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Francisco Velasco. Abogado e historiador

MANDATO CLARO

 
Mayoría absoluta. Lo que pide Aznar a los votantes del próximo “ventenene”, vente, es una holgada victoria electoral que permita a Rajoy gobernar en solitario. De no ser así, este país va a pasarlo rematadamente mal. El olor a cadáver atrae a carroñeros de diversas especies. La ciudadanía tiene la palabra. Cualquier resultado restrictivo supondría una catástrofe. España sería, en ese indeseado caso, ingobernable. Estaría a merced de los independentistas y a los pies de los camisetas verde billete.

Aznar me pareció siempre un tipo raro. Su rareza es la normalidad. Aunque más de una vez ha puesto los pies sobre mesa donde no debía, en general ha sabido comportarse. Él cumplió como nadie con su deber de presidente. Dejó en herencia un país emergente y respetado. El problema es que no previó -nadie pudo imaginarlo salvo los autores intelectuales de Atocha- quién iba a hacerse cargo de los destinos de la nación. De haberse cumplido las previsiones, Rajoy hubiera tomado el testigo con la mayor dignidad. No fue así y, por la vía de los atentados, se le adelantó el incapaz más destacado de la política democrática. A tal personaje, tamaña ruina. Pobrecitos. Los españoles, claro.

El Gobierno que se avizora -ojo, que hasta el rabo todo es toro- debe ser el contrapunto de orden y de responsabilidad al caos reinante. Como decía Goethe, prefiero la injusticia al desorden. No cabe duda si se aplica el pragmatismo. Los descontroles no traen más que iniquidades y discriminaciones pues la ley de la selva se impone al Derecho y, falto de éste, la sociedad se desvertebra hasta retroceder a niveles de incivilización. Aznar sabe lo que dice. El PP puede ganar. Las tiene todas consigo. Sin embargo, deberá poner encima de las urnas un programa que lo identifique. No más disfraces. Fuera las máscaras. Caras descubiertas y manos sin guantes.

Siete años de derroche nos han dejado sin vacas. No es que las lecheras hayan enflaquecido. Es que no hay. Las borracheras de poder de los amigos de Pepe Blanco han hecho de la actividad política una orgía de ilegalidades e impunidades en la que sólo cuenta el placer. Los psoecialistas han salido caros. Y eso que todavía la verdad no ha asomado su patita. Las deudas reales anegarán los despachos.

Despacio y buena vista. El oso no está cazado. Los dirigentes del PP deben conducirse por la propiedad del lenguaje y por la humidad del gesto. Las carcajadas, en las fiestas. Y el pueblo no está para festividades ajenas. Toca trabajar y apretarse la hebilla del cinturón. Los indignados de verdad aplaudirán el gesto honrado del buen parlamentario. La Función Pública ha de recobrar el pulso. Enchufados a la calle. Mano de hierro ante los corruptos. Código penal frente a los terroristas. A los separatistas, lecciones de Constitución. Raciones de nación española en el contexto de la pluralidad política, territorial, cultural y lingüística. Ahuyentar los espíritus uniformadores ha de ser un principio ideológico. Servir a España es hacer de ella una pero rica por diversa y diversa por rica. Tentaciones totalitaristas, ni una. Voluntades férreas por recuperar el presente, todas.

Mandato claro. O las urnas otorgan al PP la mayoría absoluta, o el fantasma de Latinoamérica paseará por España el espíritu de la discordia. Y ya está bien. Mandato claro.

Un saludo.

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