DESIGUALDAD INADMISIBLE (Privilegios de políticos)
Recién comienza febrerillo, el loco, los ánimos se encrespan y la razón se nubla. Acaso el esfuerzo de la cuesta de enero, llena de repechos insufribles, haya agotado nuestras energías físicas y mentales. Uno acepta parcialmente ese "acaso". Es una parte muy pequeña de una casuística muy grande. Verán. El artículo 14 de la Constitución -la Carta Magna que el Tribunal Constitucional lleva tres años manoseando para cargársela o para desvirtuarla con el fin de congraciarse con el Gobierno de Zapatero, preso de las huestes del tripartito catalán- es muy explícito. Largo y extenuante párrafo, pardiez. Pero había que decirlo, ¿no?
Explicite, pues, articulista, y no se enrolle Charles Boyer. El dicho artículo 14, decía, consagra el derecho a la igualdad. Este derecho adjetiva a todos los demás derechos y libertades. Los adjetiva a todos. Sin él, la dogmática constitucional sería pura calamidad y la democracia, desvergonzada demagogia. -Pues, ¿qué dice? Así: "los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social". Mi interlocutor me arroja, acto seguido, toda una furibunda andanada verbal. -Bueno, eso dice, pero entre el dicho y el hecho hay un trecho. Es como identificar la España real con la España oficial. O la teoría y la práctica. Vamos, anda, a otro perro con ese hueso.
Mire, prosigue entre cabreado y violento, fíjese en el tema de las jubilaciones y de las pensiones en general. No ya en el paro ni en la vivienda ni en el desequilibrio regional ni en la corrupción desoladora. Centre su mente en la inseguridad social que genera el anuncio de cambio de la edad de jubilaciones. 67 años para un españolito de a pie si quiere percibir el cien por cien. Sesenta y siete. Para los españoles en general. Para los españoles especiales, criterio distinto. ¿No se da cuenta, hombre de Dios, que la Constitución se está convirtiendo en una carta rota a pedazos, no por las Autonomías, que también, sino por los que rigen los destinos del pueblo? Que no, articulista, que no, que hay tanta igualdad como democracia. Es decir, un mojón de carretera en el desierto de los Monegros. Déjese, entonces, de monsergas y acepte que esta democracia es tan vergonzante porque así es el pueblo español. Se repite, ¿se entera bien?, el "viva las cadenas" aclamando a Fernando -Zapatero- Séptimo. ¿Se entera o se lo repito?
Mire, articulista de las narices, y lea la prensa del día. Los políticos. Los padres de la patria. La grey de élite de los partidos. Los paniaguados que compensan su docilidad gregaria con pingües beneficios sociales y económicos. Mire. A ellos no afecta la subida de impuestos con que nos castigó el Gobierno a los ciudadanos. A nosotros, neo-súbditos, el cien por cien. A los diputados y senadores, la cuarta parte. Para ellos, exención fiscal. Para el pueblo, mayor gravamen. Nobleza privilegiada y pueblo avasallado. Revolución Francesa, qué lejos te quedaste.
Pero le digo más, por si no le ha quedado claro, me fulmina con la mirada y endurece la voz. Ministros, diputados y otros altos cargos pueden compatibilizar varios tipos de pensiones. Los pobres trabajan tanto y tan duro que, al final de su vida política, aunque sean siete años, reciben una compensación por sus desvelos patrióticos. Los pobres. A los mineros, profesores, albañiles, fruteros y todos los gremios que quiera, ricos ellos, otro mojón kilométrico, esta vez del páramo mesetario. Para éstos, treinta y cinco años de cotización. Para los privilegiados, basta con siete. Están muy desgastados, comprenda, su arrastre diario provoca enfermedades graves como la reptilitis. Infatigables ellos.
(...) No digo ni mú. El torrente dialéctico del interlocutor me disuade de pronunciar discurso alguno. La verdad es que poco mensaje cabe ante la evidencia. El pueblo, a pagar. Los políticos de altura no son el pueblo. Los de bajura, son de cabotaje. Atracan en puertos amigos sin alejarse demasiado de las sedes oficiales del partido que les dará de comer. Refería George Orwell: Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros". Verdad.
Un saludo.
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