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Francisco Velasco. Abogado e historiador

NOTICIAS DEL MUNDO

Rupert Murdoch está en la picota. Bueno, todo lo que un magnate de su poder pueda estarlo. Mucho ruido y pocas nueces. Escuchas ilegales. Acaso, también pirateo informático. Les suena lo de SITEL. ¿O no? Aquí solemos escandalizarnos de lo de fuera y arrullar con viento fresco lo de dentro.

 

Va para dos años. Noviembre de dos mil nueve. La prensa española se hizo eco, hasta que la sordina oficial apagó el fuego, del sistema de escuchas SITEL. Recuerden las palabras del ministro del Interior, refiriéndose a Carlos Floriano, diputado del PP: “veo y oigo todo lo que haces y dices”. Rubalcaba. Después lo negó. También Pedro negó tres veces a Cristo. Y Felipe apostató del marxismo. Lo mismito que el comunista Carrillo se convirtió, como un Paulo de Tarso de papel de fumar al socialismo que más calienta. Alfreddo es que no admite hoy lo que dijo tres segundos antes. Por eso lo de P punto. SITEL era ilegal hasta la náusea. Lo mismito que el chivatazo a los etarras. Idéntico a las acciones de la comandita de Intxaurrondo. Igualico, igualico. Detrás de todo el tinglado, el mismo de siempre. La esperanza verdinegra que reemplaza a la fuerza al fraude negriverde de Zapatero.

 

El grito en el cielo. Los socialistas quieren involucrar a la derecha toda en los delitos presuntos de que acusan al tabloide británico. Ven la paja en el ojo ajeno y no ven a Txeroki o De Juana Chaos en el propio. Si ya era una temeridad dejar a Pérez Rubalcaba al mando de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, convendría pensar, un poquito, sólo un poquito, qué será de este país si las urnas nos sorprenden con un triunfo electoral de este señor. Servidor suele hablar por teléfono en clave. No me fío de que esté pinchado. No ha mucho sorprendí a un colega entrando en mi correo electrónico particular. Denuncia penal al canto. Hasta la fecha, las diligencias juiciales van lentas, muy lentas. Es posible que sean seguras. No las tengo todas conmigo.

 

En un país en el que la justicia la dirige Caamaño, en que la Fiscalía sigue las órdenes jerárquicas de Conde Pumpido y el ministerio del Interior se halla en las manos de Alfreddo, concédanme un voto de desconfianza. Yo proclamo que alguien, conocido e identificado, ha penetrado, sin mi consentimiento, en mi e-mail privado. Garantizo que la justicia tiene conocimiento de los hechos. Aseguro que, de comprobarse, estamos ante un delito tipificado. Pues nada. Las cosas de palacio, sobre todo del palacio de justicia, van despacio. Ya sé que no hay recursos. Qué me van a contar. Pero vergüenza, menos.

 

A Murdoch pueden empapelarlo. A Rubalcaba, podrían investigarlo. A Caamaño, no estaría de más que se le exigiera explicaciones. A Conde Pumpido, que siga enlodando la toga. A los ciudadanos, que les espíen. Ni en el franquismo más azul oscuro se vieron estos descalabros de libertades y estos pisotones a los derechos.

 

Me reitero. Si me piratean mi correo informático, y sostengo la acusación sin dudas, por qué he de creer que mis teléfonos no están pinchados. Claro que me lo creo. El artículo 197 del Código Penal dice en su apartado primero: “El que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales o intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses”. Por su parte, el artículo 408 refiere: “La autoridad o funcionario que, faltando a la obligación de su cargo, dejare intencionadamente de promover la persecución de los delitos de que tenga noticia o de sus responsables, incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años”.

 

O sea, menos Murdoch y más Rubalcaba, más Caamaño, más Conde Pumpido. No sé si me explico.

 

Un saludo.

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