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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ImPERtinentes

 

Dicho lo dicho, a por el autor. Duran Lleida se ha convertido en el pimpampún. Cortejado por el Psoe y el Pp, el unionista catalán se ha hecho acreedor a críticas personales. En este país, cuando algo no nos gusta, tiramos del alfanje lenguaraz y hacemos picadillo al personaje. En vez de refutar tesis y de argumentar de forma objetiva, hala, a cazar bisontes con cartuchos de goma2. El socio de Artur Mas se aloja en el Palace. Menuda fundamentación. El portavoz de CiU en el Congreso frecuenta barras americanas. Madre mía. A este paso, las murgas gaditanas vestirán al político catalanista de travestido con agujeros. No es eso, no es eso. Impertinente es el que molesta de palabra u obra. También designa al anteojos con manija que solían usar las señoras. Sus dioptrías pueden distorsionar la realidad. De qué manera.

 

Siempre me pareció el señor Durán Lleida un tipo listo cuyos escrúpulos patinan sobre pistas de hielo derretido. Aunque bese el suelo, le salva el airbag nacionalista. Cómo será que el propio Zapatero le ofreció un ministerio. Claro que ZP promete el paraíso de Alá y el cielo bíblico a cualquiera con tal de ganarlo para su causa. Lo cierto es que Durán ha metido la pierna allá donde no era menester. Este hombre es tan distinguido que no tiene patas. Piernas. Además, se lo tiene creído. El andalucismo militante ha entrado en cólera a raíz de las declaraciones del diputado. Y cómo. Cual manada de búfalos cabreados. Sin embargo, a ninguno escuché alegaciones de peso. El problema, el quid, es saber si el PER es un subsidio necesario u otra cosa más próxima a la compra de votos. He ahí la cuestión. Lo primero es reflexionar. Después vendrán las acciones.

 

Andalucía y Extremadura han sido, desde que el Psoe malgobierna estas comunidades, uno de sus principales silos de votos. Eso no lo duda el más novato de los sociólogos de cabecera de Alfonso Guerra. Más de treinta años condicionando la vida política de ambas regiones sureñas de esta España que se descompone. Desde que Felipe I de Sevilla lo instituyera, miles de campesinos se han beneficiado de esta ayuda. Algunos pícaros hicieron de la ayuda un negocio y del subsidio cautivo una imponente catapulta de poder e influencia. Los controles desaparecieron en la práctica y los inspectores miraban a otro lado cuando las denuncias de fraude llegaban a la prensa. No es la primera vez que salta la liebre sobre este asunto que tanto encocora.

 

Las declaraciones de Durán Lleida son, de toscas y gruesas, insultantes. Los psoecialistas se han lanzado a los ojos de su gran cómplice en las dos legislaturas zapaterianas. Los peperos no quedaron atrás en su invectiva contra el gran cacique. Ni unos ni otros han rebatido sus palabras. Se han limitado a descalificar y han embarrado las tesis en el charco de los insultos. La verdad. Basta la verdad. La historia del PER se escribe en trazos torcidos por oligarcas de turno y por capataces de vez. Dosis de transparencia y aluviones de datos contribuirían a silenciar los exabruptos de este hombre que se nos presenta como ejemplo de moderación cuando, en realidad, no es sino un funambulista mercenario que arranca a los gobiernos de España las uñas de sus debilidades. Es preciso aportar pruebas de convicción que arrinconen al eterno segundón de la derecha de Cataluña. Sobran deslegitimaciones de charanga y pandereta.

 

Que si frecuenta burdeles y que si habita lujosos hoteles, nada añaden al tema. Lo que interesa al pueblo y al sentido común son acreditaciones, certificados. Es la única forma de no distraer la atención sobre el tema clave: la crisis que llegó y no se quiso admitir. La parca termina visitando. Nadie escapa a su competencia. Ni nada. Las crisis se arreglan con fórmulas. Se agravan con rezos supercheros y con absurdos conjuros. A ver quién es el impertinente.

 

Un saludo.

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