corríamos ante los grises y conspirábamos en las catacumbas no secretas. Escuchábamos Radio París y soñábamos con la desaparición del régimen a partir de la muerte de su caudillo. Caudillo que no era demagogo porque la implantación social no era sometida a estudio ni a discrepancia abierta.

 

Con la democracia, -felices quienes podemos disfrutarla pese a sus agujeros negros-, advienen los caudillos demagogos. Ejercen el poder de forma imprudente, léase la segunda legislatura de Aznar; de forma caprichosa, mírese hacia el zangolitinismo de ZP; e incluso temeraria, baste recordar el terrorismo de estado perpetrado por el felipismo. Una vez alcanzada la aprobación pasional de las masas, emprenden su ansiada meta de ejercicio de una voluntad despótica y absoluta. No se trata de derechas ni de izquierdas. Hablamos de partidos, de formaciones políticas. Y si no, les cito dos ejemplos candentes.

 

En Cataluña, la derecha independentista encarnada por CiU ha comenzado a gobernar a mandoble libre contra los derechos sociales. Artur Mas mantiene sus embajadas y sus televisiones con millonarios costes sin perturbarles el cerrar centros de salud ni el apretar el cinturón a las escuelas públicas. Su conseller de Salud quiere reformar el sistema sanitario de España. La Seguridad Social deja paso a una póliza básica de obligado seguro en virtud de un determinado nivel de renta. Como la sociedad ha vivido mejor de lo que le correspondía, ahora, afirma el politicastro de derecha antisocial, toca vivir peor aunque no por ello se viva mal. Tócate las narices. La intemerata. De aquí a los pensionistas de lujo frente a los jubilados de aluvión.

 

En el resto del estado español, la izquierda menos social que ha conocido la historia de nuestra democracia ha congelado las pensiones. Un recorte singular y único al que IU no opuso la resistencia que se requería y al que Comisiones Obreras ni UGT respondieron con una estudiada pasividad cómplice. Esos pensionistas han perdido un tres por ciento de poder adquisitivo, que corresponde a la inflación existente. Los pactos de Toledo se han ido al garete y al garito.

 

Las declaraciones programáticas de Rajoy son contundentes: no se recortará en sanidad, en educación ni en servicios sociales. De otra parte, se instará a la patronal y a los sindicatos a llegar a un acuerdo sobre la imprescindible reforma laboral. Se vigilará estrechamente la comisión de delitos de fraude fiscal y se luchará con denuedo contra la corrupción institucionalizada que ha prendido en los faldones del partido psoecialista. La creación de empleo se convierte en la prioridad número uno del nuevo Gobierno.

 

Si el PP hace lo que ha prometido, el Ejecutivo de derechas realizará una encomiable política social. De vendernos una burra medio muerta, habrá incurrido en el pecado mortal de la demagogia más infame. En cuyo caso, habrá que obligarle a rendir cuentas. Sin esperar cuatro años. La presión del pueblo, cuando es cívica y legal, consigue milagros. Nuevas elecciones democráticas y a esperar que alguien nos saque del atolladero.

 

En cualquier caso, el empeño es bien difícil. Por culpa de la izquierda no social que ha liderado ZP.

 

Un saludo.

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