EL ENEMIGO EN CASA
Estilo. Bueno, si el modo de comportarse revierte en interés general. Malo, si los usos o las prácticas revelan un dechado de maldades. De un signo o de otro, maniqueísmo simplista, el estilo marca gusto, elegancia o distinción.
El señor Duran (sin tilde) Lleida presume de estilo. Claro, que no precisa la tendencia. Va de amable y gentil, cual Bono sin tupé, pero como el presidente del Congreso atribuía a Esperanza Aguirre, sonríe al amanecer, junta el entrecejo al mediodía y chupa la sangre de sus víctimas cuando la luna reina en el cielo. Estilo, sí, pero no digno de ser imitado. El amigo Duran Lleida ha declarado que el PP logrará mayoría absoluta porque el Psoe ha arruinado al país. Inmenso. El portavoz de los catalanistas de CiU en la Carrera de San Jerónimo es un portento de sabiduría. Ya digo. Carácter de Bono. Pónganle un peluquín, añadan un frenillo a su voz y, hala, a dar el pego. Españoles de boquilla, cristianos católicos de confesión, políticos de oficio y escorpiones de instinto.
Pues es verdad lo de la ruina de España a causa de la banda psoecialista de Zapatero. Lo que oculta el astuto maquiavelín es que su coalición independentistas de tragos cortos ha contribuido en gran medida al descalabro económico del Estado y, sobre todo, al descrédito moral de la nación. Don Duran, sin tilde, es un cómico de la legua. Se ha aprendido un papel menor y, eso sí, supo colocarse en lugares destacados del proscenio gubernamental. Su rol se reduce a aparentar españolismo a fin de atemperar las ínfulas segregadoras de los nacionalistas de Jordi Pujol y de Artur Mas. Se presenta como el poli bueno de la película de chinos mafiosos. El hombre ha sobrevivido pese a todo.
Las ratas son las primeras en abandonar el barco. Primera lección de una clase de ciencias naturales y de sociología de la conducta humana. Mosén Duran ha roto su idilio septenal con el zapaterismo. Tiempo de amoríos rotos como los romances de Corín Tellado. El papá de la novia es desahuciado y el galán, trémulo de ira por tener que soportar a una pobre española, prefiere lanzar los anzuelos en bancos genoveses, cuyos caladeros se adivinan repletos. Pacto fiscal con Cataluña, desliza el noviete de fortuna. Con la de banquetes que ha presidido y con la de despilfarros que ha protagonizado, el Bono catalán sin bisoñé se erige en defensor de las clases medias y de los jóvenes.
Lo malo de tanta memez publicada es el silencio de los nuevos interlocutores. Uno considera que, a veces, las palabras nos hacen esclavos de nuestros actos. Hasta ahí de acuerdo con la prudencia. Sin embargo, lo que está fuera de discusión es que a un charlatán de feria aldeana se le permita moverse por palacio como juglar desafinado de damas indefensas. Alguien tiene que decirle a Duran que el disfraz está anticuado y que sus cantos de sirena no son sino onomatopeyas del croar de sapos y del crepitar de tablones incendiados. Cuanto antes.
El majete Duran quiere dinero. Mucha pasta. A cambio de qué. De nada, por supuesto. De que Cataluña prosiga la ruta separatista con los medios y recursos del nuevo padre de la novia. Si Rajoy tiende la mano, en vez del puño, a Duran Lleida, volverá a repetir el brocardo de que no hay peor cuña que la de la misma madera. Se habrá metido al enemigo en casa. Entonces, si el PP se deja seducir por el estilillo puntillero del maletilla, éste le clavará el estilete envenenado en el mismo costado que al vallisoletano de León. Vaya, y que un gallego, con la retranca que atesora, se deje atrapar por el fulanismo de un individuo así, es que manda bemoles la cosa.
Para amigos como Duran, para qué necesitamos enemigos. Ya tenemos a Rublacaba, a Pepe Blanco, etc., etc., etc.
Un saludo.
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