HIERBAJOS
Emasesa tuvo una caseta en la pasada feria de Sevilla. (?) Una caseta espectacular. (?) Un derroche de efímera arquitectura. (?) Emasesa se paga con dinero público. (?) En Emasesa entran, y se divierten, unos pocos. La gestionaba, entonces, el Psoe. En una ciudad con miles de parados, los del pacto de progreso bailan por sevillanas y cantan por monteseirines. Un ejemplo de solidaridad, de socialismo y de austeridad.
La diferencia entre un militante de la derecha y de la izquierda no es la ideología. Que la tendrán, pero no es ella. La cruz de hierro de la izquierda es la igualdad del dinero. Siempre ambicionaron la riqueza del señorito y aspiraron a cazar en los cotos del amo. Les faltaba la pasta. No emprendían. No heredaban. No se esforzaban. Querían pero no podían. Sin embargo, proyectaban. Jamás renunciaron a su potosí. La democracia fue clave en el devenir de los frustrados y de los reprimidos. Si no con dinero propio, con el público. Que no es posible a través de la educación, la fortuna llegará merced a la política. Un tiempo de trepa, un intervalo de docilidad, un reino de poder. No importa que el recibo del agua suba. El gerente del cortijo se cree el dueño y reedita la escopeta nacional en versión zafia.
Están de los nervios. Deben hacerse mirar. La catarsis del 22-M los tiene enloquecidos. La pérdida del status destroza sus carreras y sus medias. Mercasevillanos y emasesos se hunden en su propia indignidad. Desde Huelva hasta Almería, el clamor se extiende. Van a la calle. A la puñetera calle. El palacio de San Telmo escucha las congojas de los caciques. Temen el frio del invierno y no hallan consuelo en el chiringuito playero. Son como hierbas malas que impiden crecer los cultivos. Se propagan los hierbajos entre las arenas sucias de la rapiña.
Griñán resiste. Le va la vida en ello. No puede mostrar el alcance de la ruina castellanomanchega. El lodazal es la mancha del zapaterismo. Ni cuentas ni cuentos. Todo pasa y todo queda. Lo nuestro es callar. El agujero negro que se puede encontrar tras las elecciones andaluzas puede tragarse toda una galaxia.
Maldicen e imprecan su postrera suerte. La culpa es de la derecha. Y de la Izquierda Unida que camina al hundimiento. La democracia me lo dio, la democracia me lo quitó. Mas no se conforman. La paciencia no se alimenta sino de buenos manjares. Las cabras prefieren la hierba buena y desdeñan la mala hierba. El partido se convulsiona y las batallas intestinas dejan cadáveres por los rincones de la autonosuya. La cosa está que arde. El agua hierve. El fuego crepita. Aguantar el tirón se revela imposible. Limpiar la despensa y cerrar la cocina. Elecciones, cuanto antes.
Los hierbajos han invadido la ciudad. Las arañas pueblan las cajas fuertes. No hay un euro. Desolación. Quiebra. Malestar. La vida se escapa por entre las rendijas de las manos llenas. Urge limpiar. La maleza nos rodea. Se llama cúpula del Psoe. Malas hierbas, mala gente. Fuera. Hierbajos.
Un saludo.
0 comentarios