SOCIOLOGÍA DE UNA LOCURA
Algunos no se han enterado todavía de la derrota del Psoe en las recientes elecciones municpales y autonómicas. Ni se quieren enterar, ye, ye. Han perdido gobiernos regionales, ayuntamientos postineros y diputaciones bien ricas. Nada importa. Siguen verbeneando la política como si el batacazo no fuera con ellos. Se agarran al autobús renqueante de La Moncloa pese al desencuentro entre el conductor defenestrado y el chófer de relevo. Cosa de locos. Pero de locos, locos.
Nadie piense que el Partido casi único ha perdido la razón. Ni que sus dirigentes tienen poco juicio o que son propensos al disparate o a la imprudencia o que funcionan sin control. No lo crean. Lo que sí está claro es que se pasan de lo ordinario, de lo cabal, de lo lógico, de lo regular, de lo ilegal, de lo legítimo y hasta de lo sensible. Su razón es el poder del dinero y la influencia de la fuerza. Son los motivos que animan cualquier dictadura. Tiranos de fundamento, sí, pero locos por dictar, también. Los demás, a seguir el ritmo de la lectura y a copiar la letra de las órdenes.
A veces, es preferible callar a ser bocazas. A veces. A la gente del Psoe no afecta esta prédica. Ellos aciertan hasta que dicen la burrada del siglo. Al rato se desdicen y atribuyen a otro la parida insufrible. Rubalcaba, que se burlaba, ladino, de la propuesta de Rajoy sobre la imposición de un techo de gasto, se mete su sapo en la boca, lo mastica, lo salpimenta y, antes de tragárselo, lo expele con la fuerza de un esputo. A otro perro con ese batracio, que Alfreddo sólo degusta ancas de ranas en restaurante vasco de muchos tenedores.
Don Alfreddo sabe que don José Luis le va a hacer la cama más de una vez antes de abandonar su actual cometido de hacer como que preside. Zapatero es un individuo vengativo y cobarde. Abraza sonriente, en público, al autonombrado sucesor a título de líder del partido de la corrupción, pero en la sombría y solitaria sobremesa de palacio teje el estramonio/extrademonio que ha preparado para el impostor. Lo de la reforma constitucional, a estas horas de la película, no es un acto de estadista al uso ni de político capaz de rectificar sus memeces crónicas, no. Ni hablar. La reforma de la Constitución, con ser una imposición de Merkel, es, ante todo, una patada en los testículos a Rubalcaba y los suyos, por atreverse a ocupar el trono imperial del neroniano secretario general.
El modelo alemán de contención del déficit de las administraciones es una coartada. Zapatero ha legado a Rajoy un pellizquito de lo poco que se ha conservado. De esta manera, amputa uno de los ejes de la política de Rubalcaba de concierto con catalanistas y vasquistas. Reformar la Constitución por consenso de los dos grandes partidos nacionales es un éxito de oportunidad y un paradigma del odio cainita. No obstante, el loco no para hasta que la vara está completamente pelada. Por ello, el señor Pérez Rubalcaba le ha dicho a Alonso, el amigo de ZP, que para negociar, él y sólo él. Que si el exministro de Defensa quiere prestarse a la portabilidad de la cartera, buen botones será. Pero ni un pasito adelante más, María.
Don Alfreddo ha de cuidarse mucho de que, consumado el estropicio, esta reforma no comportará más recortes sociales. En este punto, o el PP elogia la locura de ZP y se vale de ella o el cuerdo loco de Rubalcaba se la mete doblada. Los acercamientos de Urkullu y Duran y Lleida hay que cogerlos con papel de fumar. Sus votos nada valen en cuanto Psoe y PP deciden de forma holgada. Lo que habría que temer es la salida extralimitada de algunos diputados psoecialistas reacios a la boda de conveniencia de la derecha centrada con la izquierda sin rumbo. El hombre del faisán lanza un aviso a don Zapatero el Navegante: no se incluirán cifras concretas. Si se sale con la suya, reformar la Constitución será para nada.
De lo que se trata, locos y cuerdos, es de que los poderes públicos garanticen el Estado del bienestar. Lo cual, queridos lectores, está muy lejos de asegurarse. No ya por el paro ni el déficit ni la deuda ni la economía en general. Por la corrupción de este Gobierno que agoniza pero que, en el fin de su putrefacta vida, sigue diciendo “aña”, “eta”. Que no es a favor de España ni contra ETA. Ni siquiera la caña y la escopeta. A España, la sopa. Al partido, la teta. Que en la boca de Alfreddo sí cabe la sopa y la teta, el Gal y el Gol, la zeta y la meca. Como él no paga.
Un saludo.
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