LA AFOTO
La fotografía de la concertación laboral entre Gobierno y “agentes sociales” tiene faltas de ortografía. De ahí lo de afoto. Como la amoto que no conduce Pedrosa o la arradio que se oye en determinados cenáculos de poder. Las faltas de ortografía pueden, además de afear, desnudar de contenido a la palabra. Zapatero y Valeriano no pretenden un acuerdo con Rosell, Toxo y Méndez. Lo que persiguen es una “afoto” de la contrarreforma. De nuevo regresan al lugar de origen: a ver si cuela.
La reforma laboral comenzó, es un decir, hace ocho meses. Tan pequeñita y poco desarrollada, que ha permanecido desde entonces en la incubadora del mercado. Ni se nota la nascitura. Carece de chicha. Claro, que de padres tan cortitos no se puede esperar hembra robusta. De engendradores tan adocenados, la unidad sale enfermita. Ahora no les queda otra que parir un nuevo ser o inflar al preexistente. La “afoto” les permite salir del paso durante un tiempo. Y así van haciendo camino hasta las elecciones. Rosell se incluye en la nómina y el plantel de verticalizados síndicos se engrosa con la entrada del empresario catalán. La tropa.
Y de empleo, qué. La reforma qué estrategia de trabajo trae bajo el brazo. Qué formula han ideado para sacar de la postración del paro a millones de jóvenes errabundos y desesperados. El despido libre se propone como novedad antediluviana para compensar la libre contratación. El neoliberalismo se repite como el ajo. La temporalidad aplasta al carácter definitivo. Todo es revisable y todos pueden ser despedidos. Las empresas se apuntan a la sopa boba y ofertan empleo a cambio de subvenciones. Agotado el caudal de dinero público, se repite la operación: despidos y si quieres arroz, vuelta a subvencionar. El Gobierno remunera la contratación y se hace cargo del coste de los despedidos. Así cualquiera se hace empresario.
No hay manera. La reforma fue mal parida y peor gestada. Con ese cuerpo famélico y esas articulaciones afectadas por la esclerosis, no puede sobrevivir. La afoto de Zapatero descubre la irrealidad de una idea y la maldad de un objetivo. Venga fabular e inventar. Se hace estadística con la foto. Con los números, el rojo inunda la gráfica. No se puede esperar nada de los “afotografiados”. Su máxima ambición no es ser agentes sociales, sino agentes públicos gubernamentales. Seguir comiendo del erario público y que emprendan otros. Colocados. La afoto los muestra colocados, sonrientes, solidarios. Así, mañana, ZP podrá mostrar la imagen fija y regalar al mundo la felicidad que irradia de esos rostros y la solidaridad que brota de las manos de los protagonistas antagónicos.
Permítanme el oxímoron: qué felicidad más triste. Qué tristeza más radiante. Qué gentuza. Se merecen una foto. Una foto.
Un saludo.
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