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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA FIESTA DE LA CABRA

 Vargas Llosa escribió una obra maestra: "La fiesta del chivo". Toda una apología de la perversidad del dictador Leónidas Trujillo. Si exceptuamos a Costa Rica, y algún otro país, la dictadura ha sido pan nuestro de cada día en la Hispanoamérica independiente. No podía ser de otra forma. De tal tronco político, estas ramas.

 En nuestros días, por más que la democracia es feliz sistema de gobierno, la acción política sigue prendida de resabios tiránicos y prendada de regustos pasados. Se entienden los vicios heredados. Sobre todo en la clase gobernante. Se entiende. De la misma forma que se comprende cómo la ciudadanía no ha asumido aún su condición de soberana. El problema es que no termina de creerse eso de la soberanía. Igual que a la mujer no se la engaña con lo de ser la reina de la casa.

 La democracia española me recuerda a una cabra. La cabra es un animal de valía poco reconocida al que, por ello, se presta poca atención. Come de todo. Todo engulle. Nuestra democracia tiene un poco de los caprinos. Mas como éstos, ofrece buenos productos. No nos da una leche excelente ni una lana de calidad ni caro cuero. Sin embargo, nos regala unos derechos individuales, unas libertades golosas, unos horizontes de festividad. La democracia es una fiesta. La fiesta democrática es la fiesta de la cabra.

 Es la fiesta de la cabra pero no la fiesta del chivo. Aunque algunos usos democráticos dejen mucho que desear, se avanza haciendo camino. Poco a poco. A pasitos. Nuestra democracia no está como una cabra. Tiene la cordura de la cabra y la humildad de todas las cabras. Hay que conservarla. Hay que protegerla. Hay que presevarla. Es el tesoro que nunca disfrutamos los españoles. Aprendamos a gozarla. Es la fiesta de la cabra.

 Un saludo.

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