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Francisco Velasco. Abogado e historiador

CAMPS DEBE DIMITIR

 

 El presidente de la Generalitat de Valencia debe presentar su dimisión. Ayer antes que hoy. Sin más problemas. Sin más explicaciones. Ser representante democrático del pueblo exige una sutileza singular. Se representa al pueblo desde la institución. No es de recibo sentar en el banquillo a un cargo público cuando quien va a ser juzgado es una persona que ha podido hacer un uso pernicioso de la función para la que ha sido proclamado. Debe dimitir. Ya.

 

Rajoy no debe echar a Camps. Éste fue elegido por una mayoría aplastante de valencianos y, por respeto a éstos y en pro a la limpieza inherente a la presidencia que ostenta, la decisión compete, únicamente, a él. Salvaguarda el sistema. Ampara al Gobierno autonómico. Recita un aria a la humildad. Se aleja de posiciones ultraistas de otros imputados y procesados de partidos enemigos. Y da ejemplo. Ejemplo. Se reviste de una autoridad moral extraordinaria. Se convierte en paladín de los que confiamos en que la verdad resplandezca. Al cabo, celebrado el juicio y, en su caso, libre de culpa, ascenderá al escenario del Parlamento y gritará, con rabia feliz, su categoría humana.

 

La fidelidad a sí mismo, el espejo de pulcritud para su familia y la imagen de grandeza de su partido están en la base de su renuncia. Un acto doloroso pero lleno de ventura. Una ráfaga de aire en la mar calma. Un aliento sublime a la esperanza contra las dictaduras. Camps debe irse porque es digno y coherente. Ha de marcharse por respeto a la justicia y a la ciudadanía. Da igual que se trate de cohecho propio o impropio. No importa la cantidad presuntamente detraída. La Constitución le garantiza la presunción de inocencia. Los tribunales le aseguran un procedimiento justo. Camps nació a la vida política para servir al pueblo. En virtud de este servicio, Camps abandona, acaso momentáneamente, su derecho legal a proseguir. Vale más honra sin barcos. Mucho más.

 

Las elecciones generales están cercanas. El Partido Popular es el referente ético que nos resta para sacar a España del atolladero en que lo ha sumido el Partido Socialista. Los cantos a la transparencia sólo serán creíbles si sus intérpretes nada tienen que ocultar. No están inmersos en faisanes ni gales. No son reos de mangancias. Carecen de hípicas y áticos permutados. No se inventan EREs. Tampoco enchufan a miles de amigos y familiares. No han hundido la prosperidad de España. Se niegan a manipular a la policía. No atribuyen a los agentes del orden los actos que algún senador comete a la salida de una sauna. No veranean, a precio de mileurista y a rango de millonario, como alguna ministra. Por supuesto, no propician separatismos ni son sospechosos de romper al país en unos cuantos cantones. Por éstas y muchas cosas más, el PP no debe presentarse con Camps.

 

Enfréntese al juicio en soledad. No siente a su lado a la Generalitat. Luzca como hombre íntegro. Estoy seguro de que la verdad prevalecerá. Entonces, reivindíquese. Al igual que los románticos, el pueblo hará de usted un patriota y del patriota, un héroe. Dimita. Hoy mismo.

 

Un saludo.

 

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