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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL PENSIONERO CORBACHO Y EL EDUCADOR GABILONDO

 Tres patas para un banco. -¿Quién falta? -Sigan leyendo. Banco inestable, porrazo seguro. Corbacho la lía con las pensiones. Gabilondo enreda todavía más la madeja educativa. Ni uno y otro tienen idea de lo que llevan entre dedos. -Será entre manos. -No, entre dedos. Entre los dedos, se les escapa el líquido de sus incontinencias. Como a Zapatero, ahí va, se le escurre la mentira por la lengua de hiel. Inmensos.

 Se dice que las hormigas taponan huecos cuando prevén las calamidades. Se comenta el instinto del perro que avisa, segundos antes, la inminencia de un terremoto. Se pondera el sentido común de quienes comienzan la casa por los cimientos. En este Gobierno destacan, por su ausencia, claro, las facultades sensitivas de los animales y la sensatez de las personas que se visten por los pies.  Director de orquesta, el admirador de Obama, el gran hacedor de la economía más regresiva de la eurozona, el máximo instigador de los nacionalismos independentistas, el orador cristianita defensor de la muerte de nascituri indefensos. Con ustedes, el gran José Luis Rodríguez, carnicerito de León.

 El Gobierno de ineptos que nos ha tocado en suerte, es un decir, nos aporta ingentes cantidades de inseguridad. Inseguridad laboral, jurídica y personal. Son unos astros de la incertidumbre. Así marcha nuestra economía y peor que va a cojear.

 Corbacho quiere cambiar el sistema de pensiones. Con o sin Pacto de Toledo. Gabilondo centra su capacidad metafísica en modificar el cuarto de la Secundaria. El ex alcalde, un dechado de sensibilidad, no especifica cómo va a materializar el cambio. El ex rector, cuota prisaica venida a menos, torero exquisito, de los que siguen la carrera del cornúpeta desde la barrera y sienta cátedra verbal ante los que se arriman.

 La comunidad de pensionistas está de enhoramala. La comunidad educativa, de enhorapeor. Uno viene avisando desde tiempo atrás. Una empresa, -y la pública, Zapatero, entérese, lo es- descansa en la satisfacción de sus clientes. Si éstos -que somos los ciudadanos todos- nos hallamos a disgusto, es que la dirección empresarial es muy mala, nefasta. La organización, lejos de ser jerárquica, es amontonada. Los productos, de muy escasa calidad. Los empleados, desmotivados, se adocenan. La productividad, caca de la vaca. Los recursos materiales, en vez de abaratados, más costosos. Y así. Si el objetivo de la empresa es la competitividad, aviados estamos. Nos damos de bruces en el mar de la insostenibilidad. Las aguas de este mar, tres patas de ese banco, son gélidas, profundas e insondables. Engullen cual dragón de fuego.

 Este articulista pide tres cosas -sólo tres- a este trío de ases cómicos que maldita la gracia que tienen. La primera, que vuelvan la mirada hacia los tecnócratas independientes. La segunda, que se reflejen en las virtudes raciales e intelectuales de británicos y alemanes. La tercera, que se enteren, de una vez por todas, que forman parte del Gobierno de España, que el PSOE no es el Gobierno. Estas tres solicitudes se resumen en una: si no las atienden, tengan la bondad de largarse con viento fresco.

 

 Dimitan, por compasión, dimitan.

 Un saludo.

 

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