PRESIDENTE VALDERAS
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Lo mismo nos encontramos a Valderas, don Diego, allá por diciembre, en la presidencia de la Junta de Andalucía. No desprecien la posibilidad. El ingreso en prisión de Antonio Fernández, exconsejero de empleo y gran maestre de la logia del paro, pone a Griñán a los pies de los caballos de la justicia. Las confesiones alayistas de Guerrero y de Fernández apuntan hacia el sucesor de Chaves. A poco que se evidencie la relación de complicidad entre uno y otro, la flecha disparará al corazón del responsable político de esta inmunda trama de corrupción. Chaves está avisado. Su abogado, también.
Antonio Fernández puede que desafine cantando. Sin embargo, ha protagonizado todo un concierto de ópera ante la titular del Juzgado de Instrucción nº 6 de Sevilla. El final fue apoteósico. El que fuera trabajador de González Byas, desde que nació, admitió que el sistema de subvenciones era conocido desde el primero al último miembro del Consejo de Gobierno. Sin excepción. El jerezano no dudó en tirar de “jonduras” para asegurar la implicación de los expresidentes.
A este paso, los largadores oficiosos se van a comer el marrón con los estrechadores oficiales. Es difícil reducir a tres mandados la responsabilidad de toda una jefatura. El abuso de más de mil millones de euros de dinero público sólo puede contemplarse desde la existencia de todo un complot institucional. El staff del partido psoecialista anda preocupado. Suspenden de militancia a los “pringaos” en un vano intento de evitar que se salpique a la organización. La cárcel destapa la memoria de muchos olvidadizos y aprieta la próstata de los que presumían de orinar colonia.
Prevaricadores y defraudadores, falsificadores y autores de negociaciones prohibidas, malversadores y aceptadores de prebendas. Todo un rosario vergonzoso de delitos contra la Administración Pública. Valientes para delinquir, cobardes para reconocer. Antes muertos que honrados. Con esta jauría de animales avariciosos, lujuriosos y sin escrúpulos, va a formar gobierno Izquierda Unida. La unión de ambas cúpulas constituye un ejemplo clarísimo de simbiosis. Los simbiontes persisten en unas relaciones de interactuación que benefician a los dirigentes visibles de ambos grupos. De ahí que no haya parasitismo. Es cuestión de comensalismo o de mutualismo. Al estilo del pez payaso y de la anémona.
Lo dicho. Las simbiosis artificiales no tienen la vocación de perpetuidad de las naturales. Puede romperse el pacto. En ese caso, Valderas se convertiría en presidente de la “Juntá” de Andalucía. Si la omertá falla y los enrejados terminan delatando. Es complicado, sí, pero no imposible. Al tiempo.
Un saludo.
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