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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CRISTIANOS PERSEGUIDOS

 

 Dicen que el afán de justicia tiraniza el carácter. Dicen. Es preferible la injusticia al desorden, platicaba Goethe. Refería el filósofo y poeta alemán que la permanencia del desorden desembocaba en el caos y éste ejercía el efecto multiplicador sobre el atropello inicial. Este modesto articulista fue bautizado cristiano y, oficialmente, es miembro de la iglesia católica. Sin embargo, anda poseído, desde hace muchos años, por el virus del descreimiento. Valora la figura de Jesucristo como ser excepcional de la historia pero no entiende -cortas mis luces, raquítica mi fe- su divinidad. No la entiende. Pero sí comprende a los cristianos. Vaya que sí. A poco que uno explore las páginas de la historia, encontrará cientos de miles de ejemplos de entrega hacia los demás. La filantropía no comienza con Cristo pero el nazareno dio a esta virtud humana la esencia de lo extraordinario.

 

Millones de cristianos murieron en defensa de su fe. Otros tantos prefirieron el martirio antes que la apostasía. Cientos de miles renunciaron a los placeres terrenales en busca de llevar el evangelio allá donde la esquina del orbe nos oculta la mitad del mundo. Los cristianos, como los árboles, permanecieron en pie después de su muerte. Tanta fe no puede caer en el saco roto del olvido o de las persecuciones de los intransigentes.

 

Me he parado a reflexionar sobre las recientes palabras de Benedicto XVI. El Papa ha pedido solidaridad activa para con los cristianos que son perseguidos en Oriente Medio. Después de Roma, el cristianismo sufre los rigores del paganismo egoísta y, lo que es peor, del laicismo beligerante. La imagen de Jesucristo es quemada en la plaza pública y el símbolo de la cruz sucumbe a manos de iconoclastas desdichados. Se pretende borrar de la faz de la tierra todo lo que recuerde a Cristo. Enorme la valentía de los acosadores. Grande su desnudez moral.

 

España no escapa al fenómeno anticristiano. El nuevo antisemitismo toma forma de ataque a los cristianos. Dijo el Papa que el nacimiento del Salvador puede abrir perspectivas de paz duradera y de progreso auténtico. No lo sé. Sí deseo que la prosperidad sea resultado de la estabilidad social y política. El Prelado de Jerusalén ha exhortado a la paz en Oriente Medio. Sus palabras son bien elocuentes: Que Jerusalén se convierta en modelo mundial de entendimiento y de coexistencia entre las tres religiones monoteístas. Las tres.

 

Lo que no es de recibo es que Al Qaida amenace con atentados a los infieles y a los cristianos que celebren la navidad. Igual que no es de recibo que el laicismo sea una cuarta religión. Las persecuciones religiosas deben acabar. Como el maltrato a las mujeres. Los perseguidores de los débiles en su propia miseria se inmolan. Los santos inocentes son, hoy, los pobres, los perseguidos, los débiles. Hoy, como ayer. Santos inocentes. Inocentes santos.

 

Un saludo.

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