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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PSOE DE MI VALVERDE

Pocos ciudadanos dudarán de la fortaleza del pueblo de Valverde. De Valverde del Camino. Fortaleza en todos los sentidos. En todos. Feudo de innegable vocación socialista en otro tiempo, ha podido caer en la abducción de las inercias. Hoy sus dirigentes tienen mucho de psoecialista y muy poquito de izquierda. Ciudad empresarial por excelencia, la crisis la viene castigando de manera cruel. La crisis y la política del Gobierno municipal.

 

El alcalde, Miguel Ángel Domínguez, se postula como alcaldable. Uno se pregunta qué méritos cabe atribuir a este politico del Psoe para aspirar a la victoria electoral. Es más: si se compara su tarea con la del mítico Américo Santos, el primero no llega a éste a la suela de los botos. Es la interpretación que del servicio al pueblo hace un socialista auténtico con la pantomima animada de comilonas, mariscos, ayudas a amigotes, y otras barrabasadas de igual índole que perpetra un psoecialista de esta ralea. Miguel Ángel Domínguez es a Toxo lo que Américo era a Marcelino Camacho. Lo peor es que el alcalde lo sabe. Lo más triste es que, pese a ser consciente de su deslealtad a los valverdeños, de su felonía a la ideología de Pablo Iglesias, se abraza a los profesionales de la política perversa que se teje en el chalet del Conquero y busca en la inmundicia de la mentira el aliento que jamás encontrará en los muros de la verdad.

 

Por si fuera poco, pide la cooperación del señor Mario Jiménez. El activista político más trepa que uno ha conocido en sus muchos años de vida, respalda al señor Domínguez. Dos que comparten el mismo colchón y disfrutan de semejante vida muelle, están cortados por el mismo patrón. La horma del calzado valverdeño no está hecha para estos hombres ávidos de poder y huérfanos de respeto cívico. Este molde jamás se diseñó en Valverde. Desde hace unos años, sí. Las cosas pintan tan mal que han incorporado al circo mitinero a don Manué Chaves, el vicepresidente de España, el padre de Paula, la apoderada, y de Iván, el gran comisionista. Viene a una localidad que sufre como pocas el paro juvenil para afrentar a los desempleados valverdeños de primera generación  hablándoles de lo lista que es su prole. Su prole y su familia entera. Todos colocados, y bien, a la sombra del virrey. Menudo ejemplo.

 

Mientras la montaña de basura y desesperanza se acumula a los pies de la ciudad, Domínguez se deja arrullar por el desafinado sonsonete del amigo de Zapatero: “gracias a nosotros, los socialistas, Andalucía ha dado un salto a la modernidad y a la transformación”. Un salto del carajo, con perdón. Un brinco al precipicio. Una cabriola hacia el túnel de lo moderno en la era de lo contemporáneo. Una gambeta hacia la transmutación del hombre en lobo. Una acrobacia perjura hacia el poder particular en nombre de la soberanía popular. No hay compromiso con el futuro. Miguel Ángel Domínguez sólo admite el compromiso interesado y su porvenir se acuna en la noche de Mario, de Javier y de Petronila. Parafraseando el discurso de Demóstenes Chaves, Domínguez tiene un ataque de ansiedad por mantener la alcaldía como sea y al precio que sea. Crear empleo es otra cosa. El empleo es facultad al alcance de gestores más capaces y de administradores más honrados.

 

Domínguez, Mario, Chaves y otros compañeros de la mendacidad utilizan a Valverde como un laboratorio de prueba de la máquina de mentir, de calumniar y de insultar. El temor al PP redobla sus denuestos. Se están quedando en pelota picada y quieren cubrir sus partes pudendas con periódicos comprados y con imágenes manipuladas. De la ruina de GIVSA no hablan. De la influencia de cierto empresario y de su esposa, ni mú. Del despilfarro, tararí.


Valverde de mi Valverde. Psoe de mi Valverde. Quién te ha visto y quién te ve.



Un saludo.



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