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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CONCEPTOS

 

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CONCEPTOS. Excusen mi argucia del juego de palabras. En realidad, pretendo enmascarar mi comentario sobre el CEP, Centro de profesorado, con la definición de concepto. El CEP no es un concepto sino las siglas que envuelven una idea y las letras que ocultan una gestión. De los 32 Centros de Profesores de Andalucía, no critico a ninguno. Sin embargo, ni uno solo de ellos escapa a la manipulación que surge de y por la Consejería de Educación de la Junta. Ni uno, repito. Eso sí, mi respeto a los buenos profesionales, que los hay, que se baten el cobre con tal de dar sentido a su compromiso con la educación.

 

La nulidad política que es Dª Mar Moreno encuentra su justificación sustantiva y adjetiva en el estado de la cuestión educativa andaluza. Cierto es que sus predecesores en la cartera le han proporcionado una coartada de no culpabilidad. La herencia que recibió fue acogida con la satisfacción de los que se agarran a un  legado infame con tal de seguir ostentando el título de nobleza que otorga un  cargo de esta envergadura. Sin embargo, el contenido debiera ser a beneficio de inventario. Una pena. La educación andaluza nunca descendió a niveles tan abisales de inmadurez. Ni siquiera con la coercitiva y extorsionadora ley de calidad.

 

La buena señora heredera de un imperio de corrupciones y de despilfarros habla ahora de un nuevo Decreto que regule la formación inicial y permanente del profesorado no universitario en Andalucía. Iridiscente, que diría Forges. Y después, qué. Y la calidad de la enseñanza, para cuándo. Y la derrota del fracaso escolar, en qué siglo. Y la recuperación del poder adquisitivo del profesorado, para el milenio que viene. Uno comprende que la señora del Panda tiene que fichar y todas esas cosas. Pero que no invente majaderías ni cargue más la muy pesada mochila del personal. Que bastante tienen los docentes con sus penurias económicas y sus profundos agujeros de amparo social para que vengan estos indigentes de la educación a lapidar su honra.

 

Un CEP es una institución importante. Sin duda. Cosa distinta es que el CEP haya cumplido alguna vez, a lo largo de la historia democrática, su función de formación permanente del profesorado. Los cursos programados e impartidos han costado un ojo de la cara y sólo han servido para completar el currículum de quienes ambicionaban dejar el aula y a los alumnos para situarse en  labores burocráticas en las que esconder sus carencias pedagógicas y, al mismo tiempo, impeler a sus compañeros a la burda tarea de cumplimentar papeles, informes estúpidos, actas vergonzantes y todos los soportes que hacen de la burocracia un esperpento nacional decimonónico.

 

El CEP no es un concepto. Ni una idea que concibe o forma el entendimiento. Ni un crédito. Ni una calidad o un título. El CEP es la determinación de una falacia una vez examinadas las circunstancias de su funcionamiento. En definitiva, un ente espurio, bastardo y engañoso nacido de la mente lúcida, cabal y honrada de algún buen señor con más fe que el santo Job, el paciente por excelencia.

 

Un saludo.

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