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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ALFREDO “FALCONETTI”

 

 Rubalcaba suena duro, áspero, lejano. El que fuera portavoz del Gobierno del GAL prefiere ser apelado por su nombre de pila. Alfredo. Como Di Stéfano. O Kraus. O tantos hombres geniales que llevaron con orgullo el nombre de ese santo francés. Alfredo significa, en griego, humilde. El presidente del Gobierno de Zapatero -raro, raro, raro- es tan modesto que hace las veces de primer ministro a pesar de su condición secundaria. No es titular pero salta del banquillo de los suplentes el tiempo que dura la pájara al legítimo. Es que le da igual. Al primero, preso de su inconsistencia, le viene bien prolongar su incapacidad temporal. A don Alfredo, cautivo de su bellaquería, a fin de mostrar lo taimado que puede llegar a ser.

 

Alfredo el Humilde anda de viaje preelectoral por la España quebrada a golpes de nacionalismo. Su primera parada y fonda, en Andalucía. No podía ser de otra forma. La visita al gran feudo del psoecialismo casposo encarnado en Chaves y Griñán, sirve de plataforma al gran hermano del faisán. Allí que se largó en busca de apoyos a su candidatura a dedo. Total, como estaba en Almería haciendo como si se preocupaba por el tema del pepino, aprovechó el transporte para tomarse un cafetín en la capital hispalense y departir con la militancia. Total. Como paga el pueblo. Falcon para arriba y Falcon que aterriza. El que no toma tierra es Alfredo el discreto.

 

Tiene, dice, medidas para sacar a España de la crisis. Ahora. Antes, no. Lleva la tira en el consejo de ministros y, de pronto, se le esclarece la mente. Ayer, en blanco. Hoy, una ebullición de ideas. Asombroso. Lo mismo que confunde su interés por defender a los contribuyentes con los votantes. Tal parece que ha comenzado con distancia la campaña para las autonómicas. Mira que si mañana nos deja estupefactos y se adelantan las elecciones andaluzas como test revelador de las generales. Mira que si...

 

Alfredo el Grande usa medios públicos para fines privados. Austeridad al poder y demagogia a espuertas. La reforma rubalcabiana es tan falsa como su intención regeneradora. En nombre de su seguridad, avión oficial. El Gobierno bicéfalo nos cuesta un ojo de la cara. Tuertos de uno, ciegos de otro. ZP se prepara un mitin por el norte. Rubalcaba, por el sur. El águila imperialista de dos cabezas renace cual ave fénix. El Diccionario histórico definirá a estos personajes como demócratas. Y habrá que creérselo. Si se pide la revisión del concepto, saltarán a la yugular del peticionario. Si es que, anden ellos calientes y proteste la gente.

 

Pepe Luis R. Zapatero es presidente todos los días a todas las horas. Duerme en lecho oficial, come en mesa oficial, en vehículos oficiales se desplaza y oficial es su incompetencia. Lo mismo que Alfredo, el sencillo. Ambos se declaran pobres, plebeyos, proletarios, desvalidos. De izquierda. Eso sí. Siempre de izquierda. Viste muy bien. Almuerzan en el Horcher, pero reivindican la igualdad de los parados a comer en restaurantes de mil tenedores.

 

Más bien, me recuerda a Falconetti. Quienes peinamos canas, recordamos una serie televisiva de aquella infancia inocente de hace cuarenta años. Hombre rico, hombre pobre. En ella destacaba, por su vileza, Falconetti. El muchacho era un compendio de virtudes: pendenciero, sádico, vengativo y otras lindezas similares. Alfredo me trae a la memoria a este triste personaje. Acaso no por sus desvalores, como por lo del Falcon. Parece mentira. Tanto paro, tanta hambre, tanta penuria y Alfredo el oscuro se pasea en avión público para intereses privados. Falconetti.

 

Un saludo.

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